Un análisis sobre los extremos de la desigualdad
Una sociedad
civilizada, que busca su destino dentro del orden y las normas, que
produce y crece, que se educa y se cuida siempre lo hace bajo una ley
madre, una Constitución, un cuerpo jurídico. Este núcleo debe ser
intocable, inviolable y permanente ya que marca la autodeterminación de
un pueblo y con ello se asegura el estado de derecho que gesta la figura
del Estado. Ese pacto ancestral que determina el nacimiento de una
nación puede valer lo mismo que un puñado de papel picado arrojado al
aire si se topa frente a frente con el único enemigo de cualquier
pueblo: el poder fáctico. Llámenlo como quieran pero no se confundan con
pequeños círculos rojos a nivel local, un presidente despeinado o hasta
un país. No es un tipo, son varios; no tienen bandera, van por el mundo
ostentando sellos multinacionales y tienen un objetivo claro: la
supervivencia de ellos, su prole y por supuesto multiplicar sus
privilegios, nada mas.
Nos pusimos pillos hace un tiempo con el
término Lawfare al ver la secuencia en Brasil y vimos caer uno a uno los
referentes del mayor movimiento político regional latinoamericano de
los últimos 100 años. Fue demasiado para el imperio de la desolación que
se le niegue la oportunidad de dominar y reaccionaron en consecuencia
aunque esta mecánica no comienza ahora, solo se ha hecho mas visible. En
estos días donde cayó claramente la mano negra sobre Bolivia se pudo
observar los tres mecanismos primarios de la impunidad del poder real, a
saber, la desinformación, la negación y la justificación.
La
desinformación es clave, basta con recordar la suspensión del recuento
de votos una vez que se establecía una diferencia favorable hacia Evo
Morales generando confusión y división entre la población. El que maneja
información certera tiene la ventaja y es clara la apuesta de dicho
poder fáctico al control de la red global de medios de comunicación y
recursos de la Big Data.
La negación es otro aspecto de la
manipulación de masas donde se niega lo evidente aún contra todo sentido
común. Mientras medios internacionales mostraron el avance de
equipamiento militar sobre las calles, numerosas razias y actos de
represión hubo diferentes referentes del mundo que negaban la existencia
de un golpe de estado para luego reconocer como legítima una autoridad
viciada de nulidad. Lo cierto es que un presidente constitucionalmente
elegido tuvo que exiliarse y horas después una presidente autoproclamada
recibió los atributos de manos de un uniformado, más claro imposible.
Es cierto, para ser precisos no fue un Golpe de Estado lo ocurrido en
Bolivia sino que ha sido un golpe Al Estado. Una trompada al Pueblo.
La
justificación es la tercer pata en la mesa de las Pulseadas por el
poder y en ello juegan un papel preponderante las organizaciones
internacionales, los formadores de opinión y los monjes palaciegos.
Desde una artillería de frentes y pomposos sellos de goma justificaran
la barbarie en nombre de fines que dicen defender. Será la OEA, la OTAN o
cualquier otra sigla la que rubrique cual es la historia oficial y eso
sellará un paso más adelante en este derrotero. Hablarán de asegurar la
gobernanza y aniquilaran de cualquier modo al pensamiento rebelde a modo
de escarmiento, caso testigo o por simple deporte.
Algunos van a
asegurar que exagero o que me equivoco y la confirmación de la
existencia de este poder fáctico es igual a la demostración del viento.
No podrás ver el aire moverse pero si como se desplazan las hojas secas
en el suelo. Hasta aquí me referí a este viento que nos mueve en contra
de nuestra voluntad como Poder fáctico, Imperio, Mano negra, Poder real
mientras otros los señalan como los artífices del Nuevo orden y los
relacionan con sociedades secretas. Todo vale pero le pega en el
costado.
Acá no hay secretos, todo está a la vista y rubricado.
Dejan pistas por todos lados y lo único que les queda es ahumarnos como a
las abejas y gritarnos como a los bueyes. Ejecutaron siempre sus planes
cualquiera sea su nombre, lo hicieron con el Plan Cóndor y ahora lo
hacen con el planteado en el 2012 en la ciudad de Atlanta. Los
resultados son evidentes: control y explotación de recursos. Puede
cambiar la forma pero no el objetivo.
Su ventaja hasta aquí no la
nombré, dije algunos de sus tantos alias pero no dije el nombre que los
define, una cualidad primordial que describe en sí mismo todo su plan.
Esa definición es su gran ventaja y a la vez lo que los diferencia del
Pueblo, de las muchedumbres. Esa diferencia es justamente el origen de
la particularidad del sistema económico y social que buscan imponer
dando como resultado la desigualdad. La tipicidad es que ellos son
pocos, son una élite, apenas un club de selectos. Son el Poder
concentrado y nada mejor lo define.
Su concentración en ellos es
la clave, su mecanismo y su gran fortaleza. Al ser pocos logran ponerse
de acuerdo incluso cuando cambian de estrategia. El pueblo libre es todo
lo contrario, es plural, es disperso, desorganizado y por momentos
caótico. Lo peor de todo es que al Pueblo cuando lo golpean en el Estado
no sabe bien qué hacer y ello es porque antes que ocurra tanto de forma
colectiva o hasta de modo individual es incapaz de exteriorizar sus
objetivos. Todos sabemos en las tripas lo que queremos pero como
conjunto no lo expresamos y mucho menos lo hacemos valer.
No vamos
como colectivos sociales exigiendo participación activa en la creación y
control de políticas de Estado. Llenamos plazas pero nunca entraremos a
un ministerio más que para hacer un trámite. Nos contentamos con torpes
funcionamientos de república pero no ejercemos acciones democráticas
más que esporádicas delegaciones de representatividad. Y en particular
los trabajadores han logrado unirse en federaciones internacionales
donde se comparten experiencias a la baja y no logramos un plan
coordinado de lucha por un objetivo, ni siquiera hay un objetivo creo
pero si se animan a reconocerlo hasta puedo proponer algunos..
Mientras
ellos son silenciosos nosotros somos mudos. Las organizaciones
populares, ya sean sociales, sectoriales, de trabajadores, de minorías u
otros saben fortalecerse en la organización y la acuñación de poder
pero carece de planificación clara de cómo usar su poder día a día y
cómo repeler un ataque en caso de ser necesario, en caso de ser atacados
que por otro lado pasa todos los días. Disculpen si ofendo, pero salir
todos juntos a la calle a tirar piedras y romper vidrios no es el mejor
de los planes en caso que el poder concentrado se disponga a asaltar al
gobierno de un país. Cuando hicimos eso estamos llegando para los
postres de un plan ejecutado magistralmente. Es más, es la mejor excusa
para sacar los tanques a las calles y dejar el primer tendal de carne.
Somos
débiles en todo, en hacer leyes, poner representantes y hacer respetar
los mandatos constitucionales. Somos débiles en contrarrestar agresiones
y aclarar convenientemente cuando la falacia se impone a los hechos.
Somos más débiles aún porque creemos que somos débiles, que el
individualismo salva, que la garra no es necesaria y que nuestra
buenaventura llegará espontáneamente.
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