David Brooks
▲ Bernie Sanders, aspirante
socialista democráticoa la candidatura presidencial demócrata, ayer en un acto de campaña en Nevada.Foto Ap
Todos, los más ricos y sus representantes en el gobierno, los autoproclamados expertos, los principales comentaristas e
influenciadores, ni hablar de la realeza política y sus servidores, están muy asustados.
Quién sabe qué tanto dure el susto. Algunos pronostican, o desean,
que muy poco; otros argumentan de manera impresionantemente torcida que
el que tiene cada vez mayor apoyo popular es, pues, una amenaza al país
(desde sus orígenes se ha planteado que demasiada democracia es
peligrosa), otros insisten en que se requiere de una
alternativamás
elegible(a pesar de que según las encuestas, este es en los hechos el favorito entre el electorado) y que urgen propuestas políticas más
pragmáticaspara poder ganar la elección presidencial (a pesar de que esas mismas fueron derrotadas la última vez).
¿Y quién es la amenaza tan potente? Pues, un viejo de Brooklyn con la
consigna de un ya basta con el control del uno por ciento más rico, y
que convoca a una
revolución políticapara rescatar a esta supuesta democracia, y peor, que se atreve a declararse
socialista democrático.
Después de su triunfo en Nuevo Hampshire a principios de la semana
pasada, y de conseguir la mayoría de los votos en Iowa una semana antes,
y que ahora por primera vez está en primer lugar en el promedio de las
principales encuestas nacionales, Bernie Sanders es el líder de la
contienda para ganar la nominación presidencial del Partido Demócrata.
Ante ello, pánico y alarma estallan en la cúpula del partido y sus
patrocinadores, con una búsqueda cada vez más desesperada para la
alternativacentrista a Sanders, incluido uno de los hombres más ricos del planeta, quien abiertamente está buscando comprar la corona demócrata, y tambien el trono del poder en Washington.
No sorprende que ni un solo ejecutivo en jefe de las principales 500
empresas en la lista de Standard & Poor’s ha contribuido a su
campaña. Lloyd Blankfein, ejecutivo en jefe recién retirado de Goldman
Sachs, comentó la semana pasada que si gana Sanders provocaría un
desastre económico. Como varios comentaron, al ex banquero aparentemente
se le olvidó que fueron él y sus socios en el sector financiero quienes
provocaron la peor crisis económica dede la Gran Depresión, en 2008, y
cuyo banco fue uno de los rescatados con billones de dólares en fondos
públicos.
Esto es como se ve y suena el pánico de la élite de Wall Street, respondió el jefe de campaña de Sanders, Faiz Shakir.
Les asusta que 7 millones de donaciones por más de 1.5 millones de
individuos, la contribuciones en promedio es de 18 dólares, siguen
entregando más fondos a Sanders que todos los otros candidatos. El
sector de donantes más grande de Sanders son maestros/maestras, seguido
de enfermeras y trabajadores de Walmart, Starbucks y carteros, entre
otros.
Les asustan los jóvenes, sector que suele participar poco, pero que
cuando lo hace cambia todo el tablero electoral, y quienes ahora son el
arma más potente del candidato más viejo.
Les asusta una campaña conformada de una coalición multicultural y
multirracial que refleja el futuro del país: el candidato de origen
judío de clase trabajadora tiene un jefe de campaña musulmán (¿que
opinarán los grandes analistas antisemitas?), a Nina Turner, dinámica
líder aforestadunidense, a Carmen Yulin Cruz la ex alcaldesa de San
Juan, Puerto Rico, el diputado federal Ro Khanna, Analilia Mejía, entre
otros.
Y por supuesto el proyecto político presentado por Sanders, centrado
en el gran tema de la desigualdad económica, así como una reforma
migratoria inmediata para proceder con la legalización de los
indocumentados y poner alto a las medidas antimigrantes, seguro de salud
universal, educación superior gratuita, un New Deal Verde, y la restauración de derechos civiles para todos.
Cornel West, intelectual público, profesor de filosofía y religión en
Harvard y activo en la campaña, comentó recientemente: “estamos ante
una escalada del neofascismo en el mundo, y tenemos que hacer nuestra
parte dentro del imperio de Estados Unidos al declarar que estamos
comprometidos con los pobres y los trabajadores… y por eso estamos con
Sanders”.
Qué susto.
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