La turbulencia
derechista parece tener los días contados en la Patria Grande, por ello
la actuación cada vez más agresiva de sus protagonistas en contubernio
con la administración violenta de Estados Unidos (EE.UU.) que encabeza
el inquilino de la Casa Blanca Donald Trump.
El reciente revés del
mandatario Lenin Moreno ante los movimientos sociales indígenas en
Ecuador, que lo obligaron, luego de varias jornadas de protestas, a
derogar medidas neoliberales, es un evidente síntoma de que el
conservadurismo cede terreno en nuestra América.
Lo ocurrido en
Ecuador demostró que con unidad las fuerzas populares y progresistas
pueden hacer temblar incluso a un régimen represivo como el de Moreno, y
dar también un viraje a corto plazo al escenario político
enLatinoamérica, sin pecar de triunfalismos excesivos, ni mucho menos
descartar nuevas patrañas de Washington y sus peones.
De hecho, ya la derecha hemisféricaestá presta para intentar impedir otro éxito
del presidente Evo Morales en las elecciones del próximo domingo 20 de
octubre en Bolivia, lo cualsus adversarios tienen muy difícil de
conseguir, pero de seguro tratarán de consumar con sus viejas y
conocidas artimañas.
La eventual victoria de Morales en los
comicios bolivianos significaría una importante derrota al
neoliberalismo regional, y podría replicarse el 27 de octubre en las
elecciones de Argentina con el binomio de los Fernández
(Alberto-Cristina), frente al desprestigiado y fracasado Mauricio Macri.
De ser así, las turbulencias ultraconservadoras que han
sacudido la Patria Grande en los últimos años se verían amainadas, y
volverían amaneceres soleados y de paz para al menos algunas naciones de
la región, con augurios de materializarse en otras a corto y mediano
plazos.
Gracias ala resistencia de Venezuela, Nicaragua y Cuba,
amenazadas, agredidas, sancionadas y bloqueadas por EE.UU. con la
complicidad de varios gobernantes derechistas, se ha evitado que
Washington haya podido convertir otra vez a Latinoamérica en su
traspatio.
Junto a Evo en Bolivia, las revoluciones
Bolivarianas, de Venezuela, Sandinista, de Nicaragua, y Fidelista, de
Cuba, han puesto freno a las ansias de dominación total de la Patria
Grande del actual ocupante de la Casa Blanca.
Y hablando de
Trump, tampoco parece irle muy bien en su país, amén de que algunos
analistas hablen de mejoras económicas en EE.UU. El “emperador” de turno
está sometido a un proceso de posible juicio político que podría dar al
traste con su mandato, o por qué no debilitarlo para la próxima
contienda electoral por el trono del Washington.
A muchos en el
mundo, incluso a aquellos que prefieren callar o burlarse a escondidas
por temor, les encantaría ver destronado al hoy mandatario
estadounidense, dada su violenta y descarrilada conducta, tanto a lo
interno de su país como en política exterior.
Quienes aún le sirven
de peones en la América nuestra terminarán por caer, quizás antes de lo
que piensen, porque se acerca una nueva primavera, sí, una primavera
progresista y de paz para los pueblos.
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