Ilka Oliva Corado
Muchas veces hablamos de la descomposición social desde la posición
de superioridad y privilegio, nuestra opinión está hecha de estereotipos
porque creemos que los causantes de tal degradación son quienes crecen
en la alcantarilla, en el lumpen, en la condición social de
parias. Entonces vemos a ese adolescente marginado por nosotros mismos,
al que le hemos negado una vida distinta y al que obligamos a robar un
celular, una billetera o un radio de automóvil, como el culpable. Porque
a la primera decimos que vienen de familias disfuncionales como si las
de nosotros no lo fueran también, los señalamos de no querer trabajar
cuando sabemos que los últimos en las clases sociales son los que
sostienen al mundo con sus lomos. Y a él lo sentenciamos y en él
depositamos todo nuestro clasismo, todo el racismo generacional y lo
condenamos desde nuestras poltronas de quienes tuvieron el privilegio de
la oportunidad.
Pero vemos como lindo cuando alguien se acerca a tomarse una foto con
una niña indígena que vende artesanías en la calle a la hora en que
debería estar estudiando en la escuela, porque qué bonita su vestimenta y
qué linda la persona que no le tuvo asco, que tampoco le compró pero le
dio el privilegio a esa niña de que se tomara una foto con ella. O sea,
pues. Eso es un ejemplo claro de descomposición social. Y hay miles
más.
La gente que anda tomando fotos y expone a personas vulneradas en sus
derechos: niños, adolescentes, adultos mayores vendiendo en la vía
pública, en los mercados, sentados en la orilla de las banquetas
comiéndose una tortilla con sal con la ropa empapada de
sudor, lustrando zapatos, cargando bultos, o porque se acercaron a
regalarles un pan con frijoles les tomaron una foto recibiéndolo o
abrazados con ellos y creen que con eso ya tocaron el cielo con las
manos sucias. El yo fulanito, yo menganita graduada de universidad,
estudiante de universidad, empresaria me tomo una foto con este niño
vendedor de chicles y la publico en las redes sociales, para que la
gente vea que soy buena gente y abrazo a los parias sin que tema que me
peguen los piojos. Y peor aún, la ola de comentarios aplaudiendo y
alabando. Eso es descomposición social. Es la exposición del que está
en necesidad para el placer de egolatría del que se cree superior. ¿Y si
ese niño no ha comido en todo el día, cuántas veces comerá en la
semana, dónde duerme, tiene familia, en dónde vive, tiene sueños? Eso no
importa, solo la foto para el aplauso de las redes sociales. Pero como
somos nosotros desde arriba desde la posición del privilegio quienes
tomamos las fotos entonces no señalamos ni sentenciamos como al
adolescente que roba un teléfono celular. Somos igualitos a los blancos
que van de turismo a África y se toman fotos regalándoles dulces al
puñado de niños negros en estado de desnutrición.
Es descomposición social la insensibilidad humana. Ver vertederos de
basura llenos de familias viviendo y comiendo ahí y simplemente voltear
hacia otro lugar. Saber que en los bares y casas de citas se viola a
niñas, niños, adolescentes y mujeres y no hacer nada como sociedad para
que no existan. Llamar trabajo sexual a la explotación sexual. Regatear a
los campesinos que salen a vender su cosecha. Tener empleada doméstica,
porque es privilegio de clase. Peor aún no pagarle el salario justo. Es
descomposición social orinar en la vía pública, tirar basura en la
calle, contaminar el agua de los ríos y lagos. Ser altaneros con los
meseros, con los mensajeros, con las recepcionistas, con quien cuida el
ascensor, con las personas del mantenimiento del edificio en donde
trabajamos. No sentir el dolor del otro como muestro es un signo claro
de descomposición social. Negar el derecho al aborto y al matrimonio
igualitario también lo es. También lo es la vanidad, además de ser
ignorancia pura.
Ver a las niñas trabajar de sol a sol en tortillerías y no hacer nada
como sociedad para su realidad cambie. Saber que los trabajadores
agrícolas no cuentan con derechos laborales, y ver cómo se pudren los
cortadores de caña mientras los dueños de los ingenios de hinchan las
bolsas junto a los banqueros con el beneficio de la explotación. Es
descomposición social, elegir una y otra vez presidentes racistas,
clasistas, corruptos, machistas, xenofóbicos, homofóbicos que alimentan
la explotación del ser humano en necesidad, desde el Estado. Entonces,
¿quiénes somos nosotros para señalar al niño que huele pegamento todo el
día y en la noche sale a asaltar?, ¿a la niña a la que su padre explota
sexualmente todos los días para ir a comprar droga, ese padre que
creció siendo explotado de igual manera y que solo eso conoce como medio
de sobrevivencia ?, ¿a la madre que trabaja todo el día en las
maquilas y que no puede ver a sus hijos salvo en la noche cuando llega y
los encuentra dormidos? Claro, hablemos de descomposición social, pero,
no de arriba hacia abajo y haciéndonos responsables de la parte que nos
toca.
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Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado
13 de febrero de 2020.
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