Rubén Armendáriz
El próximo domingo 27 Argentina y Uruguay se elegirán nuevo
presidente y legisladores, mientras que en Colombia se votará por nuevas
autoridades de los 32 departamentos del país, los 1.122 municipios y el
Distrito Capital de Bogotá.
Argentinas y argentinos votan por salir del gobierno derechista de
Mauricio Macri, uruguayas y uruguayos decidirán si continúa el gobierno
centroizquierdista del Frente Amplio y colombianas y colombianos irán a
las urnas en un país donde a diario son asesinados dirigentes populares.
El último domingo se realizaron las elecciones presidenciales en
Bolivia.
Tres elecciones, diferentes, en una región sacudida por las creciente
resistencia popular a las medidas neoliberales en varios países, que
incluyeron un levantamiento en Ecuador, la disolución del Congreso en
Perú al grito de “que se vayan todos” y una violenta represión a
estudiantes en Chile, que desembocó en un estado de sitio.
Argentina vota por el regreso del progresismo
El domingo 27 de octubre los argentinos y argentinas elegirán
presidente y vice, 130 diputados, 24 senadores y gobernadores de varias
provincias. Todos, incluídas las encuestas, coinciden que la fórmula
Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner obtendrá una victoria
amplia, y una de las causas principales es el aumento explosivo de la
miseria durante el gobierno neoliberal del actual presidente Mauricio
Macri.
La definición electoral, sin embargo, dará paso a otros 31 días
hábiles de transición hasta el 10 de diciembre, cuando deba entregar el
poder. El pueblo siente que su decisión expresada en la elección
primaria de agosto quedó sujeta a los marcos legales de una
institucionalidad que le quitó fuerzas a la voluntad soberana de pueblo
que reclamaba que se fuera ya.
No es lo mismo que Macri se hubiera ido hace meses atrás, o en
agosto, que se vaya el 10 de diciembre. Las primarias y la esperanza de
un nuevo gobierno progresista detuvieron el estallido social, similar al
que están sufriendo otros gobierno neoliberales de la región.
Macri es un presidente devaluado, al igual que la moneda que
depreció. La crisis se agravó desde la corrida cambiaria, en abril de
2018 e hizo eclosión con las elecciones primarias del 11 de agosto donde
la oposición le dio una paliza electoral.
El país lleva 21 meses consecutivos de caída del consumo. La pobreza
golpea casi al 40% de la población, 16 millones de personas, más del 35%
de la población, es pobre en el otrora granero del mundo y tres
millones son indigentes. Uno de cada dos niños vive en situación de
pobreza, gracias a sus políticas neoliberales. El 64% de la población ve
como negativa su gestión.
Dos flagelos principales se proyectan como riesgos que amenazan el
futuro gobierno: la miseria en aumento y la deuda externa, en particular
la más reciente, contraída por Mauricio Macri con el Fondo Monetario
Internacional (FMI).
La pérdida de autoridad política que sufrió Macri hizo que la nueva
directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva se negó a negociar con
él, hasta conocer el resultado de las elecciones. Traducido al español,
dijo que Macri no tiene autoridad para firmar nada.
La
deuda externa para fin del año superará el 90% del Producto Bruto
Interno que se reducirá, al menos, un 4 %. Se calcula una caída de la
capacidad de compra de los salarios del 20% y una tasa de desempleo
superior al 12%. De ganar el opositor Frente de Todos, todo indica que
será necesaria una renegociación de la deuda. Particularmente
significativa la de los 57 mil millones de dólares con el que el FMI
trató, sin éxito alguno, de apuntalar al actual gobierno.
La fuga de capitales en los casi cuatro años del actual gobierno
superará los 72 mil millones de dólares, a través de diversos mecanismos
que beneficiaron, en particular, al concentrado sector financiero
nacional y sobre todo el trasnacional.
Antes de irse, Macri intenta lograr al menos una cantidad de
legisladores que le permita a su corriente quedar como alternativa
opositora; ordenar y limpiar las “suciedades” que dejó su paso por el
gobierno, y garantizar una justicia amiga con un vendaval de
designaciones de jueces y fiscales al fin de su desgobierno.
Ni él crea que “Sí, se puede”, su consigna para revertir resultados. Pero ni el blindaje mediático lo salva.
El problema adicional de tener un Presidente que no gobierna es que
la crisis económica no se detiene hasta que pasen las elecciones e
incluso hasta que entregue el poder, y ésta sigue devorando empresas,
puestos de trabajo, reservas, salarios, jubilaciones.
En Uruguay, la oposición sueña con una coalición de derecha para segunda vuelta
Este 27 de octubre los uruguayos deberán elegir a su nuevo presidente
y a los miembros del Parlamento. En el caso de la elección
presidencial, la contienda se presenta reñida: si ninguno de los
candidatos consigue un respaldo superior al 50%, el país irá a segunda
vuelta el 24 de noviembre y ese es justamente el escenario que auguran
las encuestas y aspira la derecha.
Si la gobernante coalición de centroizquierda Frente Amplio vota
igual que en 1999, con alrededor de 40% de los sufragios tendrá una
segunda vuelta mucho más complicada, ya que el Partido Nacional, el
principal opositor, ha anunciado su intención de conformar un acuerdo o
coalición entre los partidos de derecha, para imponerse en el balotage
del último domingo de noviembre.
No hay certezas para los 2,7 millones de uruguayos llamados a las
urnas y que tienen el deber constitucional de votar. Los sondeos
reflejan una profunda división entre la centro izquierda, representada
por el gobernante Frente Amplio de Tabaré Vázquez y ‘Pepe’ Mujica, al
que apoyaría un 40% de la población; y la derecha, fragmentada en
distintos partidos, que, de llegar a ponerse de acuerdo, sumaría
alrededor del 50% de los votos.
El domingo 27 , la izquierda uruguaya se juega por primera vez en
años su consolidada hegemonía. La campaña del Frente Amplio se ha
centrado en los logros obtenidos en los últimos 15 años, en los que el
país vio crecer su economía, redujo el desempleo y llevó a mínimos
históricos sus índices de pobreza e indigencia. Además, consolidó una
serie de derechos laborales y sociales como el matrimonio igualitario,
la legalización del aborto bajo ciertos parámetros o la llamada ley
trans.
Sin embargo, su candidato, Daniel Martínez, ha obviado en su discurso
el balance de los últimos cinco años» en los que se ha visto un
detenimiento del crecimiento económico y un aumento del déficit fiscal,
la multiplicación de la violencia (en gran parte ligada al narcotráfico)
y una percepción cada vez mayor de fragilidad en el empleo.
Por otro lado, se presenta una derecha, no ha logrado construir una
esperanza que cale hondo en la opinión pública, que tiene, según las
encuestas, un fuerte respaldo electoral, pero dividida en los distintos
partidos. La derecha más allá de presentar propuestas sólidas para un
«proyecto de país distinto, se ha centrado en capitalizar el desencanto
de la población por la última Administración de Vázquez e instar al
cambio de Gobierno como solución.
El
principal reto de la derecha será lograr unir las fuerzas necesarias
para gobernar, algo más complicado de lo que parece debido a las
diferencias sustanciales entre los partidos y a la competitividad de sus
líderes. Luis Lacalle Pou, el principal candidato opositor, anunció
una coalición con el Partido Colorado, Cabildo Abierto, Partido
Independiente y Partido de la Gente para una eventual segunda vuelta
qure, además, le permita mayoría parlamentaria para gobernar.
Al comienzo de la campaña, los partidos con mayor representación
parlamentaria coincidieron en la intención de convencer a votantes “de
centro”, pero el factor más disruptivo es, en la actualidad, la
expresión electoral de la derecha. Es cierto que el crecimiento de la
oposición se debe en buena parte a un aumento de los votos derechistas,
pero también lo es que no se ganará el gobierno con un discurso
netamente de derecha.
Del mismo modo en que el Frente Amplio ha confiado en que no había
espacio “a su izquierda” para el crecimiento significativo de otra
fuerza política, los partidos Nacional y Colorado confiaron en que no
tendrían competencia relevante “a su derecha”. Sin embargo, hoy la
tienen, debido al crecimiento del general Guido Manini Ríos y su
ultraderechista Cabildo Abierto.
El legado de 15 años de gobiernos de centroizquierda han marcado a un
país que deberá decidir entre dar continuidad a esa apuesta o si bien
prefiere cambiar de rumbo y dar una oportunidad a las promesas de cambio
con la llegada de la derecha a la silla presidencial.
Colombia: Elecciones regionales en medio de la violencia
En elecciones regionales este domingo 27 de octubre los colombianos
elegirán más de 12 mil funcionarios públicos en los 32 departamentos del
país, los 1.122 municipios y el Distrito capital de Bogotá, en medio de
una atmósfera de violencia política que ya cobró la vida de siete
candidatos.
La Defensoría del pueblo señaló que hay riesgo electoral en 418 municipios del país, principalmente con la presencia de grupos armados, paramilitares y narcotraficantes.
Las elecciones regionales definirán el rumbo que tomará la
pacificación del país: son las primeras tras la firma de los
acuerdo entre el gobierno y el exmovimiento insurgente de lasFARC. Si
bien hoy existe una disputa por el control en los territorios
antiguamente dominados por las FARC, se espera que la votaciones
regionales en esos municipios puedan definir autoridades civiles que
puedan superar como gobierno el problema de la violencia .
En esos territorios han ocurrido más del 60% del asesinato de los
líderes sociales, de excombatientes de las FARC y el asesinato de
líderes campesinos comprometidos con los programas de sustitución de
cultivos de uso ilícito. Estos actores armados ilegales buscan fijar sus
reglas del juego para las elecciones de alcaldes y concejos
municipales.
Esta campaña abre un interrogante sobre los partidos y su ascendencia
en la gente. Las estructuras tradicionales pierden terreno y los
votantes no se declaran mayoritariamente afines a ningún movimiento en
particular. Los colombianos buscan que les solucionen un problema que
los atormenta, la inseguridad. Ese es el principal dolor de cabeza que deberán entrar a resolver quienes asuman el próximo primero de enero.
Los riesgos asociados al fraude electoral persisten por los problemas
relacionados con el arcaico sistema electoral como la compra de votos,
el fraude al elector o la trashumancia electoral.
La división de las fuerzas progresistas pone en serio riesgo el
avance de las fuerzas democráticas. El ejemplo más visible es el de las
elecciones para la Alcaldía de Bogotá, donde hay un empate técnico entre
el derechista Carlos Fernando Galán y la centrista Claudia López, quien
perdió cerca de 10 puntos que favorecen las aspiraciones de Hollman
Morris, respaldado por el excandidato prresidencial Gustavo Petro.
Para los analistas, es muy importante el triunfo de la
centroizquierda en la capital como un contrapeso al gobierno de la
extrema derecha representado en el actual presidente Iván Duque.
* Periodista y politólogo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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