Washington no debe asumir como un éxito la disminución del flujo de personas
En junio, el número de migrantes detenidos por
autoridades de Estados Unidos disminuyó, acción que no debería tomarse
como un éxito político por la administración de Donald Trump, pues
factores estacionales y las medidas emprendidas en México forman parte
importante de la ecuación, advirtió la Oficina en Washington para
Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus siglas en inglés).
El especialista de la organización con sede en Estados Unidos, Adam
Isacson, destaca en un análisis que mientras la Oficina de Aduanas y
Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés)
informó de una disminución de las detenciones en la frontera suroeste;
menores de edad y familias continúan huyendo de países centroamericanos a
niveles récord.
En este contexto, criticó que en lugar de preparar mejor a las
agencias de Estados Unidos para hacer frente a un mayor número de
centroamericanos vulnerables, la administración de Trump ha promulgado
políticas que causan más daño a los migrantes y contribuyen a generar
mayor caos, como la implementación de los Protocolos de Protección a
Migrantes, conocido como el programa Quédate en México, con el fin de
que solicitantes de asilo en Estados Unidos esperen sus procesos en
territorio mexicano.
Agregó que políticas duras como los PPM y el despliegue de elementos
de la Guardia Nacional para la contención de la migración coadyuvaron de
alguna forma a la reducción de las detenciones. Sin embargo, también
han jugado un papel relevante las variaciones estacionales, pues la
frontera es abrasadora en junio y la disminución de migrantes es normal.
A su vez, los traficantes de personas indocumentadas probablemente
también han retirado sus operaciones de forma momentánea en respuesta al
despliegue de 21 mil guardias y ahora están en un modo de
ver y esperar.
Adam Isacson expuso que la disminución no significa que la crisis
humanitaria en la frontera esté resuelta. Recordó que en 2014, el Plan
Frontera Sur contribuyó a una caída similar en la migración infantil y
familiar. También se vio una fuerte reducción a principios de 2017,
cuando los traficantes de personas detuvieron sus actividades después de
la toma de posesión de Donald Trump. En ambas ocasiones, tras unos
meses, los flujos de niños y familias en situación de movilidad
comenzaron a aumentar de nuevo.
La razón de estas recuperaciones graduales, expone Isacson, es que
los migrantes y los traficantes de personas se ajustan: adoptan nuevas
rutas por México y los contrabandistas corrompen a los funcionarios con
casi total impunidad.
Hay pocas razones para esperar que esta vez no sea diferente, ya que las fuerzas que impulsan a las personas a abandonar los países de América Central siguen siendo tan intensas como siempre, advierte el especialista de la WOLA.
Ana Langner
Periódico La Jornada
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