Entre
el 6 y el 27 de octubre se está celebrando en Roma el «Sínodo
Panamazónico». Ya en 1974 el Papa Pablo VI instituyó la figura del
Sínodo, primero el «Sínodo de los Obispos», con representantes de todos
los continentes, y también los «Sínodos regionales», como el Sínodo de
los obispos holandeses en 1980, y el Sínodo de los obispos alemanes, que
se está realizando en 2019, y otros.
El sínodo, cuyo significado etimológico significa “hacer juntos (syn) el camino (odos)”
representa la oportunidad para que las Iglesias locales o regionales
tomen el pulso de su propio caminar, analizando los problemas,
identificando los desafíos y buscando juntos caminos de implementación y actualización del Evangelio.
El
Sínodo Panamazónico tiene una especial relevancia, dado el doble grado
de conciencia que se manifiesta en el propio tema básico: “Nuevos
caminos para la Iglesia y para la Ecología integral”. Se trata de
definir otro tipo de presencia de la Iglesia en las Américas y
específicamente en esta vasta región amazónica que abarca 9 países, en
una extensión de más de 8 millones de kilómetros cuadrados. El otro
grado de conciencia se revela en la importancia que tiene la Amazonía
para el equilibrio de la Tierra y para el futuro de la vida y de la
humanidad.
La Iglesia romano-católica en América Latina y
en la Amazonía era una Iglesia-espejo de la Iglesia-madre de Europa.
Después de cinco siglos se ha transformado en una Iglesia-fuente, con un
rostro afro-indio-europeo. En la homilía de apertura del Sínodo, el día
4 de octubre, el Papa Francisco dijo claramente: ”¡Cuántas veces el don
de Dios ha sido... no ofrecido, sino impuesto! ¡Cuántas veces ha habido
colonización en vez de evangelización! Dios nos preserve de los nuevos
colonialismos”.
En otra ocasión, en Puerto Maldonado
(Perú), pidió perdón –cosa nunca hecha antes por un Papa–: ”Pido
humildemente perdón, no sólo por las ofensas cometidas por la Iglesia
misma, sino por los crímenes contra los pueblos originarios que tuvieron
lugar durante la conquista de América”.
En el «Instrumento de Trabajo» para preparar el Sínodo, se pide que sean ordenados “viri probati”,
es decir, hombres casados, comprobadamente honrados, especialmente
indígenas, para ser ordenados sacerdotes. El obispo emérito de Xingú, la
diócesis mayor del mundo, Dom Erwin Kräutler, sugirió al Papa que en
vez de decir viri probati (hombres probados) se diga personae probatae
(personas probadas), lo que incluye también a las mujeres. Dice Dom
Erwin: en las comunidades las mujeres hacen todo lo que hace el
sacerdote, menos consagrar el pan y el vino. ¿Por qué no concederles
también esta misión? María dio a luz a Jesús, el Hijo de Dio sus
hermanas, las mujeres, ¿por qué no van a poder representarlo? Además el
texto dice que se dará a las mujeres una misión especial. Bien podría
ser, como se hace en todas las demás Iglesias cristianas, que las
mujeres sean, a su manera, también sacerdotes.
Este Papa
es innovador y valiente. Dicen los mejores teólogos que no hay ningún
dogma o doctrina que impida a las mujeres representar a Cristo.
Teológicamente hablando, sacerdote no es el que consagra. Es Cristo
quien consagra. El sacerdote sólo le da visibilidad. Sólo lo impide el
patriarcalismo todavía reinante.
La cuestión más aguda e importante es la salvaguarda del bioma amazónico.
Esa vasta región ha sido objeto de investigación por parte de grandes
científicos, desde hace por lo menos dos siglos. Decía Euclides da Cunha
en sus ensayos amazónicos: “La inteligencia humana no soportaría el
peso de la realidad portentosa de la Amazonía; tendrá que crecer con
ella, adaptándose a ella, para dominarla” (Vozes 1976, p. 15). La
Amazonía es el gran filtro del mundo que secuestra el dióxido de
carbono, nos devuelve oxígeno, y mitiga el calentamiento global. Su
biodiversidad es tanta que “en pocas hectáreas de la selva amazónica
existe un número de especies de plantas y de insectos mayor que toda la
flora y fauna de Europa”, dice el gran especialista E. Salati.
Pero
su significado principal reside en la inmensidad de las aguas, ya sea
de los ríos volantes (la tremenda humedad de los árboles, que sobrevuela
las selvas), de la superficie del río, o del inmenso acuífero Alter do
Chão. Si no conservamos en pie la selva, la Amazonía puede transformarse
en un desierto como el Sáhara, que hace 15 mil años era una especie de
Amazonía, con el río Nilo desaguando en el Atlántico... Si la Amazonía
acaba deforestada, cincuenta mil millones de toneladas de dióxido de
carbono anuales quedarían instaladas en la atmósfera, haciendo imposible
la vida en el sur del Continente.
El papa se refirió a la
situación de la Amazonia al analizar la situación actual mundial: “la
Tierra cada vez está más interconectada, y los pueblos que la habitan
forman parte de la comunidad planetaria; por ejemplo, el problema de los
incendios en la Amazonia, no es sólo de esa región...: es un problema
mundial, así como el fenómeno migratorio”.
Cada vez crece
más la conciencia de que el bioma amazónico es un «Bien Común de la
Tierra y de la Humanidad». El llamamiento a la soberanía de cada país se
mueve todavía dentro del viejo paradigma que dividía el planeta en
partes... Ahora se trata de reunir esas partes y reconstruir la
realidad, que es una, entera: la Casa Común, para nosotros y para toda
la «Comunidad de la Vida»... Brasil no es dueño de la Amazonía (63%); es
sólo su administrador, ahora –bajo el nuevo gobierno– de forma
altamente irresponsable, al hacer poco caso de los incendios y, en
función de los minerales, del petróleo y de otras riquezas, incentivar
grandes proyectos que amenazan a los pueblos originarios – los que saben
cuidar y preservar la selva– y al equilibrio ecológico de toda la Casa
Común.
Hay un proyecto, suscrito por decenas de caciques,
obispos, autoridades, científicos y otros, que va a ser presentado en el
Sínodo, para declarar a la “Amazonía, ¡santuario intangible de la Casa
Común!”.
La UNESCO ya ha registrado varios biomas en
varios países; ¿por qué no hacerlo con la Amazonía, en la cual se juega
en parte el futuro de la vitalidad de la Tierra y de la civilización
humana?
2019-10-17
https://www.alainet.org/es/articulo/202724
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