Eduardo Camin
Dicen los entendidos que un iceberg aparenta ser no muy grande porque
sobresale del agua solo la octava parte de su volumen total, aunque, de
hecho, su parte sumergida puede alcanzar dimensiones enormes. Al
referirme al tema del trabajo infantil esa metáfora me pareció
pertinente ya que navegamos en este inmenso mar de silencio, entre tanto
ruido de ausencias, que parece dictar nuestra conducta.
Ésta no cae del cielo, ni sube al infierno, apenas navega en las
profundidades más oscuras de la tierra, pero cada día despierta y
sobrevive entre nosotros… esa eterna injusticia. Hace algunas semanas
los Países Bajos (antes conocida como Holanda)fue el escenario de una
importante conferencia para definir las medidas a adoptar para erradicar
el trabajo infantil de las cadenas mundiales de suministro.
El Director General de la OIT, Guy Ryder, participó en una mesa
redonda enmarcada en esta conferencia organizada por el Gobierno de los
Países Bajos en colaboración con la OIT, Marcha Mundial contra el
Trabajo Infantil y Netherlands Enterprise Agency (organismo empresarial
de los Países Bajos).
En su discurso inaugural Ryder instó a aplicar un planteamiento que
abarque la totalidad de la cadena de suministro para resolver el trabajo
infantil. Explicó que las iniciativas de lucha contra el trabajo
infantil en dichas cadenas no serán suficientes si no van más allá de
los proveedores inmediatos, hasta abarcar a los actores de, por ejemplo,
los procesos de extracción y producción de las materias primas.
Exhortó además a los gobiernos a resolver las causas fundamentales
del trabajo infantil en las cadenas mundiales de suministro, como la
pobreza, la informalidad y el acceso insuficiente a la educación. “En la
actualidad, 152 millones de niños siguen inmersos en el trabajo
infantil. La necesidad de acelerar el progreso resulta evidente”, dijo
el Director General.
Por lo tanto, la resolución de las Naciones Unidas en la que se
declara 2021 como Año Internacional para la Eliminación del Trabajo
Infantil sería una excelente ocasión para mantener el impulso y acelerar
la actuación para hacer desaparecer el trabajo infantil en todas sus
formas de aquí a 2025.
Sigrid Kaag, Ministro de Comercio Exterior y de Cooperación para el
Desarrollo de los Países Bajos, anunció que su país se convertiría en
país pionero de la Alianza 8.7, ya que se trata del primer Estado
miembro de la Unión Europea en sumarse a la misma.
La Alianza 8.7 congrega a 225 organizaciones empeñadas en llegar a la
Meta 8.7 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030, que insta a
los gobiernos del mundo a erradicar el trabajo infantil para 2025 y a
adoptar medidas eficaces para eliminar las formas contemporáneas de
esclavitud y la trata de personas en el periodo comprendido desde
entonces hasta 2025.
Un
informe elaborado por la OIT, la OCDE, la OIM y UNICEF, titulado
Erradicar el trabajo infantil, el forzoso y la trata de personas en las
cadenas mundiales de suministro, incluye las primeras estimaciones jamás
realizadas sobre el trabajo infantil en las cadenas mundiales de
suministro. El estudio indica que la relación entre el trabajo infantil y
dichas cadenas suele ser indirecta.
Una apreciable proporción del trabajo infantil en las mismas tiene
lugar en el tramo más bajo, en actividades como la extracción de
materias primas y la agricultura, lo cual dificulta la diligencia
debida, la visibilidad y la trazabilidad. A lo largo de la última
década, y con el apoyo de la OIT, más de 60 países – que implementaron
casi 200 leyes – adaptaron sus marcos jurídicos en conformidad con los
Convenios sobre trabajo infantil de la OIT.
El trabajo infantil entre convenios y promesas
Se entiende por trabajo infantil todo trabajo que priva a los niños
de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su
desarrollo físico y mental. Este concepto se define en el Convenio
número 138 de la OIT sobre la edad mínima (1973), en el Convenio 182 de
la OIT sobre las peores formas de trabajo infantil (1999) y en la
Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño.
Este informe pretende sustentar las políticas y prácticas públicas y
empresariales para prevenir el trabajo infantil, el trabajo forzoso y la
trata de personas en las cadenas mundiales de suministro, y proteger a
sus víctimas. A la vez, reconoce la naturaleza pluridimensional de estas
violaciones de los derechos humanos y la necesidad de hacerles frente
mediante una combinación acertada de políticas.
Se tiene en cuenta no solo los factores de riesgo y las
intervenciones de políticas necesarias para abordar la vulnerabilidad de
las personas, sino también la extraordinaria complejidad de las cadenas
mundiales de suministro que pueden ocultar abusos y vínculos con la
informalidad y la migración laboral.
Las cadenas mundiales de suministro pueden engendrar crecimiento,
empleo, desarrollo de capacidades y transferencia de tecnología. Sin
embargo, en ellas se han registrado déficits de trabajo decente, y
violaciones de los derechos humanos, y en particular trabajo infantil,
trabajo forzoso y trata de personas. Todos los actores que intervienen
en este contexto tienen la responsabilidad de velar por que se aborden
estas violaciones de los derechos humanos.
En la punta del iceberg la pobreza
Es importante señalar que la naturaleza oculta del trabajo infantil,
el trabajo forzoso y la trata de personas en las cadenas mundiales de
suministro refleja tanto la complejidad de los procesos de producción
como las limitaciones de los datos.
Las
lagunas en materia de datos, debido a la ausencia de encuestas
nacionales periódicas sobre trabajo infantil y trabajo forzoso en varios
países, y la dificultad para obtener datos detallados sobre la
prevalencia de estos fenómenos en ciertos proveedores que operan en los
niveles iniciales de las cadenas mundiales de suministro, limitan
considerablemente la capacidad de las partes interesadas para dar
prioridad a las zonas o industrias en las que es más urgente tomar
medidas, pero estas lagunas no deben servir de pretexto para no actuar
con la debida diligencia más allá de los proveedores inmediatos.
Si podemos afirmar que el carácter pluridimensional de la pobreza es
central para comprender la vulnerabilidad al trabajo infantil, el
trabajo forzoso y la trata de personas. El papel de la pobreza como
motor de estas violaciones de los derechos humanos resulta claro. La
pobreza aumenta las probabilidades de que los hogares tengan que
recurrir al trabajo infantil a expensas de la educación de sus hijos
para satisfacer sus necesidades básicas y hacer frente a la
incertidumbre y las crisis.
Algunos estudios muestran que los hogares pueden responder a las
crisis relacionadas con la salud, como la repentina enfermedad de los
tutores o del principal sostén de la familia, poniendo a los niños a
trabajar. Esto sugiere que el trabajo infantil actúa como un
amortiguador o un seguro del hogar contra el impacto de las crisis
relacionadas con la salud.
En el contexto del trabajo forzoso y la trata de personas, la pobreza
puede llevar a aceptar cualquier trabajo, independientemente de los
riesgos, para poder sobrevivir, o a permanecer en empleos en condiciones
abusivas.
Algunos estudios también relacionan la servidumbre por deudas con la
exposición a las crisis, como la muerte repentina del principal sostén
de la familia, o los desastres naturales, ya que el endeudamiento de
alto riesgo es otra práctica a la que recurren los hogares para hacer
frente a las crisis.
Sin dudas que la privación de la educación es otra de las principales
formas en que las familias experimentan la pobreza, y está asociada al
trabajo infantil, el trabajo forzoso y la trata de personas de manera
importante.
Por un lado, el papel que desempeña la educación pública gratuita y
de calidad como alternativa al trabajo infantil y, por el contrario, la
manera en que la falta de acceso a las escuelas o la mala calidad de la
enseñanza pueden empujar a los niños al trabajo infantil y a las
situaciones de trabajo forzoso o trata de personas.
Existen numerosas pruebas de esta interacción negativa entre el
trabajo y la escolarización, por ejemplo, en las comunidades cacaoteras y
en las comunidades vinculadas a la minería artesanal, en las que la
falta de opciones de escolarización que valgan la pena es una de las
principales razones por las que los niños empiezan a trabajar
prematuramente.
El trabajo infantil, el trabajo forzoso y la trata de personas se
producen en su inmensa mayoría en la economía informal. Un gran número
de estudios revela que los trabajadores de la economía informal figuran
entre los grupos más vulnerables y menos protegidos.
Otro aspecto para destacar es el tema de la violencia, por ejemplo,
en el hogar, en la escuela o en instituciones, puede llevar a los niños a
abandonar la escuela y volverlos vulnerables al trabajo infantil. El
trabajo se convierte en una manera de sobrevivir, incluso en formas de
extrema explotación como la explotación sexual, el reclutamiento por
pandillas, grupos o fuerzas armados, el trabajo forzoso y la trata de
personas.
La
discriminación y la violencia en las escuelas, por parte de compañeros,
maestros u otros miembros del personal escolar, también pueden
contribuir al trabajo infantil, ya que aumentan las probabilidades de
que los niños abandonen la escuela prematuramente si son objeto de
discriminación o violencia –incluidas las peleas en el patio de recreo,
los abusos verbales o sexuales, la intimidación, la humillación, los
castigos corporales, la violencia de las pandillas u otras formas de
trato cruel y humillante.
En realidad, vivimos en un momento peligroso, un momento en que el
autoengaño es un tema cada vez más actual. La humanidad como especie
enfrenta una amenaza, su destrucción total. Ya se trate por muerte
rápida causada por una guerra nuclear o de muerte ecológica lenta como
consecuencia de la destrucción inexorable de los bosques, la tierra
fértil y el agua potable, insistimos que la tendencia del hombre a
engañarse a sí mismo desempeña un rol importante en esta aniquilación.
Por eso cada día despierta y sobrevive entre nosotros, esa eterna
injusticia.
*Periodista uruguayo, acreditado en ONU-Ginebra. Analista asociado al
Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico
(CLAE, www.estrategia.la)
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