La Jornada:
Eric Nepomuceno
El pasado viernes los médicos que tratan del ultraderechista Jair Bolsonaro lo examinaron en Brasilia y decidieron liberarlo para viajar a Nueva York. El presidente brasileño sigue recuperándose de una cirugía de corrección de una hernia abdominal.
También el pasado viernes millones de manifestantes salieron a las calles en más de 150 naciones en protesta contra los cambios climáticos y como forma de presión sobre los líderes globales en vísperas de la Cumbre de Acciones Climáticas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que empezó ayer y termina este lunes en la Gran Manzana.
En la reunión, encabezada por el portugués António Guterrez, secretario-general de la institución, Brasil no podrá manifestarse, por la sencilla razón de no haber enviado ninguna propuesta relacionada al tema.
Al día siguiente está prevista la apertura del nuevo periodo de la Asamblea General de la ONU. Por tradición, le toca al presidente brasileño pronunciar el discurso inaugural.
Liberado por sus facultativos, y a menos que cambie de idea a última hora –algo que se puede considerar rutinario en él– Bolsonaro tendrá una oportunidad de oro para exponer al mundo su visión sobre lo que ocurre en Brasil, con especial énfasis en la Amazonia.
En días recientes fuentes del gobierno filtraron a la prensa algunos de los temas que serán abordados: defensa intensa de la soberanía nacional, aclaraciones sobre la situación ambiental y las medidas de protección adoptadas y, de paso, críticas contundentes a Cuba y Venezuela.
También informaron de reuniones entre el presidente, su hijo Eduardo –diputado nacional– y los ministros de Relaciones Exteriores, una aberración llamada Ernesto Henrique Fraga Araújo, y de Seguridad Institucional, el ultra-reaccionario general Augusto Heleno Ribeiro Pereira. En los encuentros se elaboró el discurso que Bolsonaro pronunciará en Naciones Unidas. Olvidaron mencionar que las líneas generales vinieron de Steve Bannon, ex asesor de comunicación de Donald Trump y cabeza de un movimiento neofascista que pretende expandirse por el mundo. Bolsonaro y sus hijos hidrófobos son cercanos a él.
¿Hasta qué punto Bolsonaro será honesto en sus declaraciones? ¿Se podrá creer en lo que diga? ¿Se atreverá a repetir que el calentamiento global no pasa de una maniobra delmarxismo cultural?
António Guterrez puso atención a lo que dicen prácticamente todos los científicos del mundo: si no se adoptan medidas urgentes, en este siglo la temperatura se incrementará por lo menos tres grados centígrados. O sea, tendremos catástrofes naturales de todo tipo: sequías crueles, inundaciones feroces, falta de alimentos, aumento del nivel del mar y muerte de selvas y animales, entre otros horrores.
A Bolsonaro todo eso suena a nada.
Hay que ver si tendrá dignidad para revelar al mundo, frente al pleno de la ONU, lo que emisarios suyos anuncian en reuniones ultraprivadas con empresarios y posibles inversionistas, además de comandos militares.
Documentación obtenida por la publicación digital The Intercept, dirigida por el periodista estadunidense Glenn Greenwald, y que incluye la grabación de uno de esos encuentros, muestra que el verdadero proyecto del gobierno para la Amazonia consiste en adoptar medidas para ocupar la región y asegurar la soberanía nacional mientras se evitan amenazas externas, algunas delirantes, como una invasión de parte de China, por la frontera de Surinam, para apoderarse de áreas en la región.
Al mismo tiempo Greenwald, ganador de un premio Pulitzer, es el responsable por revelar elcaso Snowdeny, actualmente, por develar en Brasil la farsa del juicio y condena del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva por el entonces juez –actual ministro de Justicia– Sergio Moro.)
Entre las iniciativas concretas del gobierno presentadas en esas reuniones, que empezaron en febrero pasado, está el aumento de la explotación de minerales, la apertura dezonas cultivables, además de disminuir losobstáculosrepresentados por reservas indígenas y áreas de protección, realizargrandes obras, flexibilizar la legislación relacionada a la ocupación y uso de tierras públicas, y contener laindustria de multas, o sea, la fiscalización.
Mientras, el espacio de Brasil en el escenario mundial sigue siendo corroído. En agosto el país enseñó al mundo imágenes devastadoras de selvas quemadas, frente a la inercia del gobierno. Además de la gran pérdida de biodiversidad, los incendios criminales incrementaron sustancialmente la emisión de gases destructores, precisamente una preocupación central de la ONU. Todos los alertas disparados fueron solemnemente ignorados y la única consecuencia fue la defenestración de Ricardo Galvão, científico respetado en todo el mundo y que presidía el Instituto Nacional de Pesquisa Espacial.
Nadie discute el derecho a la soberanía de Brasil sobre su territorio. El problema es que el enemigo no está afuera, sino dentro. Y cuenta con el pleno respaldo del presidente de la república.
Si opta por decir la verdad, Bolsonaro será masacrado. Si miente, como se espera de él, será desmentido.
Ese es su gran dilema.
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