David Brooks
▲ Manifestantes de Black Lives Matter levantan el puño al paso de una
caravana en respaldo al presidente Donald Trump ayer en un vecindario de
Los Ángeles.Foto Afp
“En Estados Unidos, 2020
se podría llamar ‘el año que nos quitó el aliento’: del Covid a George
Floyd, gas lacrimógeno y ahora incendios forestales”, me comenta la
veterana luchadora social y política, Barbara Dudley, quien reside en
Portland, Oregon.
El año empezó con alarma por la transmisión aérea del nuevo virus,
obligándonos a cubrir boca y nariz, a no respirar juntos, para no
contagiarnos entre todos, y menos cantar (ya que eso lo arrojaba más
lejos y amplio).
Continuó con la muerte de George Floyd cuando un policía colocó su
rodilla sobre el cuello del afroestadunidense durante casi nueve minutos
hasta quitarle la vida. Las últimas palabras de Floyd fueron
no puedo respirar, las cuales se han convertido en una de las consignas del masivo movimiento de protesta social Black Lives Matter, que ha sacudido al país.
En varias ciudades las protestas fueron confrontadas por las
autoridades con violencia y gas lacrimógeno. Las imágenes de calles bajo
nubes de gas desde Washington DC hasta Portland, entre varias ciudades
más, fueron transmitidas por el mundo. Esas imágenes ahora son
utilizadas por Trump y su campaña de relección advirtiendo que
así se verá Estados Unidos en un gobierno de Biden (el candidato demócrata). El único problema –aunque los seguidores del presidente parecen no entenderlo– es que esas son imágenes de un Estados Unidos con Trump.
Mientras, la costa noroeste del país ahora padece de la peor calidad
de aire en el mundo por los cientos de incendios incontrolados sin
precedente en esa región. El humo y la ceniza de bosques incendiados ha
vuelto entre anaranjados y rojos los cielos de San Francisco y la costa
del norte de California, Oregon y el estado de Washington, ocultando a
veces el sol.
El gobernador de California declaró:
si quieren ver los efectos del cambio climático, vengan aquí. No son sólo incendios sino, según los científicos, son los fenómenos pronosticados durante años por los efectos del cambio climático. Sólo que no se esperaban tan pronto, y con tanta furia. La magnitud de los incendios no tiene precedente en esa región, con cientos de miles de hectáreas quemadas en unas cuantas semanas, con más de 10 por ciento de la población de Oregon bajo órdenes de evacuación y con funcionarios expresando temor de
un incidente de fatalidad masiva.
Ni los incendios escapan de la tormenta política, en la cual Trump
casi ha ignorado la catástrofe (algunos señalan que los tres estados más
afectados son mayoritariamente demócratas), aunque anunció que pasará
por parte de esa zona este lunes mientras criticaba el manejo de los
bosques por los gobiernos demócratas. Al mismo tiempo, la FBI ha tenido
que desmentir mensajes que circulan en redes sociales de que
los anarquistas, los
antifasy otros
izquierdistasson responsables de los incendios y que tienen la intención de asaltar casas evacuadas para robarlas.
Pero los incendios son responsabilidad de todos los gobernantes, de
ambos partidos, que rehusaron atender la emergencia del cambio climático
durante años. No se puede respirar como resultado directo de la
inacción e irresponsabilidad de las cúpulas políticas del país,
incluyendo ahora a un presidente que ha ordenado el retiro de Estados
Unidos del pacto de París sobre el cambio climático y sistemáticamente
anulando normas ambientales desde que llegó a la Casa Blanca.
En tanto, no dejan de quitar el aliento las maniobras de Trump y la
derecha para sabotear el proceso electoral, suprimir la disidencia y a
los periodistas, entre otras actividades conocidas por los que han
vivido bajo gobiernos autoritarios.
Esta máquina mata a fascistas, dice un letrero al lado del piano que toca un músico callejero en medio de Washington Square en Nueva York, obviamente en homenaje a la misma frase que decoraba la guitarra de legendario cantautor Woody Guthrie. Tal vez cantando se podrá empezar a respirar otra vez en este país. Pero mucho depende de la canción y de las dimensiones del coro que la cante para interrumpir la asfixia en el Estados Unidos de 2020.
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