Cambio de roles
Brecha
El macrismo busca
un milagro para lograr la reelección en octubre, pero los principales
sondeos indican que lo que realmente está en juego es en qué condiciones
volverá a la oposición. En paralelo, Alberto Fernández busca ahondar
sus caudales de votos legislativo y distrital, y, de forma subrepticia,
construir una voz propia dentro del Frente de Todos.
El segundo tramo de la campaña presidencial argentina comenzó antes del 7
de setiembre, la fecha oficial fijada por la justicia electoral para el
reinicio de los spots y los actos proselitistas. De acuerdo con la
firma D’Alessio/Berensztein, la imagen positiva de Alberto Fernández
subió hasta el 46 por ciento y la de Macri bajó hasta el 37 por ciento.
Los números más preocupantes para el oficialismo están relacionados con
la mirada de los consultados sobre la marcha de la economía: ocho de
cada diez argentinos consideran que están peor que un año atrás y siete
de cada diez rechazan la gestión económica de Mauricio Macri. En el
momento de avizorar cuál puede ser el resultado electoral concreto en
octubre, la perspectiva es aun más amarga para el macrismo. Según
Federico González, uno de los pocos encuestadores cuyos pronósticos
sobre las Paso estuvieron cerca de corroborarse, Alberto Fernández puede
cosechar un número de sufragios mayor que el conseguido por su propia
compañera de fórmula, la ex presidenta y actual senadora Cristina
Fernández, en los comicios de 2011, cuando cantó victoria con el 54 por
ciento de los votos.
Ante este inédito panorama, surgen varias
dudas. ¿Juntos por el Cambio tiene el horizonte puesto en octubre o su
meta en la actual etapa de la campaña es empezar a construir el
posmacrismo? ¿Alberto Fernández debe seguir usando el traje del
candidato o plantarse como presidente virtual para ganar autoridad, no
sólo ante los argentinos, sino dentro de la amplia casa justicialista?
Cuestión de identidad
Jorge Liotti, editor de la sección Política en el diario La Nación,
aclaró a Brecha que en el propio gobierno hay más de una respuesta a la
primera pregunta: “En el oficialismo hay discrepancias internas sobre lo
que está en juego en la elección. Un sector del gobierno entiende que
todavía hay chances de revertir el resultado de las Paso y en
consecuencia plantea retornar a la estrategia de un combate franco
contra el kirchnerismo. Sin embargo, el sector mayoritario de la Casa
Rosada plantea priorizar la emergencia económica y, en todo caso,
retomar la campaña más cerca de la convocatoria del 27 de octubre. En
esa ala sí se empieza a hablar de un armado político posgobierno, y, en
ese sentido, recalcan la importancia de retener la jefatura del gobierno
de la ciudad de Buenos Aires, la provincia de Mendoza y ciertos
municipios de la provincia de Buenos Aires”.
Por otro lado,
Liotti intuye un posmacrismo en el que la marketinera amplitud de
colores de sus afiches se va a trasladar con fuerza, ahora sí, a la mesa
chica en la que se procesan las decisiones más sensibles: “La
perdurabilidad del macrismo también va a estar sujeta al caudal de votos
que consiga en octubre. Si Juntos por el Cambio evita el desastre de
una crisis económica profunda y además elude descender del piso de votos
conseguido en agosto, probablemente tenga chance de consolidarse como
una opción opositora firme. Pero, seguramente, será con un formato
distinto, con otros actores políticos y una conducción más heterogénea. A
futuro, veo esa coalición con menos componentes del Pro ‘puro’ en su
mesa de decisiones”.
El politólogo de la Universidad de Buenos
Aires Nicolás Tereschuk advirtió a Brecha que el macrismo, en caso de
volver a ser oposición, no se enfrentará a una tribuna vacía, ya que,
entiende, Juntos por el Cambio ha cincelado una identidad política, la
del antiperonismo, con una fuerte raigambre social en el país: “El no
peronismo tiene una identidad y una base social claras. Habrá que ver si
la coalición oficialista se mantiene políticamente unificada o si se
divide tras una derrota, como ha ocurrido en otros momentos de la
historia. Y esa situación va a depender, por un lado, de lo que suceda
los próximos meses en economía y también de cómo le vaya al próximo
gobierno”.
El vestuario de Alberto
¿Qué hará en
las próximas semanas Alberto Fernández? Liotti estima que “transita un
desfiladero político muy angosto”: “Cuando se pone el traje de candidato
y azuza al gobierno, genera un efecto muy negativo en materia económica
y financiera. Igual, no creo que abandone su rol opositor en el nuevo
tramo de la campaña. No va a dejar de criticar al gobierno, incluso
medidas como la reprogramación de la deuda y el control de capitales, en
los que fue marcada su influencia sobre Macri para que el gobierno se
animara a tomarlas”.
Por último, para el editor de La Nación,
“todavía es muy prematuro para ver si está naciendo el albertismo. El
esquema electoral del Frente de Todos es muy amplio: conviven en esa
coalición sectores identificados con Alberto Fernández, pero también La
Cámpora, Sergio Massa, los intendentes del conurbano bonaerense, los
gobernadores. Es una alianza muy variopinta, que no ha terminado de
fraguarse en su totalidad. Hoy todos están en el mismo barco por la
expectativa del triunfo electoral, pero sólo cuando lleguen al gobierno,
se terminará de dilucidar cómo se dará el reparto de cuotas de poder.
Yo creo que va a haber desencantados; unos van a prevalecer sobre otros.
Pero insisto: por ahora no hay esquemas de gobernabilidad armados a
priori”.
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