República Dominicana
Tras prostituir el
sufragio y convertir el acuerdo de impunidad en un aspecto importante
del pacto de clase, las élites gobernantes dominicanas utilizan la
coyuntura electoral como escenario para el desfile de las más
abominables manifestaciones de atraso político en República Dominicana.
En la actualidad, el atraso político se manifiesta en el ejercicio
de los dirigentes de la derecha y de las asociaciones para el saqueo a
las cuales ellos y sus servidores en el ámbito intelectual insisten en
llamar partidos, permea las actuaciones de los grupos de izquierda y de
pseudoizquierda y condiciona, en el discurso y en el accionar, a
candidatos que pretenden presentarse como progresistas a pesar de que
durante muchos años han caminado junto a la derecha.
Danilo Medina “derrotado”
En la edición del 7 de mayo del año 2007, en una reseña sobre la
convención del Partido de la Liberación Dominicana, PLD, es citada
textualmente la declaración de Danilo Medina: “Desde que se inició el
proceso tuve plena conciencia de que se trataba de una competencia con
el Estado Dominicano y el Estado se impuso. Por los resultados
preliminares que hemos recibido esta noche, está claro que la reelección
se impuso y que los números les favorecen, queremos reconocer ante
ustedes que los números les favorecen”.
Doce años después,
controlando el PLD y dirigiendo el Estado, explica su decisión de no
postularse para un tercer período a partir de una convicción
inexistente, desmentida por su trayectoria misma: “…por más que ame
servir a nuestra patria desde la presidencia de la República, por más
que desee seguir trabajando a favor del pueblo dominicano, hay normas y
principios que trascienden la labor de un hombre o de un gobierno, y es
nuestra responsabilidad preservarlos”.
No puede ahora decir que
derrotaron sus intenciones la práctica de excluir al pueblo (aunque la
publicidad engañosa y la demagogia de las mal llamadas visitas sorpresa
lo disimulen), la situación de vulnerabilidad creada por el hecho de
servirse de la corrupción y, por qué no decirlo, de ejercerla, y la
dependencia de los dictados imperialistas que no han pretendido
enfrentar los dirigentes del PLD desde el gobierno.
No se
enfrenta a rivales que no puedan comprar voluntades en el Congreso
Nacional, por lo cual nunca estuvo garantizada la mayoría para impulsar
una reforma constitucional. Además, en el caso de que, utilizando los
recursos del Estado, lograra imponerla, no estaba garantizada la
reelección.
Dado que el PLD se fortaleció como maquinaria
saqueadora y no como partido político propiamente dicho, la mayoría
organizacional puede pasar del control de Leonel Fernández al de Danilo
Medina o al del grupo que obtenga las posiciones cimeras en el Estado,
que emita nombramientos, otorgue empleos y reparta privilegios.
Al partido no puede apostar, y menos al pueblo, para resistir el chantaje imperialista.
En este momento, Mike Pompeo, quien como funcionario de Donald Trump
tiene que oponerse a Evo Morales y hasta a una posible reelección de
Andrés Manuel López Obrador y que no reconoce a Danilo Medina como un
servidor con mayores capacidades que quienes se le oponen, en una
manifestación de grosero injerencismo (gestionada por Marco Rubio y Bob
Menéndez y apadrinada desde aquí por Vincho Castillo y sus allegados)
telefoneó a Danilo Medina (y, claro, lo hizo público) diciéndole que
debía respetar la institucionalidad y la Constitución.
Doce
días después, Danilo Medina citó esos mismos “principios” (las comillas
van, porque citados por Pompeo, por Marco Rubio, por Bob Menéndez y por
Danilo Medina son simples mentiras), y dijo: “Cuando llegue al término
de mi segundo mandato y deje la Presidencia de la República, quiero
poder salir a la calle a caminar como un ciudadano más y mirar a las
personas a los ojos con la tranquilidad que dan el deber cumplido, la
honestidad y la humildad”.
No se podía esperar un discurso
despojado de mentiras (se atrevió a hablar incluso de honestidad y
humildad), pero se entendió que no se repostularía.
Las
maniobras para seguir participando en la toma de decisiones, las pone en
manos de aliados de otros grupos (el atraso político asume cualquier
color). Hipólito Mejía y Federico Antún Batlle manifiestan apoyo a una
posible reforma constitucional con el detalle de que se podría
rehabilitar a Danilo Medina para el año 2024. ¡Mal disimulado acuerdo de
aposento!
Ese acuerdo, sustentado en el atraso político, es su
punto de apoyo para seguir actuando después que lo ha desechado el
sistema que lo utiliza y arrodilla y le ha impedido, incluso, reconocer
que ha sido derrotado.
La continuidad del atraso
Los sustentadores del sistema utilizan la coyuntura electoral para
presentar como nuevo lo que ya está lleno de remiendos y para lanzar
agua aparentemente limpia sobre lo que ya no puede ocultar la condición
de podrido.
¿Por qué dijo Danilo Medina que el PLD traerá
sangre nueva? ¿Acaso le cabe sangre nueva a Leonel Fernández, después de
presidir gobiernos represivos, sanguinarios, corruptos y entreguistas?
¿Y en los precandidatos del PLD que han sido funcionarios de gobiernos
corruptos, algunos de los cuales han quemado las gorras, pero no sin
antes mirar hacia otro lado ante denuncias de corrupción que involucran a
Leonel Fernández, Danilo Medina y quienes han hecho el papel de
recaudadores y guardianes de los cuantiosos recursos dispendiados por
ellos?
Pero además, ¿no están sucios del mismo lodo los
exfuncionarios que en el gobierno encabezado por Hipólito Mejía amasaron
fortunas a través de sucios pactos y del cobro de “generosos” sobornos?
Personas que se autodefinen como progresistas y
revolucionarias presentan como nueva figura a Luis Abinader, procedente
de una familia que ha amasado fortuna a través de privilegios que le han
concedido ilegalmente los pésimos representantes que ha tenido el
Estado, neoliberal de cuerpo entero y opuesto a toda política dirigida a
redistribuir el ingreso y la riqueza.
¿Es sangre nueva,
solo por tener corta edad, David Collado, colocado en un importante
puesto con el apadrinamiento del grupo Vicini y el visto bueno del
propio Danilo Medina?
Como si fuera la ausencia de arrugas
condición necesaria y suficiente para constituirse en representante de
lo nuevo, Quique Antún, saqueador por definición, pues nada limpio
representó en su paso por el Estado, ha puesto trajes rojos a un grupito
de jóvenes provenientes de los sectores privilegiados, ha buscado
publicistas para crear consignas llamativas, y con el nombre de
MOVIMIENTO BASTA YA y vestimenta roja, puso el grupo a desfilar en la
concentración del movimiento Marcha Verde.
Si un cirujano pudo
quitar del rostro de Quique Antún las arrugas, es seguro que nada ni
nadie le quitará la marca de su trayectoria ecocida y dispendiosa.
¿Habrá una nueva opción?
Es tarea pendiente en República Dominicana la creación de una nueva
opción política, y está probado que su realización pasa por enfrentar al
vigente sistema de privilegios, soborno y crimen.
Del
despertar de conciencias en torno a los problemas generados por la
corrupción y el aglutinamiento del descontento logrado en parte a través
del Movimiento Marcha Verde, hay que pasar a la politización del
reclamo y al fortalecimiento de la conciencia de clase, algo que la
dirección de Marcha Verde no tiene en agenda.
Dentro del propio
movimiento hay grupos que se oponen al avance político y es preciso
identificarlos e impedir que se adueñen del escenario creado.
El poder mediático presenta rostros nuevos, pero se une a la
conspiración del silencio contra toda propuesta dirigida a desmontar la
estructura de corrupción, fraude y saqueo montada a requerimiento de la
clase dominante y mantenida a beneficio de ella.
El avance, en
términos políticos, no consiste en quemar la gorra del PLD después de
fomentar la impunidad y consentir el abuso contra el pueblo, tampoco en
presentarse como descendiente de revolucionarios y al mismo tiempo
llamar al pueblo a participar en un espectáculo electorero dirigido a
prolongar impunidad a los saqueadores.
Quienes dicen que los
sectores conscientes han sido incapaces de organizarse y formar una
nueva opción, tienen razón en hacer tal afirmación, pero no por ello hay
que consentirles su adhesión a grupos aliados a la oligarquía y en
consecuencia enemigos del pueblo.
No se combate la podredumbre
sumándose a ella o apañando alguna de sus facetas, sino denunciándola y
enfrentándola… La lucha es larga y difícil, pero no se acorta
adhiriéndose al atraso político.
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