Artigas, el tantas veces traicionado
Las dictaduras militares en América latina solían presentarse con
eslóganes como la Patria, el Honor, la Libertad y la Democracia.
Incluso, en Uruguay, en la secundaria teníamos una materia con un
título y un contenido triplemente paradójico, “Educación Moral y
Cívica”. Allí, la dictadura militar levantó monumentos al General José
Artigas. Como una de las profesiones de Artigas fue la de militar y los
pueblos le dieron el título de “general”, los militares y generales del
siglo XX se sintieron identificados con el título del libertador y
quisieron que lo identificaran con ellos.
Obviaron algunos
detalles, como su acción y pensamiento. Cuando en 1811 Artigas vence a
los españoles en la batalla de Las Piedras, le ordena a sus soldados
“clemencia para los vencidos”. En el siglo XX, sus supuestos seguidores
entendieron que “clemencia” significaba “tortura”, “desaparición”, y
“vencidos” eran todos aquellos desarmados que no pensaban como ellos y
se atrevían a decirlo. No fueron a ninguna guerra contra otros ejércitos
de otros países sino que sus oficiales se daban una vuelta por las
cárceles y las salas de tortura cuando sus “vencidos” estaban atados de
manos y reventados física y moralmente según las más sofisticadas
técnicas de tortura, y a eso le llamaban “guerra”. Entregar el país a
los intereses extranjeros que habían financiado otros golpes en el
continente significaba “defender la patria de la influencia extranjera”.
Ahora, cuando en muchos países del Sur se pensaba que las
democracias habían sido recuperadas, los militaristas resurgen de los
cuarteles o (caso de Uruguay) levantando otra vez el nombre del General
Artigas como si fuese una cachiporra.
Sin embargo, a todos los
militaristas que se llaman “artiguistas” y se dedican a amenazar y
golpear a los pueblos con el poder y las armas que pagan éstos mismos,
les recuerdo un fundamento de las Instrucciones del año 1813 del Gral.
Artigas, un militar antimilitarista y fundador moral de lo que quedó de
su proyecto federal, la provincia de Uruguay: “El despotismo militar
será precisamente aniquilado con trabas constitucionales que aseguren
inviolable la soberanía de los pueblos”.
Seguramente no por
casualidad, el General Artigas se exilió sus últimos treinta años en
“un país extranjero” (hoy no podría votar en las elecciones de su país) y
no por casualidad se negó a regresar al Uruguay cuando gobernaban los
héroes mataindios, ahora multiplicados en sus estatuas de bronce y en la
furia de quienes dicen seguir sus verdaderos valores, siempre
dispuestos a dar palo a los de abajo o a quienes los representan.
Como lo vemos todos los días en tantos países de la región; como lo
vemos cada vez que echamos una mirada a la historia: señores uniformados
de impunidad, ustedes siempre tan duros con los de abajo y tan blandos
con los de arriba.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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