– Por Álvaro Verzi Rangel, especial para NODAL
Fundada
por 21 países en Bogotá, en 1948, la Organización de Estados Americanos
(OEA) cuenta actualmente con 35 miembros, uno de ellos, Cuba,
suspendido desde 1962. Creada como organismo multilateral panamericano,
hoy la realidad muestra su inclinación a favorecer los intereses
geopolíticos de su socio mayor, Estados Unidos.
Fue un 30 de abril de 1948 que los 21 países fundadores aprobaron la
“Carta de la Organización de Estados Americanos que dio origen a un
organismo que, según su propia definición, apunta a “fortalecer la
cooperación mutua en torno a los valores de la democracia, defender los
intereses comunes y debatir los grandes temas de la región y el mundo”.
De lo escrito a los hechos, siempre hubo un gran trecho.
Había ya terminado la Segunda Guerra Mundial cuando la OEA se
estableció formalmente el 30 de abril de 1948, en Bogotá, pero no pudo
entrar en vigor porque necesitaban 22 países y Colombia comenzaba su
guerra civil luego del asesinato del candidato presidencial Jorge
Eliecer Gaitán, el 9 de abril de 1948.
En 1947, el año anterior a la adopción de la Carta de la OEA, se
suscribió el belicista Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca
(TIAR), o Tratado de Río, que establece que cualquier ataque externo
contra uno de los estados signatarios que ponga en peligro su integridad
es considerado como una agresión a todos ellos a la cual debe
responderse en forma colectiva.
En 1948 fue adoptada la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre, la que debiera ser base del sistema interamericano
de derechos humanos.
En 1951, con motivo de la guerra de Corea, la reunión de consulta
reafirmó en Washington los principios del Tratado de Río y de la Carta
como reacción ante la política expansionista de la Unión Soviética. Pero
fue recién en diciembre de 1951 cuando Colombia depositó su
ratificación y entró en vigencia la OEA para todo el continente.
Un poco de historia
En América, la revolución de Haiti y la de las 13 colonias británicas
fueron el inicio de la lucha independentista que se extendería por todo
el continente por más de cien años, hasta el triunfo y la liberación de
Cuba y Puerto Rico en 1898.
Ya en el siglo XX, conformadas las repúblicas americanas con
fronteras aún difusas y frente al resurgimiento del colonialismo
europeo, las naciones de la región comprendieron la necesidad de
garantizar la paz entre los países y hacer una suerte de blindaje en
contra del ejercicio de la fuerza, de países poderosos contra otras
naciones más pequeñas.
Recordemos que en 1848 Estados Unidos se apropió por conquista de una
buena parte del territorio mexicano, años más tarde Bolivia perdió su
salida al mar a manos de Chile y Paraguay perdió su esperanza de ser una
potencia económica luego de su sangrienta derrota en la guerra de la
Triple Alianza frente a los ejércitos de Brasil, Argentina y Uruguay,
con un alto costo para su población y su territorio.
La Primera Conferencia Internacional Americana tuvo lugar en
Washington el 14 de abril de 1890, “con el objeto de discutir y
recomendar a los respectivos Gobiernos la adopción de un plan de
arbitraje para el arreglo de los desacuerdos y cuestiones que puedan en
lo futuro suscitarse entre ellos”.De esos 18 estados que participaron en
esa primer conferencia surgió la Unión Internacional de Repúblicas
Americanas, con sede en Washington,
El inicio del siglo XX fue convulso para nuestros países. Las
fronteras nacionales aún no estaban definidas lo que provocaba
conflictos constantes entre los gobiernos y era frecuente que las
contiendas electorales concluyeran con una guerra civil en donde los
gobiernos vecinos apoyaban a uno u otro bando en disputa, algunas veces
incluso interviniendo directamente.
Por ejemplo, en 1907, durante la presidencia del dictador José Santos
Zelaya, el ejército de Nicaragua acampó frente a la casa presidencial
de Honduras derrocando al gobierno de Manuel Bonilla dando paso a la
administración de Miguel R. Dávila, aliado de Santos Zelaya.
Pero el siglo XX fue en realidad un siglo convulso para todo el
mundo. La acumulación de riqueza que produjo la primera
industrialización europea y el incremento de la desigualdad social solo
comparable con la actual, más la lucha por el control de la extracción
de recursos naturales necesarios para la industria de los territorios
controlados en África y Asia produjo tensiones entre las naciones
colonialistas europeas que desembocaron en la primera gran guerra del
siglo XX.
La guerra no era extraña para nuestros países. Vivíamos en constantes
montoneras desde la independencia. Pero ver desde lejos aquella
tragedia de trincheras sin precedentes y comprender que éramos capaces
de enfrascarnos en un horror parecido, motivaron a continuar en el
proyecto panamericano.
Y lo que comenzó como una alarma para los países de la región, se
ratificó cuando en 1944 estalló la Segunda Guerra Mundial. Los países de
la región tuvieron una participación más activa durante esa
conflagración, con la participación de Estados Unidos: muchos de los
países de la región enviaron soldados a pelear a los distintos frentes.
En esos momentos, vivíamos los embates de la guerra fría en nuestra
región, que tuvo su estreno con el derrocamiento por parte de la CIA (la
central de inteligencia estadounidense),con ayuda del gobierno de
Honduras, del presidente de Guatemala Jacobo Arbenz, en 1954.
En 1960 tomó posesión en la presidencia de los Estados Unidos John F
Kennedy impulsando lo que se conoció como la Alianza para el Progreso
que buscaba cambiar las condiciones económicas de nuestros países como
una forma de detener futuras revoluciones como la cubana. La OEA tuvo
una participación directa y activa en la ejecución de la Alianza.
La OEA, sin embargo, había sufrido un segundo revés casi al mismo
tiempo del lanzamiento de la Alianza. En 1962 las tensiones que
produjeron la guerra fría en la región y el temor al contagio de la
filosofía marxista a otros gobiernos de América, provocó que la OEA
expulsara a Cuba del organismo. La decisión de marginar al gobierno de
Cuba careció de base legal firme ya que no había ninguna disposición que
permitiera separar a un Estado miembro del ejercicio de sus facultades.
Fue además contradictoria, ya que su justificación más socorrida, el
postulado de que el marxismo-leninismo es incompatible con los
principios del Sistema Interamericano, no tiene validez cuando se
recuerda a las dictaduras militares de América Latina que fueron también
contrarias a los principios del Sistema, pero respaldadas por Estados
Unidos. Se hacía entonces referencia a la OEA como un club de
dictadores.
En 1978, en Nicaragua, se sumaban las violaciones a los derechos
humanos por parte de la Guardia Nacional. La insurrección tomaba fuerza a
lo interno de Nicaragua, pero el dictador Anastasio Somoza Debayle no
daba muestras de abrir un espacio de diálogo con sus opositores. El 6 de
septiembre de 1978, a pedido de Venezuela, gobernada entonces por el
presidente Carlos Andrés Pérez, la OEA convocó a una reunión de
cancilleres para abordar la crisis de Nicaragua, donde se aprobó la
visita a ese país de una Comisión Mediadora conformada por embajadores
de Honduras, Colombia, República Dominicana, Guatemala y Estados Unidos.
Los militares nicaragüenses mientras tanto, en su búsqueda de aniquilar
guerrilleros sandinistas ametrallaron poblaciones fronterizas
costarricenses. El gobierno de Costa Rica presentó el respectivo reclamo
que fue abordado por el consejo permanente de la OEA el 23 de
septiembre de 1978.
La llegada de la Comisión Mediadora no resultó del agrado de Somoza.
Fue cercada en un hotel por la Guardia Nacional y no se permitió a
ningún medio de comunicación dar a conocer su primer reporte de la
situación política de Nicaragua. El 14 de octubre de 1978 la OEA se
pronunció con una condena en contra de la dictadura en Nicaragua con 19
votos a favor y 4 en contra.Pero dos semanas después la Comisión
Mediadora abandonó repentinamente el hotel en el cual estaban alojados y
sus miembros se refugiaron en las sedes diplomáticas de sus respectivos
países.
El informe que habían preparado sobre la situación de Nicaragua era
claro. Cualquier solución a la crisis pasaba por la renuncia de Somoza.
La delegación de la Comisión de Derechos Humanos también emitió un
reporte sobre “el clima alarmante de violaciones a los derechos humanos”
que se daba en el país. En julio de 1979, el dictador fue derrocado por
la insurrección popular sandinista.
En 1982 llegó la crisis de las Islas Malvinas. Los Estados parte del
Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca aprobaron por mayoría
apoyar a la Argentina en su enfrentamiento con el Reino Unido. Era lo
que mandaba el tratado de Río, pero Estados Unidos, en lugar de acogerse
a la decisión de la mayoría como es práctica esencial en las
organizaciones internacionales, declaró en forma unilateral su apoyo a
Londres.
El 4 de julio de 2009, Honduras fue suspendida como miembro del
organismo, luego de que el golpe de Estado de 2009 enviase al exilio al
presidente Manuel Zelaya y de que el nuevo presidente interino rechazase
el ultimátum de la OEA para restituir a Zelaya en su puesto
presidencial. Los países del ALBA interpretaron el golpe en Honduras
como el inicio de una nueva estrategia de Estados Unidos para derrocar
gobiernos progresistas en el continente e impulsaron la suspensión de
Honduras como un antecedente para los demás gobiernos. A Honduras le fue
aplicado un artículo de la OEA referente a la ruptura del orden
constitucional al amparo del artículo 21 de la Carta Democrática
Interamericana que fue adoptada por la OEA en 2001.
Hoy, el portal de la OEA señala que este organismo “es el principal
foro multilateral de la región para el fortalecimiento de la democracia,
la promoción de los derechos humanos y la lucha contra problemas
compartidos como la pobreza, el terrorismo, las drogas y la corrupción”.
La expulsión de Cuba
Luego de una serie de agresiones perpetradas por las bandas
contrarrevolucionarias y mercenarias financiadas por la Agencia Central
de Inteligencia estadounidense, Cuba fue expulsada el 31 de enero de
1962 de la OEA durante la reunión en Punta del Este (Uruguay) del
Consejo Interamericano Económico y Social Organización de Estados
Americanos, OEA.Allí, el representante del gobierno cubano, Ernesto Che
Guevara, denunció la política hostil de Estados Unidos contra la
naciente revolución y el carácter usurpador de los planes de Washington
para América Latina. Todos los gobiernos latinoamericanos, con excepción
de México, siguieron las órdenes de Washington y rompieron relaciones
diplomáticas con Cuba que fue expulsada del “ministerio de colonias
yanqui”, como lo calificó el canciller cubano Raúl Roa, quien señaló que
su disfraz de supuesto mecanismo aglutinador de las naciones del
hemisferio, pretende esconder su verdadera función como títere al
servicio de Estados Unidos.
Para no olvidar
La OEA apoyó en 1954 la intervención en la Guatemala del presidente
Jacobo Arbenz, y marcó su silencio ante las acciones terroristas
cometidas contra Cuba como la invasión a Playa Girón (Bahía Cochinos
para Estados Unidos) en abril de 1961.
Tampoco condenó el desembarco de marines estadounidenses en República
Dominicana en 1965 y durante la anticolonial guerra de las Malvinas,
donde se enfrentaron Argentina y el Reino Unido, hizo mutis por el foro,
mientras Estados Unidos respaldaba a los británicos, pasándole por
encima a un tratado impuesto por ellos, como el TIAR.
En 1983, en Granada, el Primer Ministro Maurice Bishop fue derrocado
por un golpe militar y murió asesinado. Luego se produjo la intervención
estadounidense en esa pequeña isla caribeña y tampoco hubo una
respuesta de condena desde la Organización de Estados Americanos.
La OEA guardó silencio ante la terrorista Operación Cóndor de la
dictaduras cívico-militares del Cono Sur en los años 1970-1980, calló
ante los conflictos bélicos en Centroamérica, y también lo hizo ante la
sangrienta invasión estadounidense a Panamá en 1989.
Obviamente, tampoco condenó el golpe de estado en Venezuela, en abril
de 2002, contra el gobierno constitucional de Hugo Chávez, como tanpoco
los golpes contra Fernando Lugo en Paraguay en 2012 y Dilma Rousseff en
Brasil en el año 2016.
En junio de 2009, la Asamblea General de la OEA, celebrada en San
Pedro Sula, Honduras, eliminó la bochornosa resolución que en 1962
expulsó a Cuba de ese foro, en momentos donde se multiplicaban los
gobiernos progresistas en la región y crecía el entusiasmo por la
integración latinoamericano-caribeña, sin Estados Unidos ni Canadá.
Eran momentos en que los gobiernos de la región apostaban por
mecanismos regionales de integración donde la complementariedad, el
respeto y la solidaridad fueran sus principios para las relaciones entre
los pueblos.Hoy la pregunta es si la OEA tiene derecho a existir,
teniendo en cuenta su triste historial de traición a los pueblos de
América Latina y el Caribe y la intervención directa de su secretaría
general en el reciente golpe de Estado en Bolivia.
(*) Sociólogo, Codirector del Observatorio en Comunicación y
Democracia y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE,
www.estrategia.la)
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