El próximo jueves 21 de
noviembre diferentes organizaciones sociales han convocado un nuevo
paro cívico nacional contra las políticas económicas y sociales del
gobierno de Iván Duque. En este escrito, presentamos algunas reflexiones
sobre el nuevo escenario del paro, la situación de defensiva del
gobierno Duque, el estado del movimiento popular en vísperas del paro y
las perspectivas del Grupo Libertario Vía Libre sobre la situación.
El nuevo escenario del paro
El del próximo 21 de noviembre será el tercer paro nacional tras el
retorno del uribismo al poder. Este movimiento sucederá a las modestas
huelgas parciales con movilización en las principales capitales,
realizadas el pasado 25 de abril con protagonismo sindical y el 28 de
noviembre de 2018 con mayor protagonismo estudiantil. El movimiento
social carga una estela de paros nacionales parcialmente fallidos
realizados durante los gobiernos de Juan Manuel Santos, de la que parece
ir mejorando lentamente y en términos relativos, en esta nueva
administración.
En la actual coyuntura la influencia del
contexto mundial y sobre todo la nueva ola de luchas anti neoliberales a
nivel regional ha resultado ser decisiva, de forma mucho más importante
que lo observado en los movimientos pasados. Existen aportes de los
Chalecos amarrillos en Francia y la huelga mundial por el clima a nivel
internacional, así como las protestas populares de Puerto Rico, Haití y
Honduras. Pero sobre todo, ha sido verdaderamente fuerte la influencia
del paro nacional Ecuador contra el paquetazo neoliberal del gobierno de
Lenin Moreno que logro una importante aunque victoria en sus
reivindicaciones o las jornadas nacionales de protesta en Chile contra
el gobierno de Sebastián Piñera y el modelo neoliberal.
La
jornada del 21 ha sido convocada por un Comité Nacional de Paro
constituido el pasado 30 de octubre, conformado por organizaciones
divididas como el Comando Nacional Unitario (CNU) de centrales
sindicales y pensionales, o la Organización Nacional Indígena de
Colombia (ONIC), así como instancias debilitadas como la Coordinadora de
Organizaciones Sociales (COS) protagonista de la convocatoria de abril o
la Cumbre Agraria. También hay referentes en temprana crisis como la
Unión Nacional de Estudiantes de la Educación Superior (UNEES). Aunque
el liderazgo sindical de esta convocatoria es claro, centrales
minoritarias como la Confederación General del Trabajo (CGT) y
Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC) han planteado
públicamente que no realizaran ceses laborales, por lo que la
mayoritaria Central Unitaria de Trabajadores (CUT) se ha recargado
labores de organización que exceden bastante su capacidad actual.
El llamado al nuevo paro nacional lanzado el pasado 4 de octubre ha
generado un clima político nuevo en el país. En pocos días el paro se ha
convertido en un tema central de debate público, suscitando una
importante adhesión espontánea de muchos sectores de la población, lo
que recuerda jornadas como las del 6 de marzo de 2008 o de forma más
reciente la movilización nacional contra el asesinato de líderes
sociales realizada el pasado 26 de julio de este año. Fuerzas políticas
centristas como sectores del Partido Verde, la opinión pública liberal, y
aún un pequeño sector de la farándula local, han llamado a participar
de esta convocatoria liderada por la izquierda social, lo que ha llevado
a la jornada a experimentar un súbito, inesperado y contradictorio
crecimiento.
Un gobierno a la defensiva
El gobierno de la coalición uribista-conservadora en cabeza de Duque,
experimenta una importante crisis de gobernabilidad tras el golpe que le
significo la renuncia y el remplazo del Ministro de Defensa Botero,
tras el escándalo del ocultamiento de los bombardeos del Caquetá. Este
es un nuevo avance en su proceso de debilitamiento tras su parcial
derrota en las elecciones regionales de octubre ante fuerzas centristas.
La convocatoria extraordinaria realizada por el gobierno del Centro
Democrático el pasado 12 de noviembre a la Comisión Permanente de
Política Salarial y Laboral, fue un intento infructuoso de resolver
ejecutivamente la situación de crisis social, que el gobierno teme
detone una protesta masiva.
La actual situación nacional esta
marcada por el aumento del desempleo hasta el 10.8% en agosto, el alza
de la pobreza monetaria frente al año pasado con la cifra de 27% de la
población en 2018 y el crecimiento de la sub registrada desigualdad
económica por primera vez en la década. También se registra el
incremento de la inflación acumulada entre enero y septiembre al 3.26%
que llega al doble en lo relativo al precio de los alimentos, así como
una elevación de la deuda externa hasta 134.940 millones de pesos y un
crecimiento del 188% en los últimos diez años y el continuo aumento del
déficit de la balanza comercial que creció más del doble entre agosto
del año pasado y el presente, en medio de la tendencia hacia el
crecimiento lento del PIB.
En esta coyuntura se enmarca la
agenda de contrarreforma laboral y pensional impulsada por Duque, que
más que un concreto paquetazo legislativo a la manera de Ecuador, es un
conjunto articulado de políticas económicas defendidas por el gobierno,
los gremios patronales y la gran prensa empresarial, que los diferentes
ministerios estatales han anunciado y buscan ir aprobando
progresivamente. Esta agenda en materia laboral supone la reducción del
salario mínimo y la formalización del ya extendido modelo de trabajo por
horas, y en materia pensional el desmonte del régimen solidario de
prima media y la instalación del modelo de aseguramiento privado que hoy
empobrece a miles de jubilados en el país y se inspira en la negativa
experiencia de Chile que hoy hace agua en las calles de ese país. Es
claro que muchas de estas políticas de precarización son ya una realidad
de hecho en el mundo del trabajo, pero su legalización supondría su
posible profundización y generalización.
Los militantes del
partido de gobierno han organizado una autentica campaña de miedo anti
socialista contra el paro, y en tiempos de reflote del terror
paramilitar han llamado a organizar Guardias Cívicas y cuerpos para
policiales para defender violentamente las instituciones supuestamente
amenazadas. El gobierno ha agitado la tesis de la amenaza institucional y
ha decidido reforzar con presencia militar puntos estratégicos de
Bogotá y otras ciudades del país, al tiempo que amaga con el toque de
queda y otras medidas de excepción. El ex presidente Uribe Vélez agita
el fantasma de los anarquistas internacionales detrás de las protestas, y
la derecha radical revive imaginariamente al disminuido Foro de Sau
Paulo y lo pone como organizador ficticio de todoas las rebeliones anti
neoliberales del continente. El gobierno aumenta una ola de sospechosas
expulsiones de supuestos extranjeros peligrosos alimentando sentimientos
xenófobos contra la población venezolana.
El movimiento popular en vísperas del paro
En vísperas del 21 de noviembre los niveles de actividad de los
movimientos populares son contradictorios. El paro se desarrollara en
medio de la continuación de la huelga en súper notariado y registro
iniciado el pasado 29 de octubre, y como continuación del plan de lucha
de las docentes del sector estatal agrupadas en Fecode, que movilizara
sus regionales hacia las capitales. De forma más parcial, se anuncia
ceses en el sector judicial liderados por gremios como Asonal que
buscarán iniciar desde esta fecha un paro indefinido, al tiempo que se
proyectan acciones de agitación en el sector de salud pública lideradas
por Anthoc.
El movimiento barrial esta desarticulado en parte
como consecuencia de la campaña electoral, aunque con miras a esta
movilización ha experimentado una reactivación parcial buscando
participar en las jornadas de protesta desde los territorios. El
movimiento estudiantil universitario experimenta paros indefinidos como
los de la Universidad Distrital y el más disminuido movimiento de la
Universidad Pedagógica Nacional, así como paros parciales de la
Universidad Nacional y movilizaciones del SENA y la Universidad Privada,
pero sus niveles de articulación general están mermados. Hay actividad
relevante entre estudiantes de secundaria, docentes de educación
superior y trabajadoras administrativas del sector educación.
El movimiento indígena se suma a la movilización, aunque solo la
Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN) de mayoría
nasa, parece enfocada en organizar una protesta de mayor masividad. El
movimiento campesino reunido en la Cumbre Agraria, proyecta algunos
elementos de movilización, aunque parece desarticulado. El pequeño pero
activo movimiento de mujeres se vuelve a movilizar, reactivado en parte
por la proximidad de las jornadas del 25 de noviembre, y sectores del
grande pero débil movimiento de disidencias sexuales puede encontrar
razones para sumarse a la convocatoria. Así mismo importantes franjas
del disperso movimiento ambiental confluirán en la protesta, lo mismo
que sectores del aún germinal movimiento animalista.
Nuestras perspectivas
Las anarquistas organizadas tenemos que participar en este movimiento
de protesta popular, aportando en su difusión, discusión, organización y
ejecución allí donde nos sea posible. Una vez más, las formas y los
contenidos de la protesta se entrecruzan, y la necesidad de la
organización de base en todos los sectores, la deliberación democrática y
la acción directa popular, se hacen vitales para el éxito de esta nueva
jornada de lucha.
Es claro que hay un clima de descontento
social e indignación entre importantes sectores de la población
trabajadora, especialmente entre los jóvenes, que tenemos la tarea de
convertir en conciencia de lucha, organización popular y movilización
política. Sin embargo entre abril y noviembre las deficiencias
estructurales del movimiento obrero, barrial, campesino o estudiantil
están muy lejos de haberse superado, algunas incluso se han agravado y
es posible que proyectemos tareas que aún no tenemos la fuerza de
cumplir por la debilidad de nuestro movimiento popular burocratizado y
fragmentado, con fuertes vacíos de participación, mal acostumbrado a la
retórica vacía, replegado por la coyuntura electoral y debilitado en su
autonomía organizativa y política.
El uribismo ha lanzado la
carta del anarquismo internacional como organizador fantasmagórico de la
protesta, retomando los tradicionales elementos de propaganda anti
anarquista que la derecha reaccionaria utiliza en tiempos de crisis. Las
anarquistas internacionalistas de carne y hueso muy minoritarias pero
activas en esta coyuntura, tenemos justamente la tarea de fortalecer los
elementos anárquicos de esta movilización, esto es fortalecer sus
gérmenes de auto organización, solidaridad y participación asamblearia,
sistemáticamente descuidados y despreciados por las direcciones
burocráticas. Al tiempo tenemos la importante tarea de seguir rompiendo
con el imaginario destructivo difundido por los enemigos políticos del
anarquismo, mostrando en la práctica, enseñando en la experiencia y
clarificando en la teoría todo el poder de organización, movilización y
creación que puede tener la alternativa socialista libertaria.
Este 21 de noviembre vamos al paro nacional.
¡A parar para avanzar, vamos al paro nacional!
¡Arriba las que luchan!
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