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sábado, 24 de septiembre de 2011

La causa palestina debe ser la causa de todos los seres humanos dignos y honrados

Carlos Maldonado
La Gotera
Ayer 21 de septiembre, en el marco de la 66ª. Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente de los Estados Unidos de América, Barak Obama, dirigió un discurso propio de los regentes del Imperio: desdeñoso y arrogante. En él, con la soberbia característica del hampón que se regodea ante sus rehenes, no solo dio la bienvenida a la cúpula de mercenarios del Consejo Nacional de Transición –CNT- de Libia pintándolos como los patriotas que liberaron a su país del “tirano” cuando todo el mundo sabe que eso aparte de falso es totalmente contradictorio. Que si los filibusteros de la OTAN encabezados por Estados Unidos, no hubieran presionado por un aval al Consejo de Seguridad para lograr la zona de exclusión aérea que les permitió desarmar de su fuerza aérea a Libia, les hubiera sido muy difícil bombardear, primero, los enclaves de defensa libios y luego sus ciudades –esto último pensando de antemano en el jugoso negocio de la reconstrucción-.

El imperioso Obama y sus secuaces, con esas muestras de “admiración” a sus marionetas, quieren imponer a las demás naciones, de manera unilateral, a ese gobierno genuflexo haciéndole un lugar en el concierto de las naciones con cuya jugada estiman que éste será reconocido y, por tanto, legalizado; legalizando a su vez su nueva táctica de cambiar cualquier régimen contrario a sus proyectos con el pretexto de que aquellos conspiran y agraden a sus propios pueblos.

El patrón es bastante sencillo: apoyan, financian partidos opositores y prensa vendida, entrenan, arman y apoyan con asesores y logísticamente a esas fuerzas “opositoras” y mercenarias para crear la ilusión de rebelión interna con lo cual, luego, apoyando a estos “demócratas” que son perseguidos y muertos por miles según difunden sus propios medios, con el aval de organismos supranacionales, caen con todo el peso de sus misiles sobre los gobiernos legítimos. En otras palabras, legitimar sus incursiones futuras ante el conglomerado mundial mostrándolo al mundo como algo normal en este juego ya no tan novel de las relaciones internacionales.

Sin embargo, ante la historia de vejámenes del Imperio, una vieja y rancia movida como la impresa en el tratado Wisconsin del 21 de noviembre de 1902, donde se selló la separación del territorio panameño del de su original Colombia entre sus oligarquías traidoras y el gobierno yanqui, con el objetivo de que estos últimos pudieran disponer libremente del futuro Canal de Panamá y aquellos de las migajas de un triste soborno que, claro para ellos resultó el mejor negocio del mundo pero para sus pueblos el atraso y la genuflexión, es un buen ejemplo de lo tan trillado y viejo de la movida. La invasión a Playa Girón en Cuba en 1961 que quería posicionar una cabeza de playa en la ciénaga deZapata para que ya atrincherada esa fuerza invasora proclamar un gobierno transitorio que sería apoyado con la armada norteamericana con el objetivo de echar por el suelo a la joven revolución socialista comandada por Fidel Castro. Y, la última, aparte de la de Libia, la que se está llevando a cabo en Siria, donde con grupos de mercenarios armados desde las fronteras se trata de desestabilizar al régimen haciendo pasar a dichos mercenarios por pacíficos y desarmados manifestantes muertos por la represión de su gobierno. Lo cual es denunciado, casualmente, por un Observatorio Sirio de Derechos Humanos con sede en la lejana Londres. Y, podríamos seguir con los ejemplos.

Hoy la Libia, la del León del desierto y la de Muammar, ha quedado a merced de las decisiones desmembradoras de sus agresores que relamiéndose los bigotes ante su riqueza natural y la que han creado sus habitantes, será repartida entre ellos. De ahí, la estúpida y pueril presentación por parte de su más insigne depredador ante el pleno de las Naciones Unidas de ese grupúsculo de lacayos para que se les colme de un lugar que no merecen sino, al contrario, no les pertenece en lo más mínimo. ¡Que asco!

En contradicción total a esa chanza de mal gusto, el despreciable Obama, contra la historia y la democracia que pregona a los cuatro vientos, se opone a que el pueblo palestino sea partícipe pleno de hecho y de derecho del y en el organismo de las Naciones Unidas.

Olvidando por completo sus orígenes y el color de su piel, defiende denodadamente los intereses de la plana racista de Israel y Estados Unidos, en ese orden. Quiere frenar, amparado en la sombra de su potencia, lo inevitable. Algo como que Palestina es ya un estado soberano con plenos derechos ante el concierto de naciones que en gran mayoría han expresado su opinión para que ésta sea el 194 que los acompañe en la construcción del nuevo mundo post-imperio. Y, eso es lo que los asusta pues creyendo que han ganado en Libia no han contemplado que a los pueblos ante el poderío armamentista del Imperio y sus partidarios no les queda otra que adoptar la táctica guerrillera; larga pero mortíferamente desgastante. Y, exitosa por antonomasia.

El Imperio a través de la OTAN, lo ha ido entendiendo pausadamente; de ahí, su decisión de aumentar por 90 días más sus operaciones sobre Libia lo que no significa más que terminar de bombardear a su pueblo que se encuentra en resistencia y con el tremendo apoyo a sus huestes terrestres reunidas en el CNT que solas serían incapaces de subyugarlo, acabar con su tenacidad que cada día que pasa desenmascara su hipocresía.

La jugada palestina les ha caído en mal momento, pues si se oponen a la creación de su estado con las fronteras de 1967, se echarían a la comunidad árabe encima, aún a aquellos que les rinden pleitesía. La primavera árabe sería entonces para ellos, que hasta el momento la han manejado a su sabor y antojo, un verdadero avispero.

El cinismo de poner alfombra roja a los mercenarios del CNT que han regado con sangre de sus propios hermanos su tierra con apoyo de las excolonias imperialistas, por tanto descalificados de antemano, y negar la entrada a un glorioso pueblo como el palestino que ha resistido los embates y los asesinatos perennes de su poderoso vecino, Israel, quien lo ha confinado a los guetos, en el conglomerado de las Naciones Unidas les ha valido a los imperialistas una contundente derrota que a pesar de que formalmente detengan su ingreso a través del veto gringo, propician un ascenso más en el peldaño cualitativo de la lucha de clases.


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