Panamá, reforma o revolución
Análisis de la coyuntura del 22 de octubre al 2 de noviembre del 2019 |
A modo de introducción
Le hemos tomado el título "Reforma o revolución" prestado a Rosa
Luxemburgo, quien dicho sea de paso influye en este análisis. La
coyuntura la podemos analizar con el siguiente telón de fondo: "la lucha
por la reforma social es el medio, la transformación social, el fin".
Una cosa no niega la otra o como diría Hegel en el prólogo a la Fenomenología:
“...en su fluir, constituyen al mismo tiempo otros tantos momentos de
una unidad orgánica, en la que, lejos de contradecirse, son todos
igualmente necesarios”. En nuestro contexto el problema está en la
incapacidad de la primera (las reformas) para llegar a sus raíces: la
explotación (de la naturaleza, de los seres humanos y el paisaje en
general) y revertir las desigualdades.
En las protestas contra
las reformas constitucionales hemos visto cómo cada grupo y clase social
expresan sus formas ideológicas. Unos sectores esgrimen posturas
reformistas y otros revolucionarias. Esto puede observarse tanto en las
consignas como el modo de manifestarse. Los acelerados cambios de los
liderazgos colectivos observados expresan la falta de unidad orgánica (a
partir de sus múltiples determinaciones) necesaria para lograr cambios
profundos.
El descontento contra las reformas ya lo había
observado Enoch Adames cuando señaló que, “...si el presidente no logra
un compromiso programático claro, antes de que eso se discuta, se va a
convertir en un pandemónium porque todos van a meter la mano”. En
efecto, eso fue lo que ocurrió. Entre los conflictos internos en el
sistema de partidos como la falta de orientación empantanan nuestro
horizonte.
En esta coyuntura también está una pregunta de
fondo: ¿qué país queremos? Muchos intelectuales y “líderes” políticos
hablan de un nuevo “pacto social”. Luego de treinta años de vida
“democrática” es inevitable ajustar cuentas con los problemas
estructurales (la seguridad social) que no hemos resuelto. El electorado
ya le está pasando factura a este sistema de partidos. Los ciudadanos
empiezan a mostrar su descontento en las calles. El partido en Gobierno:
el Partido Revolucionario Democrático (PRD), muestra una fractura
interna difícil de sanar si no se depura. Las guerras intestinas no
paran en su dirigencia, evidenciando su poca cultura política y endeble
capacidad para dirimir cívicamente sus diferencias.
La vanguardia: feministas, LGBTIQ+ y grupos estudiantiles organizados
Fueron las feministas las primeras en alzar su voz contra la Asamblea y
reformas constitucionales, desde hace varias semanas estaban en alerta
por el proyecto de Ley propuesto por la diputada Corina Cano sobre el
“registro del concebido no nacido”, al unísono protestaban contra el
diputado del PRD Arquesio Arias, acusado de “violación carnal y actos
libidinosos”, cuando se inició el “debate” sobre el paquete de reformas.
La comunidad LGBTIQ+ protestó inmediatamente contra artículos
conflictivos, en particular aquel donde el Estado reconoce únicamente el
matrimonio entre un hombre y una mujer, en el apartado vigente no se
hace explícito sino en el Código de Familia; también contra la propuesta
de reforma de sobreponer el derecho nacional sobre las normas
internacionales.
Los grupos estudiantiles organizados no están
en su mejor momento. De hecho son minoría. No tienen capacidad de
convocatoria más allá de su círculo inmediato. En esta coyuntura tanto
las feministas, los grupos LGBTIQ+ y los grupos estudiantiles
organizados dieron el primer paso contra las reformas constitucionales.
El 22 de octubre del 2019 los estudiantes universitarios bajo una tenue
lluvia irrumpieron la Asamblea Nacional de Panamá. Nada ni nadie se los
impidió. Afloró el conflicto entre el Poder Ejecutivo vs el Poder
Legislativo, situación que se afirmó cuando el presidente Nito Cortizo
señaló que la Asamblea tiene intereses para que la Constitución se
mantenga tal cual. El problema es que tanto los diputados (la mayoría
parlamentaria) como el presidente son del mismo partido: el PRD. La
comunidad universitaria se mostró beligerante al ver sus intereses
inmediatos afectados. Se reafirmó el compromiso adquirido de eliminar
los dos artículos (104 y 109) que afectaban la autonomía universitaria y
su gestión pública. Hasta la fecha este es el logro más importante
contra el paquete de reformas.
Los grupos estudiantiles
organizados, en particular los de la Universidad de Panamá, señalaron
que su lucha va más allá de la derogación de los artículos 104 y 109:
quieren una nueva Constitución. Estos estudiantes son más beligerantes
con respecto a los demás que se han sumado a las protestas. Los dos
primeros días, luego de irrumpir en la Asamblea, las protestas fueron
fuertemente reprimidas por los dispositivos de seguridad. Muchos de los
estudiantes apresados son de las capas medias. A partir de allí el
liderazgo cambió y puede ir cambiando aún más.
Las capas medias
Alonso Ramos señaló: "...los que están protestando son de capas
medias". En efecto, le asiste la razón. Las capas medias demostraron
mayor capacidad de convocatoria que los grupos estudiantiles
organizados. Por tanto, hubo un cambio de liderazgo colectivo, las
formas ideológicas de expresarse cambiaron, así como sus consignas,
métodos, etc., como también cambió la composición de clase de quienes
participaron mayoritariamente en las últimas protestas.
Las
capas medias expresan en sus formas ideológicas el reformismo, mientras
que los estudiantes universitarios organizados y feministas, expresan
por su parte un llamado a la transformación social. Ya hemos dicho que
la una no niega la otra, pero sí la limita cuando la primera se
convierte en el fin y no el medio.
Las capas medias señalan que
son "educadas", que no tiran piedras y rechazan cualquier manifestación
que altere el orden establecido. En sus marchas caminan en un paño de la
calle para no obstruir el tráfico, respetan los semáforos y hacen
silencio mientras pasan por delante de una Iglesia. Segregan de la
marcha y sus manifestaciones a quienes por ciertas características
fenotípicas e identidad etaria consideren sospechosos del alterar el
orden. Este sector importante de la sociedad supone en sus formas
ideológicas un descontento contra la Asamblea. Sus reivindicaciones
están asociadas a la transparencia, a la participación ciudadana y a la
meritocracia; al menos así lo sintetizó el diputado independiente
Gabriel Silva.
El liderazgo colectivo de las protestas contra
las reformas constitucionales está momentáneamente bajo la hegemonía de
las capas medias, dado la volatilidad de los hechos, la intermitencia y
la poca organicidad. En estas circunstancias, el liderazgo colectivo
puede cambiar de un día para otro si otros actores (el SUNTRACS que se
manifestó intermitentemente, indígenas, docentes) entran en juego. El
descontento se expresa de forma distinta en el rechazo general a las
reformas constitucionales.
¿Y la revolución, para cuándo?
En Panamá tenemos treinta años de “democracia” representativa dominada
por el sistema de partidos. La población tiene cada vez menos tolerancia
y participa menos de los procesos electorales. La mayoría de los
panameños considera como grave la corrupción. Mientras el crecimiento
económico se mantiene para algunos, aún hay quienes mueren de hambre.
El presidente de la República hizo un llamado al diálogo. Paralelamente
sus asesores trabajan sobre el documento y convida a los jóvenes que se
manifiestan en las calles a participar. ¿Qué jóvenes participarían?
Seguramente serán considerados interlocutores válidos aquellos con mayor
capacidad de convocatoria. En ese sentido, serían entonces los
estudiantes y jóvenes de las capas medias que expresan en sus formas
ideológicas el reformismo. Sería insensato que se descalifique a los
demás grupos minoritarios preocupados por estas reformas.
Si
queremos una transformación social tiene que ser desde abajo. Con la
participación activa de los espíritus contrapuestos de una sociedad.
Allí está el potencial. Si el presidente solo escucha a los sectores que
se limitan al reformismo, los cuales buscan un nuevo pacto social para
cambiar y quedar en lo mismo estará dilatando los cambios que el país
necesita. Si los sectores de las capas medias no entienden la necesidad
de escalar un peldaño más en la organización y lograr autonomía con
respecto a sectores y figuras “independientes” con agenda propia,
fracasaran en su empresa reformista. Si bien no hay las condiciones para
una revolución ni mayoritariamente está presente en el imaginario de
quienes protestan contra las reformas, si podemos afirmar que solo al
calor de las contradicciones se logran las grandes transformaciones.
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