Piñera anuncia el fin del toque de queda
▲ Chile vive protestas que se iniciaron por un aumento en las tarifas
del Metro, pero que ahora incluyen nuevas reivindicaciones económicas y
sociales.
Santiago. El efecto inmediato de las concurridas
manifestaciones protagonizadas el viernes 25 por millones de chilenos en
todo el país –un millón 200 mil personas sólo en Santiago–, fue forzar
la caída del gabinete del presidente Sebastián Piñera.
He pedido a todos los ministros poner su cargos a disposición para poder estructurar un nuevo gabinete para poder enfrentar estas nuevas demandas y hacernos cargo de los nuevos tiempos, dijo al mediodía del sábado. Pero no anunció de inmediato quiénes integrarán el equipo ministerial con el que intentará levantarse para sortear la crisis política y social que estremece su presidencia. Los nombres podrían anunciarse entre el domingo y lunes, se precisó desde el Palacio de La Moneda, sede del gobierno.
Ese
pequeño detallees otra muestra de la gravedad de la situación que se vive.
En Chile los cambios de gabinete, además de mostrar que un gobierno
está en problemas, no se anuncian con anticipación, sino que se
comunican cuando se realizan. Los ministros son llamados al Palacio, se
les informa cuál es su suerte y a continuación, en una liturgia
encabezada por el presidente, se comunica al país quiénes cayeron y
cuáles son los nuevos rostros, quienes proceden a jurar.
Cristian Campos, politólogo de la Universidad Central, opinó que la
dilación es un esfuerzo de control de la agenda mediática –podrían pasar
tres días antes de que se conozcan los nombres– para tratar de
recuperar la iniciativa política. Respecto de qué puede esperarse,
señaló que “algunos cambios en la agenda, pero no los de fondo que
demanda una parte importante de la ciudadanía.
Creo que va a procurar incorporar a políticos con calle, que comprendan lo que pide la gente, aunque no necesariamente porque estén de acuerdo en todos los cambios. Hay algunos políticos de la derecha que están hablando de una nueva Constitución y dentro del sector deben estar negociando. El presidente se da cuenta que hay cosas que deberá ceder, en otras no, entonces el gabinete debe tener rostros que signifiquen algo para la gente.
En síntesis, el cambio de gabinete, si bien simbólico del fracaso del
gobierno, en sí mismo no significa para nada la resolución de la
crisis, apenas una posibilidad. La demanda y expectativas ciudadanas a
corto y mediano plazos son enormes: pensiones dignas, reducir precio de
los medicamentos, paliar el endeudamiento de chilenos, salarios
decentes, costo de la vida, transporte público y, sobre todo, cambios
estructurales al modelo mercantilista ultraneoliberal.
Las manifestaciones continuaron hoy y ya se convocó para el martes 29 a nueva gran marcha por el centro de la capital.
Por la noche, Piñera anunció el término inmediato del toque de queda
en las ciudad donde se estaba aplicando y también adelantó que planea
terminar con el estado de emergencia este domingo.
La exigencia política de recomponer el gobierno viene escuchándose
desde el primer día de la crisis, conforme se constataba que la
explosión social, gigantesca y transversal, se fortalecía y aumentaba.
Desconectados de la realidad
La prepotencia verbal y falta de sensibilidad de varios
ministros alimentó la furia popular. Por ejemplo, cuando se produjo el
alza de 0.04 centavos de dólar en el precio del transporte que produjo
el estallido ciudadano, el ministro de Economía, Juan Andrés Fontaine,
mandó a los trabajadores a levantarse más temprano, para que no viajaran
en horario punta y así ahorrarse el pago extra; o el ministro de
Hacienda, Felipe Larraín, quien sugirió comprar flores ya que éstas se
habían abaratado con la llegada de la primavera; o la ministra de
Educación, Marcela Cubillos, quien el lunes 21, con el Metro colapsado y
con estaciones aún en llamas, intentó forzar el funcionamiento de
escuelas y colegios públicos. O la propia ministra de Transportes,
Gloria Hutt, quien descartó cualquier posibilidad de echar atrás el
alza, finalmente derogada en medio del incendio social.
Sin embargo, la
pieza de caza mayores el ministro del Interior, Andrés Chadwick, jefe del gabinete y primo hermano del presidente. Descrito por medios de prensa y por políticos como
hombre muerto caminando, se hundió políticamente en noviembre de 2018, cuando la policía (Carabineros) mató de un balazo en la cabeza a Marcelo Catrillanca (24 años), un joven poblador mapuche, al cual se acusó de participar en actos delictivos en la Región de La Araucanía y de enfrentarse con uniformados. Chadwick avaló la versión inicial de la policía, pero rápidamente quedó al descubierto que fue un montaje y que Catrillanca recibió el balazo por la espalda mientras regresaba a su casa a bordo de un tractor agrícola. Desde entonces el ministro del Interior ha sido férreamente protegido por Piñera, pese a que para la oposición no constituye un interlocutor válido.
La hora final de Chadwick llegó el viernes 18, cuando el llamado a
evadir el pago del pasaje del Metro hecho por estudiantes de secundaria,
se tornó en una marea inatajable que se saltaba los torniquetes de
acceso a las estaciones. Los carabineros respondieron con apaleos
indiscriminados en las estaciones, llenas de pasajeros, y el Metro
dispuso cerrar a la hora del fin de la jornada laboral. Todo el
transporte público colapsó, millones de personas debieron caminar por
horas de regreso a casa mientras caía la noche. Lo demás es historia
conocida y aún de desarrollo impredecible.
Hoy se confirmó una nueva víctima fatal, la vigésima, un cuerpo
calcinado encontrado en un supermercado saqueado y quemado en la Comuna
de Maipú, en Santiago. Además, el Instituto Nacional de Derechos Humanos
(INDH) confirmó la presentación de la décima sexta querella criminal
por tortura y violencia sexual, ahora contra un joven homosexual,
cometida por carabineros en una comisaría.
Foto Ap
Aldo Anfossi
Especial Para La Jornada
Periódico La Jornada
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