José Steinsleger
La Jornada
Forjador de la conciencia antimperialista
de América Latina, Gregorio Selser puso fin a sus días el 27 de agosto
de 1991. Época en que las izquierdas trataban de recuperar la brújula y
el Consenso de Washington afilaba sus cuchillos junto con
el rey de todas las Españas, claro.
Fue la última batalla de nuestro amigo y maestro, quien supo ganar la
partida al sufrimiento cuando los dolores del cuerpo amenazan las
alegrías del alma. Y tomando, por consiguiente, una decisión que sólo
sus atributos podían enaltecer: coraje, integridad, consecuencia.
Prueba de ello figura en el libro Gregorio Selser: una leyenda del periodismo latinoamericano
(Universidad de La Plata, 2018, 461 páginas), escrito por el argentino
Julio Ferrer (1976) con cero recursos, pero sostenido en su honestidad
intelectual. Lo único que vale, al fin de cuentas, en un oficio poco
apto para melindrosos.
Ferrer trabajó cinco años en una investigación que, a las futuras
generaciones, permitirá entender de qué hablamos cuando hablamos de
periodismo. Una tarea que Selser empezó, formalmente, con Sandino, general de hombres libres (1955).
Publicado un año antes de que el poeta Rigoberto López Pérez
ajusticiara al tirano Anastasio Somoza (asesino de Sandino), el libro
fue corregido, ampliado y reditado en dos tomos de 800 páginas (1959),
con prólogo del guatemalteco Miguel Ángel Asturias. Y dos años después,
un grupo de muchachos que lo había leído, fundó el Frente Sandinista de
Liberación Nacional (FSLN) que el 19 de julio de 1979 acabó con la
tiranía somocista.
A propósito de periodistas y periodismo… ¿qué celebrar, a 40 años de
la revolución sandinista? ¿Aquel pasado luminoso y preñado de promesas, o
su presente cargado de traiciones y acechanzas? Algunos recordarán al
yanqui enemigo de la humanidad(evocado en el primer himno del FSLN), y otros dirán que el FSLN degeneró en
dictadura populista, ponderando la
democracia liberalque sólo existe en la imaginación.
Miserable dilema que Selser intuyó, luego del triunfo en las urnas de
la derecha nicaragüense (febrero de 1990), en momentos que las élites
intelectuales eran cooptadas con donaciones, becas, invitaciones,
premios. Porque así fue estimado por los asesores de Ronald Reagan:
Lo que más codician los intelectuales son la consideración y el reconocimiento( Documento de Santa Fe I, apartado F de
Educación, mayo de 1980).
Retomemos, en todo caso, las palabras del distinguido escritor que en
Managua afirmó frente a 227 intelectuales de EU, Canadá y América
Latina: “Las revoluciones siempre han sido exportables a lo largo de su
historia… la revolución norteamericana de 1776 fue traicionada por
contrarrevolucionarios fabricantes y comerciantes que se tragaron un
pedazo de México, Puerto Rico y Cuba”.
Sigue: “No hubiera habido nunca revolución francesa sin la revolución
de las 13 colonias norteamericanas, ni hubiesen existido las ideas de
Jefferson si no se hubiera inspirado en los enciclopedistas franceses
[…] nuestros libertadores criollos encontraron que las fórmulas más
seductoras y deslumbrantes para acabar con el yugo colonial venían desde
el norte, como más tarde vendrían de allí mismo todas nuestras
calamidades”.
Palabras de Sergio Ramírez, a tres días del cuarto aniversario de la
revolución (16 de julio de 1983). Que por entonces integraba la Junta
Sandinista de Gobierno, y más tarde la vicepresidencia de Nicaragua
junto al actual
dictadorDaniel Ortega…
En su libro, Julio Ferrer prefirió no divagar en tan espinoso asunto
porque su trabajo giraba en torno a la vida de Gregorio Selser. Por el
contrario, y dando muestras de amplitud, Ferrer solicitó a Ramírez y a
la escritora Gioconda Belli, su memoria sobre el periodista argentino.
Ambos respondieron con altura. Pero a ninguno (que hoy presumen de su amistad con el
paladín de la libertadMario Vargas Llosa) se le ocurrió condenar, por ejemplo, la condecoración del gobierno de Panamá a Selser
por su incesante lucha por la liberación del pueblo panameño(Orden Nacional Vasco Núñez de Balboa, 5 de agosto de 1989), galardón que Gregorio recibió de manos del
dictadorManuel Antonio Noriega, a cuatro meses de la sangrienta invasión militar yanqui en el país istmeño.
Claro que de eso, la
izquierda-moderna-enemiga-del-populismo, no habla. ¿Qué entonar, por fin, en el 40 aniversario de la revolución? ¿El himno del FSLN de 1979, o
cómo han pasado los años / qué mundo tan diferente / y aquí estamos frente a frente. Perdón: “¿como dos adolescentes?
Sólido libro de Ferrer y justiciero monumento editorial al hombre que
minuciosamente registró, por más de medio siglo, los atropellos del
imperialismo yanqui en América Latina. Gregorio Selser vive.
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