¿Será una casualidad que
los soldados israelíes les disparan a las piernas a los manifestantes
palestinos en Gaza –descendientes de refugiados, víctimas de una
limpieza étnica expulsadas durante el Nakba, hoy presos en una prisión
al aire abierto más grande del mundo− que en el contexto de la Gran
Marcha del Retorno (bit.ly/2SCAMJj) pretenden regresar (simbólicamente) a sus casas denunciando las inhumanas condiciones del bloqueo israelí y las periódicas
incursiones punitivas? Ya casi 300 gazaítes han sido asesinados –una verdadera masacre− y 30 mil quedaron heridos, muchos con balas vivas, balas de acero cubiertas de goma o recipientes de gases lacrimógenos, sobre todo en las piernas, también con la prohibida munición de fragmentación: más de 120 manifestantes tuvieron que sufrir una posterior amputación (bit.ly/2NKV4Pn). ¿Será una casualidad que los carabineros chilenos les disparan a los ojos a los manifestantes que se rebelan en contra del saldo del modelo neoliberal –creciente costo de vida, sueldos bajos, pensiones, salud y educación ultraprivatizados, etcétera−, un sistema que los tiene precarizados y endeudados y quienes –
después de una dosis de sedantes y calmantes(bit.ly/2RgQSc9)− finalmente despiertan y abren ojos a las injusticias? Ya casi tres mil personas quedaron heridas –y hubo unos 30 muertos− en una brutal y totalmente desproporcionada respuesta gubernamental al estallido social muy en sintonía con
las mejores tradicionesde la dictadura pinochetista, incluidos más de 400 que perdieron un ojo por disparos adrede en la cara con perdigones y balas de goma con centro metálico (bit.ly/2Nyv21t), algunos incluso ambos (bit.ly/3ajNKUj).
No. No es ninguna casualidad.
A medida que el cuerpo tiende a ocupar el centro de la política –
un paso de la economía política a la biopolítica que aún no hemos reflexionado lo suficiente(bit.ly/2ujlW2j)−, y la creciente politicidad se manifiesta cada vez más y más en él, el control y la represión se enfocan más y más en
contenerlo−el proceso marcado a su vez por el auge de
necropolítica(A. Mbembe, Necropolitics, 2019) y
securocratismo(J. Halper, War against the people, 2015)− apuntando también a sus determinadas y sintomáticas partes:
piernas para caminar/
ojos para ver.
Por donde sea –en contexto de la guerra global desde arriba a los migrantes o la revuelta antineoliberal global desde abajo (bit.ly/2GC5Bbx)−
el mundo está lleno de cuerpos reprimidos, heridos, detenidos,
cercados, golpeados, apaleados, gaseados, mutilados, quebrados,
atropellados, masacrados, violados, encarcelados, desaparecidos.
Quizás nunca como ahora la mutilación se vislumbraba tanto como una oficial y
legítimaherramienta del control público y política del Estado (bit.ly/35JsPGU). Quizás nunca como ahora la tortura de un cuerpo particular equivalía tanto a la tortura de un
cuerpo socialen su totalidad y nunca ha sido tan globalizada (los generales latinoamericanos del Plan Cóndor igual han sido
precursores tempranosde esta trasnacionalización).
Según la Sociedad Chilena de Oftalmología el número de heridos con lesiones oculares
es totalmente inusual para la historia del país y del mundoy si a algo se asemeja
es a lo que pasa en Palestina(bit.ly/35VQpAd); pero mientras allí −según un estudio 1990-2017 de la revista médica BMJ Open− se han reportado 300 lesiones en los ojos por balas de goma,
en Chile sólo en tres semanas tuvimos más de estas que en tres décadas del conflicto israelí-palestino( bbc.in/2RnauKr ).
Como subraya A. Mbembe,
la ocupación israelí de Palestina es un gran laboratorio de técnicas de represión, control, vigilancia y separación. Incluso
un paradigma de lo que viene para nuestro planetaregido ya por una
arquitectura de contenciónde la que Gaza es un
modelo: un
territorio encarcelado, sujeto a periódicas incursiones militares y asesinatos masivos, donde una peculiar y particular forma del control biopolítico consiste en abdicar de responsabilidad por la suerte de los encarcelados, algo “que se vuelve central para nuestros tiempos y ya está integrado en nuestras ‘democracias’” (bit.ly/36UNR5N).
Lo que vemos en las calles chilenas donde los manifestantes, que a
pesar de que pueden perder un ojo, −igual que los palestinos que se
manifiestan a pesar de que pueden perder una pierna− dejan el miedo
encarnado en los cuerpos que dejó la dictadura militar (el
choquecon el que el
modelo chilenofue implantado por Pinochet) frente a las fuerzas del
ordenque, en sus ojos, son verdaderas
fuerzas de ocupación extranjeras que consideran su ciudadanía enemiga(bit.ly/3bbf87k), es igualmente paradigmático: por un lado, dada la historia y el presente de cooperación militar entre Israel y Chile (bit.ly/2SlI4m2), es una
creativa–más violenta/más brutal− realización del
modelo Gaza exportado(“la ‘exportación de la ocupación’ es la base de la economía israelí”, bit.ly/2Hd74Fp); por otro, una muestra de cómo las tecnologías israelíes de
contención de cuerpos–fuerza letal, fronteras, vigilancia− resultan útiles para ir manteniendo al militarizado y excluyente orden neoliberal global (véase: T. Miller, Empire of borders, 2019), siendo el propio Israel su producto perfecto, indistinguible de Chile: una sociedad profundamente neoliberalizada, marcada por abismales desigualdades, creciente costo de vida, vivienda, etcétera. (bit.ly/379jAAh).
*Periodista polaco
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