Nicolás Centurión
América Latina está en la cruz de los caminos. Octubre vuelve a ser
crucial en la historia de los pueblos. Quizá no con la épica de aquella
Revolución Roja pero sí con la importancia cabal para los de abajo, para
los pueblos de la Abya Yala.
Las consecuencias del neoliberalismo empiezan a mostrar sus peores
rostros. Mauricio Macri y los más de 14 millones de pobres en Argentina,
Jair Bolsonaro y su racismo, homofobia y no sigo la lista porque sería
interminable.
Paraguay en donde luchar por tus derechos te vuelve blanco de
represión. Colombia en donde luchar por tus derechos te vuelve víctima
del paramilitarismo. Chile y su desigual país, laboratorio preferido de
los Chicago Boys. Ecuador y Lenin Moreno con una feroz represión, digno
aprendiz del FMI.
En octubre, en tan solo tres días, se empieza a jugar una nueva etapa
en este continente en disputa. En Argentina el camino parece más
allanado, en Bolivia sigue gemida la contienda, pero el acto que
realizara el Movimiento Al Socialismo en Santa Cruz es un buen augurio
para la campaña de Evo Morales.
Lo que queda por develar es el futuro de Uruguay. La derecha ha hecho
alianzas explícitas desde abril de este año y los que ayer se rasgaban
las vestiduras y gritaban a voz en cuello para autoconvencerse de que
son republicanos y demócratas, ya han manifestado la adhesión al bloque
conservador al ex Comandante de las Fuerzas Armadas, Guido Manini Ríos y
su partido de ultraderecha Cabildo Abierto.
Este es el elemento distintivo de esta elección. Un partido de corte
militar que ha calado en las clases más desprotegidas con un discurso de
firmeza, seguridad y mano dura.
Un partido que no tiene nada que decir ante la aparición de los
restos de un detenido-desaparecido por la dictadura, pero que muchos que
integran sus filas y son candidatos para estas elecciones, han
participado en torturas.
No solo en dictadura sino que también entre sus filas cuentan con
Eduardo Radaelli, que cumplió condena por el asesinato del bioquímico
Eugenio Berríos, un ex agente de la policía secreta pinochetista que fue
llevado a Uruguay para evitar que declarara contra Augusto Pinochet. El
caso Berríos implicaba a servicios de inteligencia chilenos y uruguayos
post dictadura.
La
derecha está construyendo un frente anti Frente Amplio. Una coalición
que sigue su tendencia de ir desdibujando los límites de los partidos
tradicionales y que suma a los noveles partidos menores a sus filas.
Hace 15 años que el centroizquierdista Frente Amplio es gobierno. Con
varios errores y otros tantos aciertos, ha sido la fuerza que ha
gobernado para las mayorías populares. Hoy Daniel Martínez, el candidato
a la presidencia que presenta, tiende cada vez más al centro y no
reviste de la impronta ni la oratoria de un líder carismático.
El Frente Amplio debe de profundizar en sus raíces de 1971, el año
fundacional, para seguir sosteniendo los principios anti oligárquicos y
anti imperialistas que lo vieron nacer. Porque en esta elección están en
disputa dos proyectos, el de la oligarquía y el del pueblo. Cuando la
oligarquía dice Patria, en realidad está diciendo clase. Cuando
hablan en nombre de la nación hablan de ellos y de sus familias
patricias.
Uruguay no mueve el tablero mundial, ni por su capacidad económica,
ni bélica, pero junto a México ha contribuido a que no se invada
Venezuela y eso también está en juego este octubre.
En un mundo donde el imperialismo avanza, la historia sigue más viva
que nunca a pesar de Francis Fukuyama, y el 28 a la mañana empieza otro
capítulo.
*Estudiante de Licenciatura en Psicología, Universidad de la República, Uruguay. Integrante de la Red Internacional de Cátedras, Instituciones y Personalidades sobre el Estudio de la Deuda Pública. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
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