A50 años de la histórica
victoria electoral de Salvador Allende, abanderado de la Unidad Popular
(UP) a la presidencia de Chile, es necesario reflexionar sobre aquel
primer intento, a escala universal, de avanzar hacia el socialismo por
la vía electoral. El gobierno de la UP duró escasamente cuatro años,
pero pudo acumular en ese tiempo valiosas experiencias en la
construcción socialista. Aunque sus enseñanzas también son válidas para
gobiernos que no se proponen el socialismo, como los actuales de
Argentina y México, pero tienen en común con aquel el afectar
importantes intereses oligárquicos e imperialistas, que no se resignan a
perder sus privilegios y por eso ofrecen la más encarnizada resistencia
a los gobiernos populares, a costa incluso de arremeter contra el
estado de derecho, en una actitud crecientemente golpista.
Después del triunfo de la revolución cubana, América Latina y el
Caribe devinieron campo de batalla política y, en algunos casos,
militar, entre el imperialismo yanqui, aliado a las oligarquías locales,
y las fuerzas populares. Chile fue un caso emblemático. Ahí, como en
ningún otro país en nuestra región, un experimentado movimiento de
izquierda de orientación marxista y una clase obrera combativa,
organizada y politizada habían conquistado un espacio político e
institucional considerable y tenían posibilidades de llegar al gobierno
por la vía electoral con un programa socialista de hondo contenido
antimperialista. Existía, además, un prestigioso líder, Allende, que
aunque no contaba con el respaldo de sectores de su propio Partido
Socialista (PS), poseía gran arrastre electoral, sobre todo en la clase
obrera, y gozaba del apoyo del Partido Comunista de Chile y la
entrañable amistad y solidaridad de Fidel Castro. Una radicalización a
la izquierda de sectores de clases medias llevó a numerosos militantes
jóvenes a abandonar la Democracia Cristiana (DC) para apoyar a Allende.
En el PS muchos no creían en la audaz propuesta de su candidato, quien, a
partir de un análisis de las singulares condiciones de Chile, postulaba
la tesis de que en su país era posible transitar al socialismo por la
vía electoral. En efecto, el gran líder popular resultó ganador de la
presidencia en las elecciones de 1970.
Estados Unidos había decidido desde antes echar en el país andino un
pulso decisivo en el enfrentamiento de clase que se desplegaba a escala
de nuestra América. Acuñó con el candidato de la Democracia Cristiana
(DC) Eduardo Frei el demagógico lema de
revolución en libertadpara contraponerlo a la revolución cubana, que había desencadenado al sur del río Bravo un prolongado y vigoroso ciclo de luchas populares. Como demuestran documentos desclasificados, la CIA, desde las elecciones presidenciales de 1964, en que Allende se enfrentaba como candidato a Frei, inyectó a favor de su campaña 2.6 millones de dólares, invirtió 3 millones de dólares en propaganda contra Allende y posteriormente se ufanó de que esa y otras maniobras fueron indispensables para el éxito de Frei. En las elecciones del 4 de septiembre de 1970, la agencia canalizó 350 mil dólares a la campaña del derechista Jorge Alessandri por medio de la trasnacional ITT e invirtió entre 800 mil y un millón de dólares para manipular el resultado electoral, consignó después el informe del Comité Church del Senado estadunidense.
El resultado de los comicios: Allende, 36.6 por ciento; Alessandri,
34.9 y el candidato de la DC Radomiro Tomic, 27.8. El 24 de octubre el
pleno del Congreso, de acuerdo con la Constitución, debía elegir entre
las dos mayorías más altas. Desde Washington, el presidente Richard
Nixon ordenó a la CIA evitar que Allende asumiera la presidencia. Pero
no le funcionó su plan porque Allende y Tomic (aunque democristiano, de
orientación constitucionalista y progresista) habían acordado que uno
reconocería la victoria del otro si la diferencia superaba 5 mil
sufragios. Para colmo un plan B de la CIA, que culminó en el asesinato
de René Schneider, comandante en jefe del ejército, favoreció el voto de
la DC a favor de Allende.
Nacionalización del cobre, profundización de la reforma agraria,
constitución de un amplio sector social de la economía con participación
obrera, incluyendo los bancos, aumento de salarios, robustecimiento del
mercado interno, política exterior latinoamericanista, no alineada y de
paz, restablecimiento de relaciones con la Cuba hermana, son, entre
otros, grandes logros del gobierno de la UP. La gestión allendista
heredó quebradas las arcas públicas por todas las importaciones
suntuarias realizadas para mejorar la imagen de Frei. Encima Estados
Unidos lo asfixió económicamente y desencadenó una terrible ola fascista
culminada con el sangriento golpe de Estado del 11 de septiembre de
1973 que, trágico presagio, encontró a los revolucionarios chilenos
desunidos. La soldadesca fascista conminó a Allende a rendirse, pero
éste resistió horas en el Palacio de la Moneda, donde murió abrazado al
fusil Kalashnikov que un día le obsequiara Fidel. ¡Allende vive hoy en
la rebelión antineoliberal chilena!
Twitter: @aguerraguerra
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