Yo conocí a Álvaro en
un seminario en México y de inmediato establecimos una empatía que sólo
creció a lo largo de los años. Cuando organicé la Latinoamericana
–Enciclopedia Contemporánea de América Latina y el Caribe-, le pedí la
entrada sobre Bolivia. Mandó un texto formidable (ahora mismo la estoy
actualizando y le pediré que la actualice). Me acuerdo que con el pago
que recibió, Álvaro compró su primer ordenador.
Mantuvimos siempre
contacto, le seguí cuando Evo le invitó a ser su candidato a
vicepresidente. Estuve en la primera campaña electoral, en 2005,
viajando por Bolivia con él. Me acuerdo de que el sábado previo a las
elecciones fuimos a Santa Cruz de la Sierra: ya en el aeropuerto le
abordaron empresarios, convencidos de que acabaría siendo presidente,
por lo que intentaban establecer contactos con el. De vuelta, no había
vuelos comerciales, porque no hay transporte público entre ciudades el
día mismo de la votación. Un empresario brasileño nos ofreció su avión
privado, era un productor de soja, sin duda. Álvaro lo aceptó, pero
siempre el empresario viajase con nosotros para evitar cualquier trampa.
Estuvimos juntos el mismo día de las elecciones, siguiendo el
recuento de los votos. Me acuerdo de Álvaro llamando a Evo, tratando de
convencerlo de ir a La Paz para ofrecer una declaración como presidente
electo. Evo quería estar con su gente en Cochabamba, pero aceptó venir,
hizo la declaración y volvió con su gente y a su mundo.
Me
acuerdo de que salimos con Álvaro hacia El Alto, la gente quería oírle,
Álvaro conducía, feliz, a más de 100 kilómetros por hora. Fue recibido
como un gran líder y discursó para el pueblo de El Alto.
Volví
para la toma de posesión de Evo y de Álvaro. Por la mañana tomamos un
café en el apartamento de Álvaro. En la declaración de bienes que hizo
pública cuando fue nombrado vice presidente, Álvaro declaró poseer más
de 10 mil libros y cobrar un salario como profesor de la Unversidad,
eran todos los bienes que tenía. Evo llegó con pan, enseguida salimos
hacia Tihuanaku, la más antigua ciudad indígena de Bolivia, donde Evo
tomaría posesión, antes de su toma de posesión formal en La Paz.
Salimos en una Kombi, Evo de vaqueros. En cuanto el pueblo, que iba
caminando hacia la ceremonia, descubrió a Evo en el coche, le daban el
alta a cada momento y se paraba a abrazar a la gente y siempre les decía
algo.
Cuando llegamos, Evo nos dejo y fue a encontrarse con
las autoridades indígenas. Me acuerdo que me senté en la primera fila
del gran espacio abierto, con Eduardo Galeano. De repente apareció Evo
en un arco grande, vestido con los trajes de los pueblos indígenas, como
un dios.
Las mujeres indígenas mientras tanto limpiaban la
plaza del Palacio Quemado, para recibir a su líder mayor. Evo y Álvaro
finalmente tomaron posesión y empezaron los gobiernos más importantes de
la historia de Bolivia. Fui regularmente a Bolivia a lo largo de los
años. Le prometí a Evo, que en uno de sus viajes le llevaría a ver un
partido de fútbol en Maracaná, aún no he podido cumplir la promesa, pero
lo haré, seguro.
Siempre que me encontraba con Álvaro en
Buenos Aires, hacíamos un recorrido por las librerías, con el coche
oficial de Álvaro, operaciones devastadoras por la cantidad de libros
que compraba. Siempre repito el mismo itinerario librero. Y los libreros
me siguen identificando como el amigo de Ávaro. Terminada la operación,
le acompañaba, con el coche repleto y más pesado, al aeropuerto
militar, de donde partía en avión hacia La Paz. Cuando lo visitaba en
Bolivia, siempre le llevaba libros, por supuesto. Cuando se casó, Álvaro
dejó su modesto y pequeño apartamento, donde cogían los dos con gran
dificultad, para trasladarse a una casa más grande, donde pudo guardar
todos sus libros, su biblioteca en crecimiento constante e irrefrenable.
Álvaro, el más importante y mejor intelectual latinoamericano
contemporáneo, me acompañó, a su vez, en mi mandato de Secretario
Ejecutivo de Clacso, me siento orgulloso de que el proceso boliviano
haya sido el de más importancia de todos los que se desarrollaron
durante mi mandato. Hemos publicado en Clacso –lo mismo que en Brasil–,
gran cantidad de libros de Álvaro.
El binomio Evo-Álvaro era
una combinación perfecta. El artículo de Álvaro sobre indigenismo y
marxismo es una obra fundamental, una actualización genial de la obra de
Mariategui, un trabajo teórico de limpieza de campo, indispensable para
el surgimiento de Evo como líder y para la comprensión del fenómeno
boliviano.
Siempre mantuvimos contacto telefónico,
especialmente en los momentos mas álgidos de la lucha en Bolivia. Le
invité a Brasil para la presentación de su libro La potencia plebeya en la Universidad del Estado de Río de Janeiro, aprovechando para enseñarle algo la ciudad de Rio de Janeiro.
Los últimos tempos, tanto aquí como allí fueron turbulentos. Le seguía
con ansiedad, buscando noticias directamente o a través de su fiel jefe
de gabinete, Héctor. Le mandaba noticias de Brasil y le pedía noticias
de allá.
Hasta que los acontecimientos se precipitaron de
manera infernal y el proceso boliviano desembocó en su renuncia para
evitar una masacre. Veo la foto de Evo y de Álvaro llegando a México y,
al mismo tiempo, la noticia de que no sólo han saqueado la casa de Evo,
sino también la de Álvaro y que han quemado sus 30 mil libros. Me
imagino, además el dolor que siente por todo lo que está pasando en
Bolivia.
Pero no te preocupes, Álvaro. Vamos a recomponer tu
biblioteca, libro por libro, en México, en Argentina, en Brasil, en
Francia, donde sea. Igual que Bolivia va a recuperar su democracia, su
régimen plurinacional, el poder del pueblo. Evo y tu volveréis en brazos
del pueblo, del mismo modo que Lula recuperó su libertad en brazos del
pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario