Alfredo Serrano Mancilla, Gisela Brito y Sergio Pascual*
La Jornada
A casi dos meses de la
elección presidencial, el escenario en Bolivia está cada vez más
despejado. Al analizar el contexto de un proceso electoral, si bien es
importante atender a cuestiones coyunturales que siempre emergen con un
impacto relativo imposible de anticipar, lo fundamental es identificar
las tendencias en las preferencias de los electores, así como el mapa de
sensaciones vigente en la opinión pública. Es cada vez más habitual
observar una gran proliferación de datos de una u otra encuesta sobre el
porcentaje de votos que obtienen los candidatos en una contienda
electoral, como si de tratara de una carrera de caballos. Sin embargo,
la clave de un estudio riguroso siempre reside en la coherencia entre la
cifra de intención de voto y otras variables que dan una panorámica
sociológica y política más amplia.
Según la última encuesta de Centro Estratégico Latinoamericano de
Geopolítica (Celag), realizada a escala nacional con una muestra
representativa de 2 mil entrevistas presenciales en el ámbito rural y
urbano, en Bolivia predomina un clima de sensaciones positivas respecto
de la situación nacional. Casi un tercio de los bolivianos sienten
esperanza, la principal sensación en orden de importancia, seguida de
confianza (14 por ciento). Esto es justamente lo contrario de lo que
está ocurriendo en la Argentina de Macridonde el enojo y la angustia son los sentimientos mayoritarios según otra encuesta de Celag de julio. Dicho de otro modo: en Bolivia, el clima en el que se dan las elecciones está absolutamente disociado del intento de algunos voceros de la oposición por presentar el país al borde de una hecatombe.
Siguiendo la misma fuente, hay que resaltar que 54 por ciento de los bolivianos tiene una imagen positiva del presidente Evo Morales; misma proporción que manifiesta tener sentimientos positivos hacia su persona (confianza, respeto y afecto). Además, tras 13 años de mandato, la evaluación positiva de su gestión es de 72 por ciento, siete puntos más que en el mes de marzo de 2018. Esta valoración en favor del actual presidente contrasta con las opiniones de la ciudadanía sobre los sectores de la oposición: dos tercios de los bolivianos tienen sentimientos negativos sobre
las peleas de la oposición(angustia, cansancio y enojo). O visto con otro dato de la misma encuesta Celag: sólo 37 por ciento evalúa positivamente su desempeño (el de la oposición).
No obstante, hay que remarcar que la oposición no es monolítica y, por tanto, es pertinente descifrar qué es lo que ocurre en su interior. Se percibe que la candidatura de Carlos Mesa se estanca en un techo electoral en torno a 37 por ciento (proporción que manifiesta que podría llegar a votarle) y decrece en imagen positiva (pasa de 35.2 a 28.6 por ciento). En consonancia con su techo electoral, sólo despierta 39 por ciento de sentimientos positivos, mientras entre decepción y rechazo, acumula 42.3 por ciento. Por su parte, la candidatura made in Santa Cruz, de Óscar Ortiz, se asienta y mejora su posicionamiento en todos los indicadores alcanzando un alto nivel de conocimiento, cuestión que hasta hace pocos meses era su principal debilidad. Su imagen positiva crece de 15.2 a 23.1 por ciento y aumenta significativamente su techo electoral pasando de 12.5 a 28.7 por ciento. Y en comparación con Mesa, en lo que concierne a decepción y rechazo, su valor es mucho menor (33 por ciento).
Otra variable fundamental que ayuda a conocer mejor el clima
electoral es la expectativa sobre quién será el próximo presidente, más
allá de las preferencias de cada elector. Y en esto, según la encuesta
Celag, el dato habla por sí solo: 60 por ciento de los bolivianos y
bolivianas creen que el próximo presidente del país será Evo Morales.
Incluso entre los votantes opositores este valor es muy elevado: en el
caso de los votantes de Mesa, casi la mitad creen que Evo será
presidente. Dicho de otra manera 4 de cada 10 votantes de Mesa no creen
que su candidato vaya a ganar la elección, lo cual denota que la
desesperanza crece en sus propias filas.
Otro aspecto que nos permite indagar la investigación cuantitativa son los sentidos comunes y posicionamientos ideológicos de los electores para detectar el mapa de afinidades hacia las diferentes candidaturas. En la misma encuesta Celag, por ejemplo, observamos que más de 50 por ciento de la población apoya la continuidad de las políticas sociales actuales y considera que se debería avanzar en la nacionalización de sectores estratégicos. En una evaluación global de la política económica de años recientes, más de la mitad de los bolivianos considera que el modelo económico ha mejorado el bienestar, consumo y el nivel de empleo/salarios según datos de la encuesta Celag de marzo.
Después de todo lo expuesto, casi huelga presentar el dato de intención de voto dado que cualquier lector ya presupone que hay una diferencia cada vez más holgada en favor de Evo Morales frente a sus perseguidores. Son 18 puntos por encima de Mesa. Evo Morales crece seis puntos desde marzo hasta hoy pasando de 37.5 a 43.4 por ciento; mientras que Carlos Mesa cae en el sondeo (28.6 a 25.1 por ciento) y Ortiz mejora (7.6 a 12.8 por ciento). De esta forma se constata que la oposición no logra sintonizar con las aspiraciones de la ciudadanía, aunque Ortiz sí haya logrado tener una tendencia creciente en meses recientes.
Los sectores de oposición todavía están muy lejos de la centralidad que ocupa Evo Morales en la política boliviana. El actual mandatario goza de una gran credibilidad, un reconocimiento mayoritario positivo de su ejercicio de gobierno y encarna los grandes consensos alcanzados gracias fundamentalmente a las políticas puestas en marcha en materia económica y social en estos años. Y por todo ello, en la elección del 20 de octubre una segunda vuelta es cada vez más improbable.
* Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica
Otro aspecto que nos permite indagar la investigación cuantitativa son los sentidos comunes y posicionamientos ideológicos de los electores para detectar el mapa de afinidades hacia las diferentes candidaturas. En la misma encuesta Celag, por ejemplo, observamos que más de 50 por ciento de la población apoya la continuidad de las políticas sociales actuales y considera que se debería avanzar en la nacionalización de sectores estratégicos. En una evaluación global de la política económica de años recientes, más de la mitad de los bolivianos considera que el modelo económico ha mejorado el bienestar, consumo y el nivel de empleo/salarios según datos de la encuesta Celag de marzo.
Después de todo lo expuesto, casi huelga presentar el dato de intención de voto dado que cualquier lector ya presupone que hay una diferencia cada vez más holgada en favor de Evo Morales frente a sus perseguidores. Son 18 puntos por encima de Mesa. Evo Morales crece seis puntos desde marzo hasta hoy pasando de 37.5 a 43.4 por ciento; mientras que Carlos Mesa cae en el sondeo (28.6 a 25.1 por ciento) y Ortiz mejora (7.6 a 12.8 por ciento). De esta forma se constata que la oposición no logra sintonizar con las aspiraciones de la ciudadanía, aunque Ortiz sí haya logrado tener una tendencia creciente en meses recientes.
Los sectores de oposición todavía están muy lejos de la centralidad que ocupa Evo Morales en la política boliviana. El actual mandatario goza de una gran credibilidad, un reconocimiento mayoritario positivo de su ejercicio de gobierno y encarna los grandes consensos alcanzados gracias fundamentalmente a las políticas puestas en marcha en materia económica y social en estos años. Y por todo ello, en la elección del 20 de octubre una segunda vuelta es cada vez más improbable.
* Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica
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