Los pueblos muestran su
fuerza, el poder de la movilización y de la unidad cuando se asume una
causa común, las evidencias están en las calles de las grandes ciudades
latinoamericanas, reclamos indígenas, obreros, campesinos, estudiantiles
y ciudadanos, reclamos sociales y económicos, profundos, ancestrales y
modernos, reclamos de una nueva política y otras direcciones para el
porvenir de los países, los pueblos se expresan contra la opresión, la
represión, la criminalización de la protesta, contra las medidas
neoliberales, se gesta el fin de la “oleada conservadora” para ir en
este otoño-invierno delineando la nueva primavera en Nuestra América, el
ciclo de fortalecimiento de la resistencia se agiliza, los motores de
la historia se sacuden a gran velocidad, la lucha de clases se revela
con vigencia sea como análisis o sea como realidad concreta, Ecuador,
Guatemala, Honduras, Uruguay, Costa Rica, Chile y Colombia se
estremecen, mientras Cuba y Venezuela enfrentan bloqueos genocidas y
campañas permanentes de agresión imperialista, a estas naciones hay que
sumar ahora, los intentos conservadores de generar caos y un golpe de
estado en Bolivia después de la reciente elección, en Nicaragua la
provocación se mantiene en Nicaragua, por su parte, México en la
coyuntura actual juega como bisagra de unidad por su renovada política
exterior aunque tiene a un costado, la permanente mano del imperialismo
por frontera y herencia invocada por los sectores reaccionarios. La
geografía latinoamericana se ve marcada por focos insurrectos populares
que nuevamente cuestionan consciente o inconscientemente las estructuras
del capitalismo neocolonial, las voces de las masas irredentas gritan
por el fin de la desigualdad agudizada, la primavera venidera tendrá
entre sus flores una pujante imaginación colectiva cargada de conciencia
en el porvenir.
En Honduras miles protestan desde la pasada semana
demandando la renuncia del presidente Juan Orlando Hernández, a raíz de
las denuncias divulgadas acusándolo de vínculos con el narcotráfico. Las
denuncias se dieron a conocer durante el juicio que enfrenta el hermano
del presidente en Nueva York, Juan Antonio “Tony” Hernández, acusado
por tráfico de armas, perjurio y narcotráfico. En el mismo juicio, se
vincula también, además de al actual presidente, a Porfirio Lobo ex
presidente de Honduras (2010-2014), a Roberto Ordoñez, Ministro de
Energía, junto a varios policías con altos cargos, por si esto fuera
poco, al menos once de los cincuenta y nueve diputados del Partido
Nacional son señalados por tener nexos con el narcotráfico. El
presidente hondureño ha sido respaldado por Donald Trump al considerarlo
un aliado estratégico en su guerra contra los migrantes, no se olvide,
que Estados Unidos y Honduras firmaron un tratado en el que se establece
que la nación centroamericana se convirtió en un tercer país seguro
posibilitando que pueda deportar o pedir asilo sin mayor problema el
gobierno estadounidense. El sometimiento del gobierno hondureño enardece
a la población cuya soberanía sea pisoteado desde años atrás.
En Costa Rica se expresa el descontento por medio de la defensa a la
educación, por los derechos plenos de los trabajadores y contra una
serie de ajustes que deterioran la calidad de vida de las clases
trabajadores y sectores populares, estas medidas, incluidas como parte
de la conspiración mundial del Fondo Monetario Internacional contra los
derechos de la humanidad. La reducción de presupuestos para la educación
pública en particular, genera el descontento y una profunda
preocupación, por la escalada de contrareformas neoliberales que tanto
daño han causada en las últimas décadas a nuestras naciones. En Colombia
también la voz de los trabajadores se alza, la Central Unitaria de
Trabajadores de Colombia (CUT) organizó un paro general denunciando las
políticas anti-populares del presidente Iván Duque, quien ha comenzado
una reforma laboral y de pensiones, la particularidad de la convocatoria
colombiana, es la demanda de paz en la región, los trabajadores
rechazan la utilización de su nación como agente desestabilizador y
lacayo del imperialismo en sus intentos de consumar un golpe de Estado
en Venezuela, y ahora, en Bolivia donde grupos conservadores inician
acciones para perturbar al gobierno de Evo Morales, una vieja espina que
el imperialismo no ha logrado sacarse de encima. Se espera que en
Colombia se efectúe un paro general contra el neoliberalismo. Los hechos
están aún por verse.
En Chile las movilizaciones continúan, la
brutal represión, el estado de excepción y toque de queda no han
logrado minar el ánimo de la población, los cacerolazos siguen sonando
cada noche, la protesta a conseguido se derogue el aumento en el precio
del pasaje, ahora se busca el establecimiento de medidas económicas y
sociales mucho más justas, resarciendo el daño que por décadas ha
causado el neoliberalismo, en Chile como en Ecuador, la fuerza popular
consigue dar claras muestra de poder, a pesar de los asesinatos
represivos, encarcelamientos, persecuciones y manipulación mediática. La
fuerza que da la unidad a los oprimidos es una enseñanza que jamás debe
olvidarse.
Haití continua sumido en interminables protestas,
la radicalización se expande, la angustia popular data de muchos años,
el ciclo continuo de opresión remonta incluso, a la reformulación del
colonialismo al que se ha sometido al primer país independiente en
Latinoamérica, las voces piden la renuncia del presidente, lo han hecho
ya en incontables ocasiones, Haití es el ejemplo de la saña imperialista
tanto de los Estados Unidos como de las potencias europeas. Los
maestros y estudiantes se han sumado a los reclamos sociales, el poder
se aferra a su estructura arcaica y oligarca. En Uruguay la memoria aún
duele, y se aferra a la consciencia, el grito de ¡milicos nunca más!, es
la bandera de miles que se agrupan en Montevideo rechazando la reforma
constitucional que promueve la derecha con la “Vivir sin Miedo”, en la
que se incluye al ejercito en tareas que no le corresponden, los
recuerdos de las dictaduras son heridas abiertas, son deudas que no se
han cobrado y que ahora la ultraderecha neofascista quiere revivir con
todas las acciones ya vistas, toques de queda, estados de excepción,
militarización de las ciudades, represión, violencia y violación de los
derechos humanos, criminalización y persecución de los manifestantes,
hoy Latinoamérica esta convulsa, en las calles las clases trabajadoras,
pueblos originarios y sectores populares defienden su derecho a la vida,
a las libertades básicas y pugnan por mejores sociedades; la unidad es
la fuerza mayor de los pueblos latinoamericanos y en todo el mundo.
En Latinoamérica la lucha de clases despierta o toma un papel abierto,
un nuevo ciclo de resistencias comienza desenmascarando la supuesta
estabilidad celebrada por la ultraderecha, el FMI y el imperialismo
estadounidense, la “ola conservadora” cae por sus contradicciones y da
paso al resurgimiento de viejas demandas, nuevas ilusiones y al
necesidad de profundizar la unidad latinoamericana, integrando la
resistencia y extendiéndola a cada rincón. La reformulación del proyecto
social, el replanteamiento del socialismo latinoamericano tiene de
igual forma, que mostrar su vitalidad y viabilidad, reestructurando
concepciones, programas y clamando por las voces álgidas de la dignidad
latinoamericana.
Cristóbal León Campos es integrante del Colectivo Disyuntivas
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