La crónica roja, sangrienta, inicia cada mañana con la apología al Vampiro Mayor: el Fondo Monetario Internacional.
Este
organismo multilateral es la peor desgracia que nos ha tocado a los
habitantes del Planeta, sector países colonizados. El FMI es la mano
poderosa que exprime hasta el último centavo de nuestros magrísimos
bolsillos y la última gota de sangre de nuestros pueblos. El que avala
con discursos técnicos, el latrocinio que cometen las oligarquías,
facilitándoles los dólares para que puedan continuar llenando sus
cuentas en los paraísos fiscales. Guste o no guste, esta es la realidad,
aunque se la vista de seda.
En
estos días, escuchábamos en la TV, los cantos de sirena dirigidos al
futuro nuevo gobierno del Ecuador, “sea cual sea su ideología” que la
Seguridad Social debe ser privatizada o casi; hay que disminuir el
gasto corriente que genera déficit fiscal (sueldos y salarios, nuevos
despedidos); realizar la reforma-flexibilización laboral y; la
eliminación paulatina, palabra mágica, de los subsidios. Es decir la
gestión del fracaso en todo el mundo donde se aplicó.
Sostenían, con un tono dulce y melifluo (melcochudo) que “…los ecuatorianos hemos sido muy egoístas al no aceptar la ley humanitaria de compartir, que propuso el Gobierno…”. Es
decir, el cinismo caminando por las calles de Washington. Que el seguro
no alcanza porque han despedido a tantos centenares de miles que ya no
cotizan, los jubilados deben ser más solidarios y entender que deben
recibir menos y los próximos, jubilarse a mayor edad. No se habló de
disminución de los intereses agiotistas, ni repatriación voluntaria de
los miles de millones de dólares obtenidos en el País y que están en los
paraísos fiscales y mucho menos pedir ni un centavo de impuestos a los
más ricos, salvo ese tibio intento del Presidente de solicitar el pago
adelantado de impuestos a las empresas que ganaron más de 5 millones de
dólares en 2019. Intento que ya fuera rechazado por los propietarios.
Todo dicho con el tonito conciliador de que “todos debemos ajustarnos los cinturones” que suena al mexicanísimo “ya nos jodimos todos ustedes”. Así comienza la crónica roja y el FMI Vampiro Mayor, ya forma parte de los encabezados de ella.
A
renglón seguido vienen los temas de la “corrupción” tratados también en
el mismo nivel de crónica roja, donde los culpables son todos
“correístas”. La condena a Rafael Correa y
su impedimento de participar en las elecciones de 2021 se esgrimen como
el gran triunfo nacional, sin pudor ni vergüenza, se habla de este
atentado democrático como si fuera la bandera por la que hay que luchar.
Da la triste y exacta “coincidencia” que el mismo día se condena a
Evo Morales a no participar en las elecciones en Bolivia. Golpistas con
la OEA unos, golpistas con el Poder Judicial los otros. Al igual que
Lula, Rafael ni Evo, ganadores seguros por voluntad popular, han sido
sacados de la carrera electoral. La estrategia funciona, aúllan desde
Washington los propietarios y aplauden los pequeños de aquí.
De
la crónica Roja ya desaparecieron la venta de los hospitales, los
sobreprecios de los insumos, salvo para ligarlos a los mencionados
Correístas. Desaparecieron los que se hicieron pasar por discapacitados y
obtener un carnet para pagar menos impuestos. Más de dos mil fueron
reconocidos como tales en los primeros meses de la pandemia, e
importaron carros de lujo, e incluso un asambleísta aprovechó para
disminuir la pensión alimenticia de su hijo, ese sí discapacitado. Si
eso no es corrupción… nunca se mencionan por supuesto, otras denuncias
vinculadas al gobierno.
En
esa crónica roja se desliza la acusación contra Paola Pabón, y peor aún
se desliza la infamia de que se la volverá a encarcelar, por haber
querido pedir asilo en la Embajada de México. Sobre esto hay que
aclarar para les lectores, que en primer lugar el asilo es un derecho
reconocido en la Declaración Universal de los Derecho Humanos (artículo
14), pero la infamia radica, en primer lugar, que no lo ha solicitado y
en segundo lugar que, a pesar de ser un invento, el juez lo incluye como
una posible causal para que vuelva a la cárcel. La propia Embajada de
México ha indicado que no hubo ningún acercamiento ni solicitud. Es
decir, hechos políticos incorporados a la noticia relatada como crónica
roja y policial, que forma parte de la estrategia del fake news y
lawfare. Al final el juez decide que se presente tres veces por semana a
la Fiscalía. Pérdida de tiempo enorme para quien tiene las tareas de
Prefecta (Gobernadora de la Provincia).
El
tercer nivel de la noticia son homicidios donde los protagonistas son
barrios pobres, feminicidios, niñas violadas y asesinadas y ladrones
filmados robando casas, establecimientos, tiendas o vehículos. A esta
tenebrosa presentación de las noticias, ya se incluye en las
internacionales, terroríficas escenas de policías blancos matando gente
negra en los EEUU, quemas de locales y Donald Trump comienza aparecer
para los canales nacionales, como el hombre que quiere poner orden.
Finalmente,
la muerte. Las cifras del contagio y fallecimientos a causa del
Covid-19. Poco claras, pero lo único que sabemos es que el Gobierno
Nacional cada vez asume menos responsabilidad y anuncia que a partir del
12 de setiembre, cada uno se las arregla como puede y que son los
municipios y gobiernos locales los responsables de regular nuestra vida y
nuestra muerte.
La Seguridad Ciudadana y las elecciones
Este
procedimiento de mantener aterrorizada a la población y de
irresponsabilidad frente a la pandemia crea una sensación de inseguridad
generada de manera exprofesa, anunciando que lo mejor será un gobierno
de mano dura y no un gobierno democrático garantista de derechos. Es
decir, prepara las condiciones para justificar la indispensable elección
del gobernante represivo. O peor aún la desaparición, por arte de
birlibirloque, de la posibilidad de presentase al binomio de las fuerzas
progresistas, sea quien sea el candidato que acompañe a Andrés Araúz a
la Vice Presidencia por la lista número 1. Araúz ya tiene más del 30% de
intención del voto según encuestas de la propia derecha.
Si
algo es innegable entre las muchas virtudes de la década ganada, es que
la seguridad ciudadana se convirtió en un hecho real y palpable y
solamente para entregar algunas ideas finales les comparto lo siguiente.
Hay
dos estrategias predominantes para enfrentar el grave problema de la
inseguridad ciudadana. La primera y la más usada es la versión
represiva, de la que andan enamorados históricamente los sectores
de la derecha, pero de la cual no se libran gobiernos de la izquierda
con las excepciones de Nicaragua y Cuba. La forma policial, militar y
punitiva con aumento de penas en cárceles, que son las principales
escuelas del delito, disminución de edad para el castigo e incluso no
faltan quienes claman por la pena de muerte o armar a la ciudadanía
(léase a los ricos). Décadas de represión dan como resultado lo que hoy
tenemos: más inseguridad, mayor corrupción de las policías mal pagadas y
crecimiento desmedido de los cuerpos privados de seguridad que se
vuelven pequeños ejércitos con poco o ningún control ciudadano.
La segunda estrategia combina la participación ciudadana, organizada conjuntamente con la estructura policial depurada
y es la que ha dado pruebas de mayor eficacia, aquí y en todo el Mundo.
Ella funciona en el marco de un Proyecto Nacional cuyo objetivo
primordial es el combate a la pobreza, la democratización del acceso a
los recursos y la priorización de un Estado que invierta en servicios y
educación para las mayorías. La defensa de las fronteras contra el
crimen organizado, la defensa del ciudadano contra la delincuencia
común, pasa en primer lugar por redistribuir. El paso siguiente es incluir al ciudadano y la ciudadana, jóvenes y adultos, a las tareas de prevención y seguridad ciudadana.
Las
elecciones que deben venir, nos llevan como ciudadanos y como
electorado, a escoger este segundo modelo. Votar por la derecha es votar
por la represión. Votar por el Proyecto Nacional es votar por la
democracia, la redistribución de la riqueza y el multilateralismo en las
relaciones internacionales. Es votar por el bienestar y por la
seguridad ciudadana participativa. Ya lo conocemos, ya está mejorado el
modelo. Vamos por ello, nada es incondicional, todo es perfectible, menos el capital y la codicia, por encima del ser humano.
https://www.alainet.org/es/articulo/208833
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