Carlos Maldonado
Tras casi 6 meses de empantanadas las fuerzas “rebeldes” bajo el mando de la OTAN, la coalición decidió una guerra relámpago similar a la de sus análogos fascistas de la Alemania nazi contra la otrora Unión Soviética en el marco de la 2ª. Guerra Mundial –Blitzkrieg-, solo que sus protagonistas, la OTAN y su pantalla en tierra , “los rebeldes” del Consejo Nacional de Transición –CNT-, ahora la llevan a cabo en el norte de África contra las fuerzas leales a Gaddafi y el pueblo libio.
Apoyados con imágenes falsas de la toma triunfal de Trípoli muchos gobiernos apoyaron al CNT y muchas embajadas libias izaron su bandera mientras esos “rebeldes” se dedicaron a saquear y realizar la “limpieza” de los que a ellos se les antojen seguidores de Gaddafi, entre civiles y prisioneros de guerra. Las escenas dantescas de ejecuciones extrajudiciales individuales y masivas, como las que fueron presentadas velozmente, sin que ningún medio occidental ni organización de derechos humanos de esas que se rasgan las ropas en Siria, dijeran nada, son preocupantes. En ellas, se muestra a un aproximado de 50 prisioneros desarmados que fueron asesinados y luego sus cuerpos incinerados en una bodega. Sin embargo, a pesar de ser minimizadas por los medios al servicio del Imperio dichas tomas han recorrido el mundo para malestar de sus protagonistas y jefes.
Esos son crímenes de lesa humanidad aquí en Groenlandia por los cuales tendrán que responder esos “rebeldes” y, por supuesto, cada uno de los líderes de las potencias involucradas, especialmente Estados Unidos, Francia e Inglaterra, así como el Secretario General de la ONU el surcoreano Ban Ki Moon. Por supuesto, ahora saldrán a decir los desfachatados ladrones de la OTAN que esos “excesos” los cometieron sus mercenarios y no ellos.
Mientras tanto, las fuerzas gaddafistas realizaron un repliegue táctico para reorganizar sus fuerzas que han sido asediadas por los bombardeos indiscriminados, sin embargo, ni están acabadas ni mucho menos vencidas. El pantano donde se metieron los traidores del CNT y sus fuerzas y donde se han involucrado los mercenarios y otros “asesores” extranjeros patrocinados por las potencias de la rapiña imperial, apenas ha llegado a sus rodillas. Pero, a medida que las operaciones militares exijan mayor presencia en el campo de acción para “resguardar” lo despojado al pueblo libio, indefectiblemente estarán atrapados en una guerra desgastante de guerrillas. El infierno que los vuelve locos y jamás lograrán derrotar.
La ofensiva respaldada por el cruento bombardeo les imprimió a los “rebeldes” un falso triunfalismo, pero acabada la fiesta, la resaca será desquiciante más para los extranjeros quienes no pueden confiar en los que se aventuraron a la guerra contra su propio pueblo por amor al dinero y al botín. Esos delincuentes que solo saben de pillaje y asesinato.
Cómo confiar en una “revolución” que entre las banderas que izó estaban, en primer lugar, la de la monarquía del rey Idris que abrió las puertas a las transnacionales de las potencias colonizadoras dejando que se llevaran su riqueza petrolera a cambio de privilegios personales para él y su familia y cuyo trono fue derrocado por la revolución verde de Muammar y, en segunda instancia, las de las potencias que hoy devastan a su país y asesinan a mansalva a sus ciudadanos no combatientes a pesar de ser el principal pretexto de quienes argumentaron los defenderían contra el tirano. Cómo fiarse en esos que llevan insignias caducas y besan la bandera gringa y francesa en claras muestras de servilismo y genuflexión. Confiar en traidores es confiar el queso a las ratas.
Hasta en eso erraron los medios imperiales al mostrar al mundo esas imágenes creyendo que, como en tiempos de la Segunda Guerra Mundial , las potencias de ayer, hoy agresoras, serían vistas como las salvadoras del mundo. La tortilla ha dado vuelta y ellos son los que han ocupado el lugar de los nazis a nivel global, por tanto, cualquier muestra de aprecio a sus símbolos son interpretados como traición de la más baja estirpe. Digna de rastreros e indignos. De parias.
La estrategia inicial fue la de imponer una zona de exclusión aérea y apoyarse en el ejército “rebelde” que por su conformación no dio los resultados prontos esperados. De tal manera que la OTAN, desesperada por los magros avances de sus lacayos en el terreno incapaces de quebrar las defensas libias, lanzó un terrible ataque aéreo que allanó el avance de aquellos. No querían repetir los errores que cometieron en Irak y Afganistán, no obstante, ante la ineficiencia e indisciplina de los desarrapados tendrán que enviar cuerpos de tierra donde Muammar ha demostrado ser un combatiente adiestrado, disciplinado y curtido en las luchas. Paciente a diferencia de la urgida plana de capitalistas que hoy presionada por la crisis del sistema capitalista no escatiman en el despojo y el pillaje contra otros pueblos soberanos. Allí donde está el avispero.
Es muy probable que el campo de batalla se extienda a los territorios de las potencias agresoras a través de ataques “terroristas” que, sumados a la crisis galopante, golpearán mortal y anímicamente a su población inocente que intolerante ante los desmanes de sus propios gobiernos que han recortado sus ingresos y desmantelado sus estados de bienestar, los hará tambalear peligrosamente al considerarlos culpables de esas barbaries ajenas que llegarán a su suelo.
Sus cuerpos del “orden” no podrán controlar la ola de protestas y tendrán que recurrir a una represión jamás experimentada por estas generaciones para frenar vanamente la furia popular.
La guerra llegará a Europa de nuevo como producto de las ambiciones de sus elites en una nueva crisis de sobreproducción y repartición del mundo, al comprobar cómo sus inventarios no rotan a una velocidad suficiente para recuperar la inversión fruto de la irrupción de más pobres como consecuencia de la principal contradicción capitalista quienes no poseyendo la mínima capacidad de consumo en su media, no pueden hacer posible la complementación del ciclo de producción.
Como la piedra arrojada al agua, las ondas de ese hecho golpearán tarde o temprano a sociedades que si hoy ya están convulsionadas por la economía solo les falta tener su propia violencia generalizada. Inglaterra acaba de ser la alarma temprana para lo que falta por venir en el viejo continente.
Carlos Maldonado
Colectivo “La Gotera”
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