En los últimos
tiempos se ha utilizado la técnica de introducir como caballos de Troya
en países de América Latina a personajes que con una fachada de
posiciones progresistas, cuando llegan al poder o a cargos relevantes,
se deshacen de las caretas y se alinean a Estados Unidos en aras de
destruir a gobiernos nacionalistas surgidos en la región.
El
caballo de Troya fue una trampa con forma de enorme caballo de madera
que usaron los griegos como estrategia para introducirse en la ciudad
fortificada de Troya.
Tomado por los troyanos como signo de su victoria, el caballo fue
llevado dentro de los gigantescos muros, sin saber que en su interior se
ocultaban varios soldados enemigos. Durante la noche, los guerreros
salieron del caballo, mataron a los centinelas y abrieron las puertas de
la ciudad para permitir la entrada del ejército griego, lo que provocó
la caída definitiva de Troya.
Esa historia ha dado origen a dos
expresiones idiomáticas: “caballo de Troya”: es decir, un engaño
destructivo, y “presente griego”, algo concebido como aparentemente
agradable pero que trae consigo graves consecuencias.
El primer
caballo de Troya humano de los últimos tiempos en América Latina fue el
actual secretario general de la Organización de Estados Americanos
(OEA), Luís Almagro quien nació en 1963 en Paysandú, Uruguay. Integró el
partido Frente Amplio (del que fue expulsado recientemente por sus
posiciones ultraderechistas al frente de la OEA); ministro de Relaciones
Exteriores de Uruguay durante el gobierno de José Mujica y embajador en
China en el primer Gobierno de Tabaré Vázquez.
La obsesión de
Almagro al frente de la OEA es la que le ordena la administración de
Donald Trump: tratar de derrocar por todos los medios a los legítimos
gobiernos de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia.
Este sujeto
que cambia de pensar como el camaleón, ha apoyado huelgas, intentos de
golpe de Estado y hasta magnicidio para destruir a la Revolución
Bolivariana y lanza amenazas y difama constantemente sobre las
realidades de Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia, pero la técnica
empleada no le ha dado resultado en ninguno de los cuatro países.
El segundo caballo de Troya humano resultó ser el actual mandatario de
Ecuador Lenin Moreno, quien durante la presidencia de Rafael Correa
fungió como vicepresidente y entonces apoyaba la exitosa política social
a favor del pueblo que llevó a cabo el Partido Alianza País.
Moreno se presentó a las elecciones como el continuador de la Revolución
Ciudadana, un proceso de transformaciones profundas que cambió
radicalmente, y para bien, a la sociedad ecuatoriana. Al dar un giro
diametral hacia el neoliberalismo, traicionó no solo la confianza
depositada en él por la ciudadanía que lo hizo presidente, sino también a
Correa que lo ayudó a llegar al Palacio de Carondolet como si fuera un
digno sustituto.
Tras ser elegido ha hecho lo indecible por
desmantelar la Revolución Ciudadana y denigró a los anteriores
funcionarios del Gobierno; restauró a los banqueros y la oligarquía
mediática en la dirección del poder tras bambalinas; se esforzó por
destruir la Unión de Naciones del Sur (UNASUR) y la Comunidad de Estados
latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Sus acciones las ha realizado con
la visión de un fiel servidor de Washington.
Por último, en la
trilogía de los últimos caballos de Troya humanos en América Latina
aparece la actual Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos, Michelle Bachelet.
Hija de Alberto HYPERLINK "https://es.wikipedia.org/wiki/Alberto_Bachelet" Bachelet , general de brigada de la Fuerza Aérea de Chile y miembro del gobierno de la Unidad Popular liderado por Salvador Allende, Michelle estudió medicina en la Universidad de Chile, período en que ingresó a las filas del Partido Socialista. Tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, su padre fue detenido por la dictadura militar, torturado y muerto en prisión y Michelle junto a su madre, Ángela Jeria, pasaron a la clandestinidad. En 1975 ambas fueron detenidas y torturadas en Villa Grimaldi por los organismos represivos de la dictadura, antes de partir al exilio político. Esa historia de lucha se ha ido desvaneciendo en años precedentes.
La doctora Bachelet ostentó en dos períodos no consecutivos la presidencia de Chile. También fue la primera presidenta pro tempore
de UNASUR y la pionera encargada de ONU Mujeres para la igualdad de
género. Ciertamente en sus años al frente de Chile, dejó intacta las
leyes que habían sido aprobadas durante la dictadura de Pinochet.
Ahora, tras su visita a Venezuela donde conoció a pacientes con
enfermedades crónicas, incluidos niños y adolescentes que no han podido
continuar sus tratamientos y trasplantes médicos por el bloqueo
económico-financiero lanzado por Washington contra la nación
bolivariana, divulgó un informe que lejos de relacionar los logros
alcanzados en los últimos años por esa nación pese a amenazas, intentos
de golpes de Estado y de magnicidio diseñados por Estados Unidos, echa
leña al fuego para que se cierre más el cerco contra Venezuela.
En el informe se realizan más de 20 recomendaciones al Gobierno de
Nicolás Maduro y hace caso omiso a los numerosos avances que ha tenido
su gestión en materia de derechos humanos. Omitió mencionar las víctimas
de los hechos violentos ocurridos en el país durante 2013, 2014 y 2017,
en los que un centenar de ciudadanos fueron quemados y agredidos por
ser “chavistas”
Por solo citar dos casos, Bachelet conversó con
la madre de Orlando Figuera, quien fue quemado vivo y también escuchó
al padre de Elvis Durán, degollado por sectores antigubernamentales,
pero su informe no hizo ninguna mención al respecto.
Como
denuncio el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado
Cabello, el documento se ha convertido en un instrumento más del
imperialismo contra el pueblo de Venezuela.
Almagro, Moreno y
Bachellet se han transformado en los nuevos caballos de Troya humanos,
aliados de Estados Unidos en su lucha contra los gobiernos y movimientos
progresistas de América Latina.
Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.
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