Fuentes: Alainet
Traducido del francés para Rebelión por Susana Merino
El
Grupo de Lima se reunirá el 20 de febrero de 2020 en Gatineau, una
ciudad de Quebec ubicada frente a la Colina del Parlamento de Ottawa
al otro lado del río. El grupo se
creó el 8 de
agosto de 2017 en Lima, Perú. Doce
países fueron los primeros signatarios de
la Declaración de Lima: Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia,
Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú.
Estados Unidos no es miembro. Desde el establecimiento inicial del
grupo hace dos años y medio, otros dos países, Bolivia y Haití, se
han unido a ellos. Ambos están
liderados por gobiernos títeres estadounidense / occidentales.
Trudeau, junto a Trump, desempeñó
un papel determinante en el golpe de Estado
del otoño pasado contra el primer presidente indígena boliviano Evo
Morales para instalar un nuevo «gobierno» fascista. Con
respecto a Haití, Canadá constituye, junto
con Estados Unidos y Francia, un factor
clave, a través del
Grupo Central, para
mantener el poder sobre Haití. México,por
su parte, se retiró después de que su
gobierno girara
hacia la izquierda con una política exterior independiente de
Estados Unidos. El objetivo principal del Grupo de Lima es lograr en
Venezuela un cambio de régimen contra el gobierno de Maduro.
Desde
el principio (e incluso antes de formarse el Grupo
de Lima) el gobierno de Trudeau aspiraba a
ser la principal fuerza política contra Venezuela, con
Colombia como su
agente armado. Desde el 11 de noviembre de 2016 hasta la fecha el
sitio web del gobierno canadiense dedicado
a la “Crisis en Venezuela” contiene
97 declaraciones de Canadá, del Grupo Lima y de organizaciones
multilaterales. Las declaraciones
constituyen una larga lista de exigencias
imperialistas y arrogantes, amenazas,
ultimátumes y
sanciones. Sin embargo, esas 97 declaraciones son solo una parte de
la estrategia de Trudeau. Se sirve
de su ventajosa
situación de no ser un Trump y de su capacidad de comunicarse en
inglés y francés para
ayudar con éxito
a Trump no solo
en América Latina, sino también en Europa.
La
reunión de Gatineau es la tercera que organiza Canadá luego de las
del 27 de octubre de 2017 en Toronto y del 4 de febrero de 2019 en
Ottawa. Con esta reunión Canadá habrá sido
el anfitrión de más reuniones del grupo,
incluso más que Perú. Sin embargo, Canadá es claramente el país
más alejado de
América Latina, lo que testimonia el
entusiasmo de Trudeau por el «liderazgo»
de Canadá respecto a
Venezuela.
¿Por
qué Canadá está
tan comprometido con Venezuela? Hay muchas explicaciones para las
cuales este autor, como otros, ha proporcionado pruebas
documentadas
en el contexto de la
actual Gira
de Conferencias Internacionales sobre América Latina. Sin embargo,
por ahora solo abordaremos
una:
Trudeau
lucha para conseguir
para 2021-2022 un puesto
no permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y
utiliza el caso
de Venezuela
para reforzar
su visibilidad en el
ámbito
internacional. Además, el gobierno de Trudeau ya no tiene
reserva alguna
sobre su objetivo respecto al Consejo
de Seguridad.
El 11 de febrero, anunció de
la siguiente
manera que
viajaría a Barbados para reunirse con los
dirigentes
de la comunidad caribeña: “Mientras
Canadá
solicita
su candidatura a ser
elegido para el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en
2021-2022 continuaremos promoviendo intereses comunes en beneficio de
las personas y las empresas en Canadá, el Caribe y en todo el mundo»
(Comunicado
del primer ministro de Canadá).
Los
otros países que compiten por el puesto
son Noruega e Irlanda. La ONU
no necesita otro aliado americano,
como Canadá, que también ha sido denunciado por la ONU por el
genocidio contra
sus comunidades
originarias mientras que
apoya completamente a Trump en el exterior. Para la ONU, podría ser
cualquiera menos Canadá
La
peculiaridad
del
Grupo de Lima es que no favorece la intervención militar, sino que
opta por una «solución pacífica» a la «crisis
venezolana». Sin embargo, entre las 97 declaraciones canadienses
encontramos sanciones canadienses
que
en sí mismas se consideran una forma de guerra, tal
como
señala
un
estudio que indica que 40.000 venezolanos perdieron la vida en
2017-2018 luego de las sanciones estadounidenses. Además, ninguna de
las 97 declaraciones interpela
al
gobierno
Trump ni siquiera por sus sanciones más severas
que constituyen un hecho de guerra,
como
incautar
barcos que transportan alimentos a Venezuela y
además
en aguas internacionales. Ninguna de las declaraciones critica, ni
siquiera moderadamente, las acciones paramilitares
estadounidense-colombianas contra Venezuela. La guerra cibernética
librada por Estados Unidos contra la red eléctrica venezolana, que
dejó a millones
de personas en
la oscuridad durante muchos días, únicamente
produjo
declaraciones que
criticaban al
gobierno venezolano por ser
la causa de los cortes de
electricidad. La hipocresía de la opción por la “transición
pacífica” reside en el hecho de que el
propio Estados Unidos
no se opone a ella, ya
que afirma
constantemente que quiere evitar la solución
militar y favorecer una “solución pacífica” pretendiendo que la
opción militar no
es
sino
una
opción mientras que
libra una guerra económica.
Lo
importante es la
razón que esgrime
el equipo Trump-Trudeao para
evitar una opción militar. ¿Se trata
de
los indecibles sufrimientos, la miseria y los muertos que acarrearía
una
intervención militar?
No,
temen
que esa
intervención refuerce el chavismo al
afirmar su imponente y mundialmente conocida razón de ser
antiimperialista.
Además,
entre los “pacíficos” del grupo Lima están Colombia y Chile,
conocidos
por sus violaciones de los derechos humanos contra sus propios
pueblos, incluidos
los asesinatos. Aunque
el gobierno de Trudeau ha publicado 97 declaraciones sobre Venezuela
no ha añadido
una sola palabra sobre las violencias perpetradas en Chile y en
Colombia ni sobre las de su títere, el gobierno haitiano.
Por
último, la reunión de Gatineau-Lima se lleva a cabo en el contexto
de una crisis nacional en Canadá que opone a la nación wet’suwet’en
de las naciones originarias y a sus cada vez más numerosos aliados
en Canadá en la defensa de sus tierras ancestrales a las presiones
del gobierno de Trudeau para construir un gasoducto de gas natural
impuesto legalmente en su país. Colonialismo en casa, imperialismo
en el extranjero.
De
hecho el 17 de febrero Trudeau tuvo
que
suspender su viaje al Caribe debido al cada
vez mayor movimiento de solidaridad con la
nación
wet’suwet’en
no solo entre las
naciones originarias
sino también entre
las organizaciones sindicales y los movimientos sociales de
todo el Canadá.
El
mensaje que los canadienses pueden enviar a Gatineau es una
firme oposición a las sanciones canadienses y estadounidenses a
Venezuela. Trump y Trudeau no deberían tocar Venezuela.
Estamos
en un buena
posición. Puede que Trudeau
parezca tener éxito en su búsqueda
insaciable de
reconocimiento internacional para lograr su objetivo de ocupar un
puesto en el
Consejo de Seguridad de la ONU usando como vehículo a Lima y
Venezuela. Sin embargo, Trump y Trudeau son “reyes desnudos”
porque su títere Guaidó fue expulsado por el pueblo del aeropuerto
de Caracas cuando aterrizó al
regresar de su
gira internacional que incluyó Estados
Unidos y Canadá.
Lima-Gatineau resultará ser una victoria
pírrica para Trudeau.
Arnold
August
es
un
periodista y conferenciante canadiense autor de Democracy
in Cuba and the 1997–98 Elections, Cuba
and Its Neighbours : Democracy in Motion
y
Cuba–U.S.
Relations : Obama and Beyond.
Colabora
con muchos sitios web, programas de televisión y radio en América
Latina, en Europa, América del Norte y Oriente Próximo.
Twitter, Facebook
y
su web
trilingüe
www.arnoldaugust.com.
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