Haití
CELAG
Las protestas populares en Haití son un episodio de las consecuencias, cada vez más estructurales y catastróficas, de una historia de saqueo y olvido. |
En Haití la crisis
de régimen se agudiza luego de semanas de protestas ininterrumpidas. Los
disturbios actuales son la culminación de más de un año de agitación y
casi tres años de descontento con el actual mandatario, Jovenel Moïse.
Los manifestantes se aglutinan en el Palacio Nacional, en las oficinas
de la ONU y en las calles para demandar la renuncia del presidente. La
crisis política no es nueva sino que condensa, cuanto menos, los dos
últimos gobiernos del Partido Haitiano Tet Kale (PHTK). Su fundador,
Michel Martelly (2011-2016), al igual que su discípulo Moïse, son
acusados de desviar los fondos de la ayuda internacional de las dos
últimas catástrofes climáticas que azotaron la isla. Como consecuencia,
la población fue condenada al hambre, la pandemia y el debacle de su
economía. Lucrar con la desgracia de millones de compatriotas parece ser
la receta del “capitalismo del desastre”[1]. Una vez más, tal como lo
hiciera en su origen como “la otredad incómoda” de la Revolución
Francesa, Haití muestra que, por encima de cualquier valor universal de
humanidad, para la comunidad internacional los “negocios son
negocios”[2].
Haití presenta uno de los mayores niveles de
inseguridad alimentaria del mundo, con más de la mitad de la población
–y el 22% de los niños del país- con desnutrición crónica. Su Índice de
Desarrollo Humano la posiciona entre los últimos puestos, no sólo de la
región sino del mundo: 168 sobre 189 países[3]. Los indicadores de la
calidad de vida de la población son apabullantes y, además, Haití debe
hacer frente a las catástrofes naturales que azotan el Caribe. El Índice
de Riesgo Climático Global de 2019 coloca a Haití en cuarto lugar de
entre los países más afectados por los desastres climáticos anuales,
ranking que encabezan Puerto Rico –donde se logró en las calles la
renuncia de su gobernador[4], también acusado de malversar fondos de
ayuda- y Honduras, sobre cuyo presidente pesan graves acusaciones de
fraude, corrupción y narcotráfico[5].
A casi diez años del
terremoto más devastador y mortífero de su historia, Haití no sólo sigue
sin recuperarse de esos destrozos, sino que sufre una nueva crisis
política y social que se agravó desde mediados de septiembre. En un
contexto de inflación del 15%, un déficit de $89,6 millones de dólares, y
una moneda (gourde) en rápida devaluación, se espera que este año la
crisis humanitaria solo empeore. Sumado a esto, la crisis del suministro
de electricidad, debido a la falta de gasolina, terminó por desatar el
descontento social frente a una cotidianeidad desbaratada: no funcionan
el transporte público, el comercio ni las escuelas.
Así, las
habituales catástrofes naturales han terminado por naturalizar las
consecuencias sociales de los problemas políticos, los cuales involucran
a actores locales que de ningún modo lograrían sortear la crisis sin la
venia de los intereses internacionales y la invisibilización de la
crisis por parte de sus vecinos latinoamericanos, concentrados en la
situación venezolana.
Un presidente ilegítimo, el origen de la crisis actual
Moïse llegó a la política como un outsider[6],
representando a la elite agraria gracias a su rol como dirigente de
Agritrans, una empresa bananera del nordeste. Su experiencia política
previa era nula, pero fue escogido por Martelly (PHTK) como su sucesor.
En las elecciones primarias de octubre de 2015 Moïse obtuvo el primer
lugar con un 32,81%. Sin embargo, los comicios estuvieron signados por
las denuncias de fraude, intimidación de votantes y protestas
callejeras, por lo que finalmente fueron anulados. Martelly, con el
apoyo de los Estados Unidos (EE. UU)., la Organización de los Estados
Americanos (OEA) y de otros gobiernos extranjeros, quería cuanto antes
resolver el traspaso del Gobierno a su sucesor. Sin embargo, los
funcionarios electorales -debido a las persistentes protestas sociales y
una nueva catástrofe, el paso del huracán Matthew- demoraron en tres
oportunidades consecutivas una nueva votación ante la amenaza de
violencia incontenible[7].
El malestar social que aglutinó al
arco opositor, líderes religiosos y empresariales, así como miembros de
la diáspora haitiana y organizaciones de derechos humanos, se condensó
en la falta de transparencia de los procesos electorales y la necesidad
de reformar el proceso de votación. Entre febrero de 2016 y febrero de
2017 se estableció un Gobierno interino a cargo de Jocelerme Privert,
quien fue electo por la Asamblea Nacional para llenar el vacío de poder
tras la finalización del mandato de Michel Martelly. Unas nuevas
elecciones se desarrollaron en noviembre de 2016 y, a contrapelo de la
coyuntura, Moïse resultó electo en primera vuelta con el 55,67% de los
votos[8]. Nuevamente, la denuncia de fraude empañó unos comicios que
demoraron más de un mes en ser validados.
Sumada a la escasa
legitimidad de origen, el incremento de la conflictividad social y la
crisis política tienen tres elementos clave: (1) la crisis del
combustible; (2) un gran recambio institucional y (3) la manifiesta
corrupción de sus funcionarios.
En cuanto al precio del
combustible, desde 2005 el Gobierno de Hugo Chávez creó el Programa
Petrocaribe, el cual permitió a Haití comprar, desde 2006, petróleo a
precio subsidiado. Los fondos liberados por este beneficio permitían
favorecer al desarrollo de infraestructura y programas sociales, de
salud y educación. Producto del bloqueo y la crisis económica que
atraviesa, en marzo de 2018 Venezuela detuvo los envíos de barriles a
precio subsidiado. Sumado al fin del beneficio, el Gobierno haitiano
anunció en julio del mismo año la eliminación de los subsidios a la
energía. Esta impopular medida estuvo en consonancia con lo acordado en
febrero de 2018 con el Fondo Monetario Internacional (FMI): un paquete
de reformas estructurales a su economía, eufemismo utilizado para
nombrar el ajuste. A cambio, el organismo prometió préstamos financieros
por 96 millones de dólares para ayudar al país a pagar su deuda[9]. El
ciclo de una nueva crisis política comenzó con el aumento del petróleo y
sus derivados: 38% la gasolina, 47% el diesel y 51% el kerosene[10].
Frente a ello, la calle volvió a estallar, las protestas se masificaron y
la policía reprimió, generando más muerte y más caos. Finalmente, la
medida fue derogada.
Como consecuencia del ajuste impulsado por
el FMI, se agudizó la crisis institucional caracterizada por un recambio
permanente de funcionarios, especialmente del primer ministro, cargo
que tiene como función la mediación entre el Poder Ejecutivo y el
Legislativo para lograr gobernabilidad y consenso. Luego de la oleada
masiva de protestas de julio de 2018, Jack Guy Lafontant presentó su
renuncia. Moïse, entonces, buscó reemplazarlo con un conocido abogado y
exrival presidencial, Jean-Henry Céant, intentando de esta forma lograr
la unidad con la oposición. Tan sólo seis meses después, Céant fue
removido. Su sucesor fue Jean-Michel Lapin, quien duró apenas cuatro
meses en el cargo para finalmente presentar su renuncia proclamando la
falta de acuerdo entre los actores políticos. Horas más tarde, el
presidente Moïse nombró a su cuarto primer ministro, Fritz-William
Michel, portador de un perfil más tecnócrata y hasta entonces
funcionario del Ministerio de Economía y Finanzas. A diferencia de sus
antecesores, Lapin ni siquiera consiguió la ratificación de su cargo por
parte del Senado –no porque el oficialismo careciera de mayoría sino
debido a los disturbios ocasionados-, por lo que formalmente todo el
Gabinete carece de institucionalidad. La última intentona de lograr la
designación de Lapin, en septiembre de este año, culminó con un senador
del oficialismo, Jean-Marie Ralph Féthière, descargando un arma de fuego
contra los manifestantes en el Parlamento con el saldo de un fotógrafo y
un guardaespaldas heridos[11].
Por último, en febrero de 2019 estalló el escándalo de corrupción popularizado como #PetroCaribeChallenge. El hashtag se originó mediante un tweet
que preguntaba en creole: ¿Dónde está el dinero de PetroCaribe? Desde
entonces comenzaron el activismo por una auditaría colectiva y una nueva
oleada de movilizaciones contra el Gobierno haitiano, acusado de
malversar miles de millones de dólares provenientes del subsidio
venezolano. Como corolario de la gran movilización ciudadana, a fines de
mayo el Tribunal de Cuentas entregó al Senado un informe mediante el
cual concluyó que al menos 14 exfuncionarios malversaron más de 3.800
millones de dólares del programa Petrocaribe entre 2008 y 2016. Sobre el
actual mandatario, el informe detalla que Agritrans fue adjudicataria
de contratos para construir proyectos bananeros y carreteras que jamás
fueron realizados, a pesar de recibir el dinero para tales fines[12].
¿Ayuda o injerencia internacional?
¿Es
Haití un Estado fallido? Desde su independencia y su primera
Constitución, en 1804, Haití pasó por 30 golpes de Estado y tuvo 20
constituciones. Actualmente, vive una de sus mayores crisis
sociopolíticas desde la ocurrida en su bicentenario (2004) con el golpe a
Jean Bertrand Aristide, luego de que éste manifestara que Haití
exigiría una reparación histórica a Francia, su exmetrópoli. Finalmente,
Francia tomó la iniciativa en la solución de la crisis haitiana y forzó
la dimisión de Aristide. En febrero de 2004 el mandatario abandonó
Haití en un avión estadounidense, escoltado por militares de ese país.
Desde entonces y hasta octubre de 2017 el país fue intervenido por la
ONU (Organización de Naciones Unidas) mediante la Misión de
Estabilización de las Naciones Unidas para Haití (MINUSTAH)[13].
Posteriormente, se adoptó la forma de Misión de las Naciones Unidas de
Apoyo a la Justicia en Haití (MINUJUSTH), una misión que buscó
estandarizar el sistema de administración de Justicia de Haití a los
modelos implementados en las últimas dos décadas en la región. La
MINUJUSTH garantizó un contingente policial como forma de “alivianar” el
uso de la fuerza. No obstante, con la tendencia regional de
militarización de las fuerzas de seguridad esto se traduce en el
mantenimiento de la ocupación y la represión. La prórroga de existencia
de la misión concluyó su mandato el 15 de octubre de 2019, lo que no
implica que la ONU abandone Haití sino, más bien, que busque nuevas
formas de injerencia[14][15].
Si
bien laayuda humanitaria tiene como objetivo proporcionar alimento,
asistencia sanitaria y psicológica con aprobación del Gobierno y sin
violar su soberanía -especialmente frente a catástrofes naturales- en la
práctica ha sido desvirtuada paraintervenir militarmentenaciones,
derrocar gobiernos y apoderarse de su riqueza natural[16]. Luego del
terremoto de 2010, la MINUSTAH “colaboró” con una comisión de 7 mil
soldados y policías. El saldo: cientos de denuncias de abusos sexuales y
una epidemia de cólera causada por quienes fueron a brindar
“asistencia”[17][18].
De acuerdo al exdirector del Fondo de
Asistencia Económico y Social (FAES) de Haití entre 2012 y 2015, Klaus
Eberwein, sólo el 0,6% de las donaciones internacionales terminó en
manos de organizaciones haitianas, un 9,6% en manos del Gobierno
haitiano y el 89,8% restante fue canalizado a organizaciones no
haitianas. Lamentablemente, Eberwein fue hallado sin vida con un disparo
en la sien en un hotel en Miami antes de comparecer frente a una
comisión anticorrupción del Senado haitiano sobre los fondos de
Petrocaribe y las malas prácticas de la Fundación Clinton[19].
Los
fondos se tradujeron en la proliferación de ONGs que comenzaron a
proveer funciones que solía cubrir el Estado, consolidando una nueva
etapa en la agenda del sistema neoliberal. Mientras las ONGs avanzaban
el Estado se retraía, incidiendo tanto en la soberanía como en la
autodeterminación del país[20]. La intermediación de las organizaciones
permite que quienes las financian, como el Banco Mundial, el Gobierno de
EE. UU. , el Fondo Monetario Internacional o empresas transnacionales,
obtengan la liberación de las barreras arancelarias, lo que termina por
devastar la producción interna y, por tanto, la economía del país
mediante la privatización de los servicios públicos y la contratación de
empresas privadas internacionales para ofrecerlos. Este mapa configura
lo que la economista Naomi Klein ha denominado como “capitalismo de
desastre”, que opera junto con la “doctrina del shock”. Según su tesis
las crisis derivadas de catástrofes, como en el caso de Haití, habilitan
oportunidades de negocios para la inversión privada, así las potencias y
los intereses de las multinacionales consiguen anclarse en el
territorio arrasado de la mano de las ONGs.
A modo de conclusión
El
PHTK es el actual garante de los negocios del capital internacional,
fundamentalmente mediante el traspaso de tierras campesinas a
transnacionales estadounidenses. Para ello sólo cuenta con un escueto
sector de la oligarquía local, quien se beneficia con una parte del
desvío de fondos a expensas de la mayoría de la población. La
exacerbación de la dependencia de la ayuda internacional combina el
tradicional colonialismo con una nueva fase del neoliberalismo como
gestor del desastre. La influencia norteamericana consolidó una economía
haitiana predominantemente extractiva -aproximadamente 2.000 millones
en depósitos minerales explotados principalmente por corporaciones
estadounidenses y canadienses-[21]. Actualmente, dicha influencia es el
único sostén de un presidente impopular, cuya dimisión sigue exigiendo
el pueblo en sus protestas masivas.
Mientras los líderes de la
oposición llaman a los manifestantes a no claudicar hasta obtener la
renuncia de Moïse, la consigna se hace carne: “les estamos diciendo a
las personas que viven en el área de Cité Soleil y a la población
haitiana que se levanten para derrocar a este Gobierno” afirmó Francois
Pericat, un participante en las protestas del 27 de septiembre a The
Associated Press en alusión a un barrio pobre y sobrepoblado de Puerto
Príncipe.”El presidente Jovenel Moïse no está haciendo nada por
nosotros, sólo nos está matando”[22]. Moïse asumió la Presidencia un 7
de febrero, fecha emblemática que recuerda el final de casi 30 años de
dictadura (1957-1986) de la familia Duvalier, François (Papa Doc) y su
hijo Jean-Claude (Baby Doc), quien finalmente huyó de la isla producto
de las protestas generalizadas. Luego del anuncio del cierre de la
MINUJUSTH, Moïse ha afirmado que no presentará su renuncia y dice no
querer tener otro 1986 [23]; sin embargo, la sublevación popular está
cada vez más cerca de repetir la hazaña.
Notas:[1] Naomi Klein, La doctrina del shock. El auge del capitalismo de desastre, Paidós, Argentina, 2008.
[2] https://www.celag.org/haiti-herida-abierta-de-america-latina/
[3] https://reliefweb.int/sites/reliefweb.int/files/resources/Haiti%20Country%20Brief_%20August_2019.pdf
[4] https://www.celag.org/puerto-rico-afilando-cuchillos/
[5] https://www.celag.org/honduras-una-decada-de-golpes-e-inestabilidad/
[6] https://www.voanoticias.com/a/haiti-presidente-moise-investidura-trump-eeuu/3705034.html
[7] https://www.nytimes.com/es/2016/02/06/editorial-haiti-democracia-en-pausa/
[8] https://www.celag.org/informe-electoral-haiti/
[9] https://www.nodal.am/2019/10/decadas-de-neoliberalismo-neocolonialismo-e-injusticia-climatica-han-llevado-a-haiti-al-limite-por-keston-k-perry/
[10] https://pulsonoticias.com.ar/8911/el-fmi-agita-las-llamas-de-la-insurreccion-en-haiti/
[11] https://www.ap.org/ap-in-the-news/2019/ap-photographer-wounded-in-haiti-shooting
[12] https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-48711839
[13] http://www.ieee.es/Galerias/fichero/cuadernos/CE-131.pdf
[14] https://news.un.org/es/story/2019/10/1463911
[15] https://mundo.sputniknews.com/america-latina/201910161088993267-mision-de-paz-de-la-onu-concluye-mandato-en-haiti-sin-impedir-brotes-de-violencia/
[16] https://www.theguardian.com/world/2019/oct/11/haiti-and-the-failed-promise-of-us-aid
[17] https://www.celag.org/haiti-resultado-intervencion-humanitaria/
[18] https://www.nytimes.com/2017/06/26/world/americas/cholera-haiti-united-nations-peacekeepers-yemen.html
[19] http://www.resumenlatinoamericano.org/2017/08/08/hallan-muerto-a-un-funcionario-de-haiti-que-iba-a-denunciar-a-la-fundacion-clinton/
[20] https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-37614689
[21] https://www.nodal.am/2019/10/decadas-de-neoliberalismo-neocolonialismo-e-injusticia-climatica-han-llevado-a-haiti-al-limite-por-keston-k-perry/
[22] https://www.nytimes.com/2019/09/28/world/americas/haiti-protests-moise.html
[23] https://www.jornada.com.mx/2019/10/16/mundo/026n4mun
Fuente: http://www.celag.org/haiti-protestas-interminables-en-una-republica-olvidada/
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