Ángel Guerra Cabrera
Cunde el pánico en el Estados
Unidos de arriba. Bernie Sanders es el competidor a vencer por los otros
contendientes, o por lo menos a restarle empuje, en las primarias de
Carolina del Sur del sábado 29 y, sobre todo, en el supermartes (3 de marzo), cuando se disputarán mil 357 delegados al colegio electoral. El domingo 23 de febrero sonaron las alarmas en el establishment
del Partido Demócrata, y en general de los adinerados, cuando Sanders
se dibujó como favorito para obtener la nominación presidencial de esa
agrupación.
Autodefinido como socialista democrático, adquirió un gran impulso en
la contienda demócrata al imponerse por amplio margen en las primarias
de Nevada con una cantidad significativa de voto latino, conquistar
también el voto popular en las de Iowa y Nuevo Hampshire y acumular más
delegados que los demás precandidatos. Pero no lo quieren ni el Comité
Nacional del partido, ni sus figuras dominantes, como Obama, los Clinton
o el también precandidato y ex vicepresidente Joe Biden, todavía
favorito de esas instancias para la nominación. Claro, tampoco lo
quieren Wall Street ni el país corporativo, donde, para empezar, las
industrias de guerra y las grandes empresas farmacéuticas y de seguros
se verían muy perjudicadas de llegar a la Casa Blanca el senador por
Vermont.
Pero también todos los muy ricos, pues de una presidencia de Sanders
debería esperarse una reforma fiscal que haga pagar más a los que más
tienen, al revés de como ha sido en las últimas décadas. No se diga con
Trump, cuando las grandes fortunas apenas contribuyen al fisco y ha
continuado profundizándose la irritante desigualdad extrema, que ya
iguala o supera la existente antes de la Gran Depresión de 1929. El
llamado sueño americano nunca existió, pero ahora mucho menos
puede hablarse de algo así en un país con millones de pobres y de
personas sin hogar y en condición de calle y una población
crecientemente aquejada de enfermedades crónico-degenerativas, con cada
vez más millones sin acceso, o acceso muy limitado, a los servicios de
salud. Es una verdadera paradoja que Cuba, con bloqueo reforzado casi
hasta la asfixia, posea índices de salud superiores a los de su
bloqueadora, la más grande potencia imperialista de la historia. Ahí
están los datos de la Organización Mundial de la Salud y el Fondo de
Naciones Unidas para la Infancia.
Sanders aboga por políticas que el uno por ciento aprecia
subversivas, socialistas, locas. Entre ellas, acabar con las
intervenciones en el extranjero, implantar un sistema de salud gratuito y
de cobertura universal, educación gratuita y liquidación total de la
deuda de los universitarios, fomentar las energías renovables y el
cuidado medioambiental y control de la venta de armas de fuego.
Según una última encuesta de Reuters, el senador por Vermont supera a
todos sus contendientes en el favor de los votantes demócratas y
conquista la mayor parte del voto afroestadunidense a escala nacional.
La encuesta sólo no le otorga el voto afro en Carolina del Sur en
particular, donde da como ganador de éste y, por consiguiente, del
estado, al hasta ahora casi desaparecido ex vicepresidente Biden. Sin
embargo, analistas aducen que la intensa campaña del multimillonario Tom
Stayer en este estado le va a restar una cantidad de votos
tradicionales de ese origen a Biden, que pueden dar la victoria a
Sanders. En ese caso, se anotaría casi la cuarta victoria al hilo, pues
en Iowa sólo le faltaron unas décimas para ganar en número de delegados,
aunque se llevó el voto popular.
La cuestión con Sanders no es sólo el programa, muy humanista y de
profunda vocación social. Puede que aún más preocupante para el uno por
ciento sea la gran coalición transétnica y transgeneracional que ha
venido construyendo el veterano político desde 2018, que puede
trascenderlo por obvias razones de edad o hasta en caso de un
magnicidio. Si la encuesta de Reuters refleja la realidad y son
acertados los vaticinios de analistas sobre la preferencia del voto
latino y juvenil por el senador, éste puede muy bien echarse a la bolsa
una buena tajada de delegados el supermartes y, con la onda expansiva que eso cree, ganar California y Texas, con su enorme peso en el colegio electoral.
¿Podría Sanders ganar a Trump en 2020? Se antoja muy difícil que el establishment,
capaz históricamente de cualquier cosa por suprimir a un adversario,
acepte ese escenario cuando aires fascistas y continuistas circulan por
los pasillos de la Casa Blanca. Pero en tiempos de grave crisis política
nada debe ser descartado de antemano. No obstante, el hecho de que un
movimiento como el que apoya a Sanders se haga con la nominación
demócrata es ya una enorme proeza de gran significación política y puede
implicar otros fenómenos novedosos para analizar en siguientes
entregas.
Lo que está muy claro es que el capitalismo neoliberal no es aceptado
ya por los electores en casi ningún país, incluido Estados Unidos y
ello es, en parte, lo que explica las tentaciones fascistas en sectores
de las clases dominantes.
Twitter: @aguerraguerra
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