Sin acceso a la divisa, buscan opciones
Caracas. Cada vez se habla más de cómo circulan dólares
en determinadas zonas de Caracas. Pero, ¿qué sucede con aquellos que no
acceden a la moneda estadunidense o sólo lo hacen de forma esporádica?
¿Cómo enfrentan el día a día?
El proceso se aceleró durante 2019. Si antes era centralmente de
clases medias altas –una entrada a una discoteca en las zonas adineradas
caraqueñas se pagaba en dólares–, en meses recientes se elevó la
presencia y necesidad de la moneda norteamericana.
El cambio central no fue tener al dólar como moneda de referencia y
de ahorro, algo que, como en otros países de América Latina, por
ejemplo, Argentina, es costumbre. La transformación fue que comenzaran a
circular dólares para gastos de cada día: los billetes comenzaron a
multiplicarse en las calles, en particular en denominaciones de uno a 20
dólares.
Quienes dolarizaron sus ingresos, cálculos y cuentas bancarias
quedaron a salvo de las dificultades económicas. ¿Qué sucede, en cambio,
con quienes quedaron por fuera, o en los bordes, de ese proceso?
La economía venezolana ha atravesado en los pasados cinco años
situaciones tan complejas como el desabasto de productos de primera
necesidad, la inflación e hiperinflación, o la ausencia y reventa de
dinero en efectivo. La llamada dolarización es uno de los nuevos
fenómenos dentro del cuadro prolongado de diferentes dificultades.
Ante esos escenarios han surgido numerosas formas de resistencia y
recomposición. Mariana García y Hernán Vargas, investigadores
venezolanos, han estudiado durante tres años esas mutaciones,
particularmente en los sectores populares, pero también en las clases
medias.
García y Vargas señalan cuatro puntos centrales
para responder a la pregunta de cómo hace la gente para sobrevivir, para resolver.
En primer lugar están las migraciones laborales.
La reconfiguración del trabajo que hace que te muevas del trabajo formal al informal, por cuenta propia, que puede ser adentro o fuera del país, porque la búsqueda es la de mayor cantidad de divisas. Así surgieron las iniciativas de trabajo informal, ventas, reventas, o pequeños negocios, como las ya características peluquerías en las calles.
Ese fue uno de los mecanismos ante el aumento de precios,
depreciación de la moneda, y consecuente depreciación de los salarios.
Los sueldos dejaron de alcanzar, mucha gente dejó los trabajos
asalariados, y se perdió una característica de los años anteriores del
chavismo, cuando, explica Vargas,
todo el mundo quería trabajar fijo, contratado, en alguna institución pública, quizás en una privada.
En segundo lugar mencionan los subsidios y García explicó que una de las cosas
determinantes en la materialidad cotidiana son las políticas de transferencia monetaria directa, o de subsidio al consumo, como el Comité Local de Abastecimiento y Producción (Clap) o los bonos.
Esto tiene un peso tremendo en la supervivencia de la gente que vive de su trabajo, dijo Vargas. A esas políticas se debe agregar el
subsidio invisiblede los servicios, como agua, luz, gasolina y algunos transportes.
En tercer lugar, los investigadores señalaron cambios en el consumo,
el cual bajó en comparación con el modo de vida que se había logrado en
los años anteriores del chavismo.
El modo de vida de estos años que era que todos los fines de semana te ibas a tomar cerveza con los amigos, los asalariados podíamos almorzar en la calle todos los días, todo eso se viene a pique y eso es importante en términos de cómo se recompone la vida en Venezuela, explica Vargas.
A esto siguen las resistencias colectivas.
Las reconfiguraciones han llevado a unas formas colectivas cada vez mayores, que pueden ser organizadas, mercados comunales, campesinos, sistemas de intercambio entre comunidades organizadas y cooperativismo.
Esas formas colectivas descritas por Vargas se articulan con lo que, explica, es el
crecimiento de lo pequeño, como la agricultura familiar, el apoyo mutuo entre familias, el intercambio directo entre vecinos, por grupos de WhatsApp. Lo pequeño, multiplicado en la escala nacional, tiene impacto masivo.
Las estrategias para conseguir ingresos en dólares dependen de
posibilidades, habilidades y reflejos históricos. Así, por ejemplo, para
las clases medias, acostumbradas a oficios tradicionales, como por
ejemplo los profesores,
se ven en la necesidad de irse, porque no saben hacer otra cosa distinta que trabajar a cambio de un salario por eso que sabe hacer.
Esa migración, que es transversal a la sociedad, genera remesas y
reconfiguraciones de los espacios, donde en algunas zonas medias
ves cada vez más puros viejitos caminando por ahí viendo cómo resolver, viejitos que a veces se quedan con los más pequeños. Allí muchos de los jóvenes se fueron al extranjero a trabajar y enviar dinero a las familias.
Esa serie de dinámicas reconfiguran el mapa de la economía de cada
día, de las calles y los comercios, creando divisiones entre acceso y
cantidad de dólares. Se trata de una dinámica visible, que incrementa
las desigualdades, generando una estabilidad para una franja pequeña de
la sociedad, aquella que logró garantizar ingresos en dólares.
Tienes sectores que de los mil dólares hacia arriba empiezan a operar de otra manera, empiezan a tener dinero para poder comprar cosas, otro carro, un negocio, importan y exportan porque van y vienen, viene aquí a hacerse la cirugía estética, el trabajo odontológico, cosas que en otro lado son más caras, explica Vargas.
La expansión desigual de los dólares en la economía crece mes tras
mes. El gobierno de Nicolás Maduro afirma que se está ante una
autorregulación de una economía en resistencia, lo que parece significar que se trata una situación que se permitió e incentivó en un contexto de asedio por las sanciones económicas que Estados Unidos impuso a Venezuela.
Marco Teruggi / Sputnik
Periódico La Jornada
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