Intenso debate por la interpretación del quórum requerido
Santiago. Un relevante senador derechista, Andrés
Allamand (Renovación Nacional, RN), lanzó ayer su propia interpretación
acerca del acuerdo entre partidos oficialistas y opositores para abrir
un camino hacia una nueva Carta Magna en Chile, sembrando temores de que
los ultraconservadores se preparan para desconocer lo comprometido e
intentar mantener la Constitución pinochetista.
Allamand, cercano al presidente Sebastián Piñera y casado con la
recalcitrante ministra de Educación, negó en varias entrevistas que la
falta del quórum de dos tercios establecido para aprobar normas y
reglamentos constitucionales pueda ser resuelta posteriormente mediante
leyes aprobadas por mayorías simples en el Parlamento.
“Quiero señalar categóricamente (…), nunca alguien pensó que si no
hay acuerdo eso significa que se transforma en ley simple; fue
exactamente lo contrario lo que se quiso. Habría sido absurdo decir:
‘mire en lo que tenemos acuerdo dos tercios, y en lo que no, entonces
ley simple’”, afirmó. Incluso fue más allá y aseveró que
si no se alcanzan los dos tercios para ninguna de las normas, fracasó la convención; si fracasó la convención, no hay plebiscito de ratificación y si no hay plebiscito de ratificación, aunque a algunos les moleste, no hay nueva Constitución. Por lo tanto, rige la Carta Magna vigente.
Otra senadora, la pinochetista Ena Von Baer (Unión Demócrata Independiente), hizo afirmaciones casi idénticas.
Desde la oposición saltaron las alarmas: el Partido Socialista lo acusó de recurrir a leguleyadas para hundir el proceso; el diputado Gabriel Boric (Frente Amplio) dijo que
desde el primer minuto hizo todo para que no haya acuerdo; y el senador Felipe Harboe (Partido por la Democracia) afirmó que a aquel “nunca le gustó el acuerdo, ya que él defiende la Constitución del 80 y no participó en todas las conversaciones, así que mejor que vaya a votar no en el plebiscito y nos deje avanzar”.
Las afirmaciones de Allamand –y tal vez esto sea políticamente lo más
relevante porque evidencian las discrepancias en la derecha y el
oficialismo–, van a contrapelo de la postura a favor de una nueva
Constitución que ha expresado el presidente de RN, el diputado y ex
teniente de Carabineros Mario Desbordes, postulado como la estrella
emergente de la derecha en esta crisis. El dirigente, quien ha
reconocido que alguno de sus hijos participa activamente en las
manifestaciones antisistema y que incluso él lo haría si no estuviera en
su posición actual, comentó hace un par de días que llamaba a la gente a
mantenerse movilizada porque
si no están alertas, muchos, sobre todo en mi sector, no van a hacer los cambios.
▲ Policía arroja un bote de gas lacrimógeno a manifestantes en Santiago.Foto Afp
Desbordes emplazó al gobierno llegar a acuerdos importantes en temas sociales en un máximo de dos semanas”.
La arremetida derechista acrecentó temores que partieron casi de
inmediato al anuncio del pacto el viernes 18, negociado de madrugada y a
la carrera por parlamentarios desesperados con el desborde popular y la
amenaza de ver al ejército en las calles, cuando quedó instalado que
las normas y reglamentos requerirán dos tercios de los asambleístas. Al
instante, sectores de izquierda lo leyeron como un impedimento para
avanzar a cambios estructurales en el modelo social, económico y
político, porque en Chile la derecha tiene una votación base cercana a
40 por ciento, es decir, superior al tercio, lo cual nuevamente le daría
un poder de veto.
Desde la izquierda que firmó el acuerdo, se explicó que la redacción de la Carta Magna será desde
una hoja en blanco, vale decir, la pinochetista actual no será la base de nada y tampoco, en aquello que no consiga los dos tercios, prevalecerá lo que hoy rige. Esas materias, aseguraron, quedarán pendientes para ser legisladas mediante proyectos en el Parlamento y aprobados por mayorías simples.
Esa explicación sirvió de poco para la izquierda escéptica que demanda
perfeccionarel denominado
acuerdo por la paz social y la nueva Constitución. Convergencia Social, un novel partido adscrito al Frente Amplio, se despachó ayer diciendo que
es una respuesta política aún insuficientey que
carece de legitimidad social y deja abiertos temas relevantes para asegurar la participación política de la ciudadanía.
En el plano cotidiano, continúan las manifestaciones callejeras y los
estudiantes están llamando y comenzando a repetir las escenas de
evasión en el Metro de Santiago, el modo de protesta social contra los
abusos que disparó la crisis social y política hace 33 días y que tiene
arrodillado al gobierno de Piñera.
Aldo Anfossi
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
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