La Jornada:
José Antonio Rojas Nieto
Sigamos con el análisis de la evolución reciente de la economía estadunidense. A este respecto permítaseme comentar hoy algunos indicadores sobre esa evolución y extraer algunas ideas sobre la marcha económica de nuestros vecinos del norte. En realidad, también sobre nosotros mismos, en la medida en que cada vez estamos más vinculados con ese paso.
En opinión de muchos especialistas, esa tendencia hacia una mayor participación de las ganancias financieras en detrimento de las no financieras –agrícolas, mineras y manufactureras; de construcción, electricidad, agua y gas natural, básicamente, aunque también se incluyen las comerciales y algunos servicios comunales y sociales– hace más difícil la continuidad de la parte virtuosa del ciclo económico. ¿Cuál? La que permite la recuperación de la inversión, la producción, el empleo, la productividad y, evidentemente y a pesar de las severas limitaciones contemporáneas, del salario y las remuneraciones. La que genera el excedente económico.
Me refiero a las limitaciones que implica la mayor precariedad del empleo, como trataré de anotarlo pronto. Lo cierto es que al ver –siempre a manera de ejemplo– los importantes indicadores de producción industrial, capacidad industrial instalada y ociosa –recíproco de la utilizada– notaremos esas dificultades de la economía vecina para sostener su crecimiento.
Comentemos el comportamiento de los últimos años, posteriores a la severa caída de 2008 y 2009, que llevó a la producción industrial a un descenso del orden de 15 por ciento en la primavera de 2009. Pues bien, luego de la recuperación iniciada en el segundo semestre de 2009, a partir del mismo periodo de 2010 la economía vecina ingresó a un ciclo de crecimientos cada vez menores. Ya en la primavera de 2015 esos crecimientos no sólo fueron cada vez menores, sino negativos. Y permanecieron así, negativos, dos años. Sólo hasta comienzos de 2017 nuevamente se recuperaron crecimientos industriales positivos. Este ciclo ha durado dos años y medio, aunque –como lo comenté antes– desde octubre del año pasado hasta este mes los crecimientos son cada vez menores.
Al observar la evolución de la inversión es posible no sólo explicarlo, sino imaginar que nuevamente habrá crecimientos negativos. Sí, deterioro industrial en dos o tres meses más. A lo primero, Perogrullo le llama desaceleración. Y recesión cuando las tasas positivas no sólo se hacen cada vez menores, sino negativas. Lo cierto es que hay desaceleración industrial desde hace nueve meses. Y es altamente probable que en unos meses más haya recesión.
Muchos funcionarios gubernamentales vecinos aseguran que la economía vecina continúa creciendo. Es cierto, pero lo hace con más dificultad. Y como expresión de una formación de capital que desde hace tres trimestres dejó de mostrar tasas de crecimiento crecientes. Y sí, en cambio, tasas cada vez menores. Sí, nuestros vecinos están en desaceleración. Y es altamente probable –al ver el sobrequipamiento al que han arribado y el mayor margen de capacidad ociosa– que pronto ingresen a una fase recesiva en su economía. Asunto que, sin duda, es muy pero muy delicado para nosotros. Para nuestra economía. Sin duda. Una vez más hay que estar atentos para actuar en consecuencia. De veras.
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