El neoliberalismo, como
una etapa de la acumulación/especulación del capital por despojo, se
fundamenta en la transferencia de bienes comunes y servicios públicos al
sector privado, apertura de las fronteras comerciales (para el ingreso
de los productos), reducción de las potestades estatales, disminución de
la inversión social y precarización laboral.
Allá, por la década de
los 60 del pasado siglo, cuando la oligarquía católica de Chile, en
convenio con la USAID, importaban los “cerebros” neoliberales de la
Universidad de Chicago, para implantar en Chile el “prototipo” del
“desarrollo neoliberal” latinoamericano, casi nadie prestó resistencia.
Por
mucho tiempo, este país suramericano se constituyó, con sus sistema
económico, en el “modelo” a imitar para toda Latinoamérica.
Desde
mediados de la década de los 80, inicios de los 90, en la mayoría de
los países de América Latina se impulsó el modelo neoliberal, sin mayor
resistencia social, mucho menos, política.
El neoliberalismo se
vendió como la panacea para el “subdesarrollo latinoamericano”. “El
Estado es un mal administrador de los bienes y servicios, debemos dejar
que el libre mercado decida todo”, fue la consigna.
A finales de
la década de los 90 se vivió una de las primeras revueltas populares
contra los impactos perversos del sistema neoliberal en la región.
Primero fue el caracazo. Luego, emergieron las revueltas sociales en
Ecuador, Argentina, Brasil y Bolivia. Fue en este último, donde, en el
año 2000, se logró renacionalizar el agua que había sido privatizado.
En
los casos de Ecuador y Bolivia, los movimientos indígenas y campesinos
se constituyeron, y se constituyen, en el núcleo central de las acciones
de resistencia al devastador sistema privatizador.
Gobiernos progresistas y agenda indígena
Las
fuerzas sociales antineoliberales, vía elecciones, lograron colocar
gobiernos progresistas (post neoliberales) en Brasil, Argentina,
Ecuador, Bolivia, Venezuela. Éstos, a su vez, impulsaron inéditos
procesos de integración regional sin la presencia de los EEUU, ni Canadá
Bolivia fue y es el único país donde indígenas y campesinos
“insubordinados” frente a los abusos del sistema neoliberal, mediante
proceso democrático, lograron colocar en la Presidencia de la República a
uno de sus dirigentes, Evo Morales. Además impulsaron un proceso
constituyente incluyente, redactaron una nueva Constitución Política, y
crearon un Estado Plurinacional en proceso de construcción.
Así,
Bolivia, desde las honduras del desprecio a la que se había
acostumbrado como país, resurgió refulgente como el Ave Fénix en el
presente siglo, hasta constituirse en el modelo “referente” por su
crecimiento económico, estabilidad social y democracia intercultural.
Los
registros bibliográficos indican que durante los tres siglos de la
Colonia europea las sublevaciones indígenas fueron constantes que
durante las repúblicas. Muchas de ellas abonaron los inconclusos
procesos de las “independencias republicanas” hace dos siglos atrás.
Durante
las repúblicas bicentenarias, los pueblos indígenas subsistieron
“reducidos” en sus territorios, en buena medida, fuera del alcance del
poder del Estado nación. Hasta que apareció el depredador sistema
neoliberal que busca y escarba todo por todas partes. Disputando, sobre
todo, los bienes naturales cultivados o conservados en los territorios
indígenas.
Las concesiones hidromineras y/o hidrocarburífereas
activaron y activan acciones de resistencia sin precedentes, en países
menos sospechados. Fue el pueblo Mapuche quien, con perseverancia
estoica, inició la actual resistencia social en Chile (la Meca del
neoliberalismo latinoamericano). Son los quechuas, shipibos, aymaras…
quienes realizan acciones de protesta/resistencia al sistema neoliberal
en el Perú.
Son los pueblos indígenas (que apenas suman el 7%
del total de la población nacional) del Ecuador que, una vez más,
hicieron “retroceder” a la desahuciada receta del FMI.
En
Honduras, Guatemala, México… son los pueblos indígenas y campesinas, en
buena medida, que denuncian y resisten al saqueo que sufren por parte de
los agentes del sistema neoliberal.
Está claro que el sistema
neoliberal avanzó en América Latina hasta encontrar resistencia social
en los territorios indígenas. Al parecer que la “soberanía” y la
“dignidad” ya no se disputan en la jurisdicción de los estados
nacionales, sino en los territorios indígenas.
El reto está, para
los pueblos indígenas en resistencia, en transitar de la resistencia
social a la acción política, mediante organizaciones políticas propias,
para disputar el poder y construir estados plurinacionales
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