“La mitad de quienes vienen aquí, aproximadamente, vive en la calle.
Hay familias enteras que necesitan comer; en algunos casos se nota que
no están acostumbrados y sienten vergüenza de su situación”, contó a IPS
un empleado de un bufete jurídico, Eduardo Alemán, quien lleva años en
tareas solidarias.
“Esto es más que una olla comunitaria. Aquí les damos un abrazo y
ponemos mesas para que la gente se conozca y este sea también un espacio
de dignidad”, agregó Alemán, mientras organizaba a los voluntarios que
no paraban de llegar a la plaza principal de Buenos Aires, frente a la
Casa Rosada, sede del gobierno.
“Las
muertes de la gente que duerme en la calle se producen cuando las
temperaturas bajan de 4 o 5 grados (centígrados). Esta vez tuvimos cinco
muertes en pocos días en distintos lugares del país y entonces
decidimos hacer ruido en los medios para que todo el mundo se
movilizara”: IPS Juan Carr.
Argentina vive una brutal crisis económica que desde el año ha hecho
aumentar la pobreza y la desocupación y ha triturado el poder de compra
de los trabajadores informales, debido a una tasa de inflación superior a
50 por ciento anual.
Para ver las consecuencias solo hay que caminar por las calles de
Buenos Aires. Hoy es común lo que antes era esporádico: encontrar gente
durmiendo en los ingresos de los edificios públicos o de bancos, en las
estaciones de metro o simplemente en las aceras.
El gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
admite un crecimiento, pero mínimo: dice que un relevamiento de abril
pasado arrojó que hay 1.146 personas en situación de calle, contra 1.091
que había en 2018 y 1.066 de 2017.
En cambio, un censo realizado por más de 30 organizaciones de la
sociedad civil junto al Ministerio Público de la Defensa de la ciudad y
otros organismos públicos independientes, difundido a comienzos de de
julio, reveló que hay 7.251 personas viviendo en las calles.
Las mismas organizaciones habían realizado en 2017 un relevamiento
similar, en el que participan cientos de voluntarios, que durante cuatro
jornadas recorren la ciudad desde que cae la noche hasta la madrugada.
Aquella vez el número final fue sensiblemente menor: 4.413 personas.
“El gobierno de la ciudad simplemente sale un día y cuenta a los que
encuentra. Para hacer un trabajo serio necesita el compromiso de muchas
personas, como en el censo que hicimos nosotros”, dijo a IPS el defensor
general de la Ciudad Autónoma, Horacio Corti.
Corti agregó que “más allá de lo cuantitativo, aquí hay niños, niñas,
adolescentes, ancianos. Para hacer una política pública hay que contar
de verdad, entender que son personas e indagar por qué están en la
calle”.
La Defensoría fue promotora del caso en el que, en febrero, la Corte
Suprema de Justicia argentina reconoció el derecho a la vivienda digna.
Fue a raíz reclamo de una mujer que vivía con sus dos hijos en una
casa de un asentamiento precario de Buenos Aires que fue destruida por
un incendio. A pesar de ello, la realidad de muchas personas es
distinta.
A comienzos de julio, una ola de frío polar golpeó buena parte del
país, la primera del invierno austral argentino. En pocos días murió en
Buenos Aires una persona que dormía en la calle y otras cuatro en
distintas ciudades.
Entonces River Plate y otros clubes deportivos de la capital abrieron
sus puertas para dar comida caliente y un lugar donde pasar la noche a
los sin techo y otros necesitados.
En la primera jornada llegaron al estadio de fútbol del River 242
personas, de las cuales 113 se quedaron a dormir en un espacioso salón,
bajo una de las tribunas del célebre estadio donde se jugó la final de
la Copa Mundial de Fútbol en 1978. Al día siguiente hubo 340 asistentes y
140 pasaron la noche.
Uno de los que estuvo esas dos noches fue Carlos Daniel Rúa, un
hombre de 55 años que llevaba entonces solo 10 días sin techo, durmiendo
en trenes o en ómnibus para guarecerse del frío del invierno austral.
“Yo vivía en una pieza (habitación) en Ituzaingó (al oeste de Buenos
Aires), pero me echaron porque debo cinco meses de alquiler. Ando con
lo que tengo puesto; el dueño se quedó con todas mis pertenencias hasta
que le pague”, le contó a IPS mientras se fumaba un cigarrillo en las
afueras del imponente estadio.
La historia de Rúa es la de mucha gente en el último tiempo. “Yo
trabajaba en una pequeña fábrica de válvulas para lavarropas. El
propietario estuvo cinco meses sin pagarnos el sueldo, hasta que un día
cerró la fábrica y desapareció, sin pagarnos indemnización”, relató.
El contexto del empobrecimiento
Esa realidad es producto de una caída de la actividad económica que,
según datos oficiales, en el primer cuatrimestre de este año fue de 4,6
por ciento con respecto al mismo período del año pasado. De acuerdo a
estimaciones privadas, cada día están cerrando unas 25 pequeñas y
medianas empresas (de hasta 200 empleados) en todo el país.
En este país del Cono Sur americano y una potencia agrícola mundial,
con 44 millones de personas, según las últimas cifras oficiales
correspondientes a 2018, hay 14 millones de pobres, de los cuales 2,7
millones son indigentes que no logran cubrir sus necesidades
alimentarias.
En 2018, se agregaron 2.650.000 nuevos pobres en la cuarta economía
latinoamericana, como consecuencia de la devaluación en más de 100 por
ciento de la moneda local, el peso, y una inflación que superó 50 por
ciento anual.
La crisis de 2018, provocada por falta de financiamiento, llevó al
gobierno del centroderechista Mauricio Macri a buscar un programa de
rescate del Fondo Monetario Internacional (FMI), que ya desembolsó
44.000 de 56.000 millones previstos, en contrapartida a un severo
programa de ajuste fiscal.
Pese a ello, este año, la inflación continuó muy elevada, en un
contexto de congelamiento de programas sociales y de salarios
estancados, por lo que se espera que el índice de pobreza
correspondiente al primer semestre de 2019 sea superior al de 2018.
Las mayores victimas
La situación hace mucho más dura la vida de quienes, acostumbrados a
la pobreza, dependen de “changas”, como llaman los argentinos a las
tareas ocasionales e informales. Diana, una mujer que prefirió no dar su
apellido, contó que ya dejó de buscar trabajo.
“Me dijeron que como me faltan dientes es muy difícil que me den
algo; que hace falta buena presencia”, explicó a IPS mientras se
preparaba para pasar la noche bajo la tribuna de River.
Había llegado a Buenos Aires desde el suburbio de José León Suárez,
para buscar objetos de valor entre los residuos de los barrios de clase
media, y la apertura del club le permitió no volver a su casa y ahorrar
el dinero del transporte.
En la segunda semana de julio, el frío dio una tregua en Buenos Aires
y la temperaturas comenzaron a ubicarse por encima de los 10 grados.
Organizaciones solidarias comenzaron a prepararse entonces para la
siguiente ola de frío intenso.
“Las muertes de la gente que duerme en la calle se producen cuando
las temperaturas bajan de 4 o 5 grados (centígrados). Esta vez tuvimos
cinco muertes en pocos días en distintos lugares del país y entonces
decidimos hacer ruido en los medios para que todo el mundo se
movilizara”, contó a IPS Juan Carr, fundador de la Red Solidaria.
Carr, cuya fundación opera hace 20 años, fue quien invitó a River y
al resto de los clubes deportivos a abrir sus puertas en las noches de
frío más intenso.
“Los clubes tuvieron una respuesta fabulosa, igual que mucha gente
común. El teléfono de Buenos Aires en el que se reciben las denuncias de
que hay personas en la calle que necesitan ayuda pasó de 1.000 llamadas
diarias a 3.000 en la primera semana de julio”, dijo.
Carr dice que no tiene cifras propias de personas sin techo, aunque
no las considera lo más importante. “No es el momento de discutir
números, sino de atender un estado de necesidad que es extraordinario”,
explicó.
Edición: Estrella Gutiérrez
No hay comentarios:
Publicar un comentario