La Jornada
El canciller venezolano Jorge Arreaza dijo queel Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca(TIAR) es un mecanismo para atacar militarmente a su nación”.
El tratado fue firmado el 2 de septiembre de 1947. Casi al final de la Segunda Guerra Mundial. Pero en realidad éste fue un arma de Estados Unidos en contra de cualquier país que no se sometiera. Uno de sus ataques iniciales, en 1961, fue la invasión a Cuba, a través de Bahía de Cochinos.
Invasión que fue aplastada prácticamente de inmediato por el nuevo ejército revolucionario. Este fue el origen del actual bloqueo económico, vigente hasta nuestros días contra esa nación.
Siguieron en Sudamérica las dictaduras como la de Augusto Pinochet en Chile y varios más, con torturas y asesinatos masivos, todos estos bajo el apoyo de gobiernos estadunidenses.
Ese mismo gobierno del norte, vuelve a atacar a los mencionados países progresistas, lo mismo que a Bolivia y otras naciones latinoamericanas. También a más de otras partes del mundo, desde China e India, hasta Rusia y otras más.
Por otro lado, aumenta la inestabilidad económica del gobierno estadunidense, y tiene cada vez más enemigos internos y externos.
El TIAR fue usado varias veces a lo largo del tiempo. Ya para 2012 Venezuela, Bolivia, Ecuador y Cuba estaban entre las naciones que abandonaron el tratado. Hace tiempo, el 6 de octubre de 2002, México formalizó su retirada del TIAR, tal y como hicieron otros países.
Si leemos más del TIAR, veremos que los integrantes firmantes están obligados a informar al Consejo de Seguridad de la ONU sobre posibles amenazas al área. Pero como es bien sabido, ésta no ha reconocido a Juan Guaidó como presidente de Venezuela y, por si fuera poco, este país abandonó el tratado en la década pasada.
Si la ONU no reconoce al diputado autoproclamado presidente del país bolivariano, tampoco reconoce que Venezuela esté fuera de ese tratado.
Una jugada arbitraria de Donad Trump –y del gobierno de Colombia– ha sido presionar a los ex guerrilleros colombianos con el reiterado incumplimiento de los Acuerdos de la Paz. Y Estados Unidos, por su parte, se frota las manos e invoca al TIAR; pretende, por todos los medios, provocar una guerra en América Latina sin que se le acuse por ello. Trump aún espera su guerra en Venezuela, tratando de emular a Hitler, quien esperó sólo un mes para que Polonia cayera.
Sin embargo, Nicolás Maduro, el presidente legítimo, resiste una y otra vez a los ataques estadunidenses y de sus sirvientes. La última, el insólito golpe de Estado de Juan Guaidó, cayó de manera inmediata, reviviendo al fantasma de Bahía de Cochinos.
Durante años, Estados Unidos implementó una política de apoyo a dictaduras militares afines y derrocamientos de gobiernos socialistas o progresistas. Además, el TIAR sirvió como mecanismo, como formación y entrenamiento de ejércitos estadunidenses.
Si Estados Unidos no ha podido ni podrá dominar a toda América Latina, tal vez tampoco debamos olvidar que ese imperio se estrelló contra Vietnam y también con China en la guerra de Corea, y tampoco pudo evitar otras guerras en Asia y diversas partes del Mundo.
Ahora ha considerado a China, su gran enemiga, y más estando aliada con Rusia. Ha tratado de dominar a India y al resto de Asia, sin tomar en cuenta que la suma de habitantes de los tres países mencionados, totaliza 10 veces más el número de habitantes de Estados Unidos, lo que significa una desventaja considerable en su capacidad bélica.
Los presidentes mexicanos anteriores al actual ligaron más de 80 por ciento de su mercado exterior con los gobiernos estadunidenses. Varios gobiernos tuvieron una dependencia comercial muy inferior a la actual. Y, eso puede y debe cambiar a fondo.
Ante este cuadro, México ya empieza a ver, como antes, que puede diversificar sus relaciones exteriores, económicas y políticas.
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