Jorge Eduardo Navarrete
La Jornada
El 11 de septiembre se inició
una campaña relámpago que desembocará, en unas cuantas semanas, en la
elección general del 21 de octubre. Canadá puede prolongar la muy larga
vigencia de un régimen electoral basado en la opción histórica ofrecida
por los partidos tradicionales –Liberal y Conservador– ahora ampliada
con otras propuestas, dirigidas a segmentos de opinión o regiones
específicas. Según una encuesta nacional ( The Globe and Mail,
14/09/19), los partidos tradicionales iniciaron la campaña con igual
nivel de apoyo: 35 por ciento para los liberales y 33 por ciento para
los conservadores. Se espera una competencia muy cerrada y acerba. La
mitad del otro tercio apoya al Nuevo Partido Democrático (NDP) (16 por
ciento) y fracciones menores al Partido Verde (10 por ciento), al Bloc
Québécois (4 por ciento) y al Partido Popular de Canadá (PPC) (2 por
ciento).
Este último muestra que Canadá no es del todo inmune al riesgo de
contagio de las propuestas de derecha extrema que rigen ahora a su
vecino del sur y a varios países europeos y que parecen estar en
ascenso. Escindido del Conservador en 2018, el PPC obtuvo registro de la
autoridad electoral (Elections Canada) a principios de año y se propone
presentar candidatos en los 338 distritos ( ridings). Ha declarado que responde a la demanda de
opciones distintasformulada por 20 por ciento de los votantes que acostumbra abstenerse y por conservadores desafectos. Es calificado como conservador, pero también como populista, liberal o libertario. Su líder, Maxime Bernier, fue el principal rival del actual dirigente conservador en la elección interna de 2017. La plataforma del PPC destaca cuestiones como
abandonar la política de fronteras abiertas;
reducir la inmigración y privilegiar a los inmigrantes calificados;
acabar con el multiculturalismo y preservar los valores y la cultura canadienses;
permitir el auge de la industria de hidrocarburos, y
rechazar el alarmismo ambiental(www.peoplespartyofcanada.ca). Su respaldo es aún minúsculo, pero cabe preguntarse si Canadá continúa vacunada contra la xenofobia, la derechización extrema y calamidades anexas.
Otra novedad, bienvenida ésta, es que el NDP, el mayor entre los
menores, acude a la elección encabezado por su líder desde 2017, Jagmeet
Singh –hijo de migrantes de India y sij practicante– quien personifica
la diversidad de la nación y la igualdad de oportunidades que quizá
constituyan esa vacuna efectiva contra la exclusión y el extremismo.
Desde los primeros días, Singh fue reconocido como un contendiente
formidable. Se le consideró ganador del primer debate de los líderes de
los partidos –en el que Justin Trudeau no participó–, quizá por los
compromisos, asumidos con vigor, en favor del ejercicio efectivo de los
derechos de las minorías étnicas y su llamado a no dejarse intimidar por
los vaivenes y actitudes agresivas de Donald Trump.
Retirado Harper, en buena hora, los conservadores se presentan
también con un nuevo líder –electo, como se dijo, en 2017: Andrew Scherr
(40), con imagen tan juvenil pero no tan carismática como la de su
rival liberal (Trudeau, 47). Su plataforma, empero, parece gastada y
repite las promesas de reducciones impositivas con el ropaje nuevo de
una
reducción universalque
abatirá el impuesto al ingreso de todos los causantes, con el más grande beneficio para los del rango más bajo(www.conservative.ca). Dedica casi el mismo espacio a presentar las propuestas propias que a objetar las liberales, en especial la referida al impuesto al carbono, cuya cancelación promete. Scherr quiere provocar un marcado giro a la derecha del electorado y se adelanta al mismo con su actitud y propuestas.
Un segundo mandato constitucional de cinco años para el Partido
Liberal es el supuesto estándar para el resultado de la elección de 21
de octubre. Los liberales, con el mismo líder de hace cuatro años,
envuelven sus propuestas en un lenguaje menos tecnocrático, más próximo a
la gente.
Cuidados infantiles más accesibles para las familias;
oportunidades mayores y más efectivas para iniciar y expandir las empresas;
facilidades para los compradores de una primera casa, y
reducir la contaminación por plásticos, son algunos de los lemas que se subrayan (https://2019.liberal.ca). Trudeau y el Partido Liberal prestan atención destacada a los temas internacionales con una renovada vocación multilateralista, cooperativa y sustentada en reglas y principios. Infelizmente, Trudeau se ve todavía lastrado por las secuelas del “escándalo SNC–Lavalin”, una bomba de tiempo que no ha desactivado y que aún podría dañarlo.
Si así ocurre, se haría realidad esta ominosa profecía: “La elección
canadiense encierra el potencial de […] transformar el paisaje político
del país y establecer un bloque político conservador desde el río Bravo
hasta más allá del círculo ártico”. (“Canadian Prime Minister Justin
Trudeau is vulnerable in next month’s election”, Los Angeles Times, 12/09/19).
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