El
presidente de Estados Unidos, por lo que se sabe por los medios de
comunicación, utilizó su poder como tal para asegurar que el gobierno de
Ucrania le sirviera de apoyo para desprestigiar al candidato demócrata
rival. Para esto despidió a la embajadora estadounidense en dicho país y
encima suspendió la ayuda militar americana para la guerra que Ucrania
sostiene con Rusia por Crimea, en un quid pro quo, mientras el gobierno
de Ucrania no diera señales de brindar la información que el candidato a
la reelección necesitaba para desprestigiar a su rival.
Las
diferencias de percepción entre los latinoamericanos y los
estadounidenses sobre lo que constituye corrupción se puede resumir en
breve en la oración sacada del New York Times del jueves 30 de enero del
2020. Dice: “Los esfuerzos para poner a los vacilantes republicanos en
línea parecían funcionar ya que los abogados del presidente Trump
argumentaban que cualquier cosa que un presidente hiciera para ganar la
reelección era en el interés público”.
En América
del Sur, al menos en los países donde los presidentes son sujetos de
fiscalización como el Perú, Chile, Ecuador, Brasil, Argentina y Uruguay,
la interpretación de “cualquier cosa que un presidente hiciera para
ganar la reelección” significaría, tráfico de influencias, abuso de
poder, falsedad genérica, obstrucción de justicia, obstrucción del
congreso, la conformación de una organización criminal dentro del
partido político para asistir en la obstrucción de justicia y para
facilitar la reelección desde el poder político, facilitando el uso de
recursos públicos a favor del candidato presidente. El abuso del poder
para beneficio crematístico propio es otro delito muy evidente desde una
mirada sudamericana.
El poder absoluto del presidente del
país “líder del mundo libre” parece sobreponerse a lo que, en América
del Sur al menos, serían causales para meterlo a la cárcel pero que en
Washington no son razones ni siquiera para que pierda puntos ante la
opinión pública. El montaje mediático de una economía en auge, sumado al
montaje erróneo de comparar índices de bolsa con crecimiento del PIB,
repetido por todos los medios, junto con no mostrar el peso de los
salarios en la economía estadounidense y su caída, sino hablar de la
reducción del desempleo a niveles mínimos, da una imagen errada de lo
que ocurre en la economía americana. Dos ejemplos de lo que ocurre
realmente son Boeing y su avión y satélite fallados; y la tregua en la
guerra comercial firmada por un funcionario de tercer nivel del gobierno
chino por la pérdida de credibilidad del ejecutivo americano.
Ante el manejo mediático de sus abusos múltiples y sus mentiras repetidas, según la encuesta Gallup de enero 2020 (https://news.gallup.com/opinion/polling-matters/284030/impeachment-american-public-perspective.aspx),
el apoyo a la absolución de Trump es mayor que la aprobación del
trabajo que está haciendo como presidente. Mientras que el 53% de los
estadounidenses desaprueban el trabajo de Trump como presidente, solo el
46% está a favor de la condena. Mientras que el 44% de la población
encuestada aprueba el trabajo que está haciendo, el 51% está en contra
de la condena. Los delitos cometidos parecen no interesarle a nadie.
Esto
sería anecdótico si no fuera porque los programas de lucha contra la
corrupción en América del Sur, están muchas veces promovidos desde el
National Endowment for Democracy NED y el International Republican
Institute IRI, ambas agencias del Departamento de Estado. Quizás podrían
comenzar por casa.
- Oscar Ugarteche, ex
jefe de gabinete de la Comisión de Delitos Económicos y Financieros del
Congreso peruano durante el período del gobierno de Alberto Fujimori.
Profesor del Instituto de Investigaciones Económicas UNAM.
https://www.alainet.org/es/articulo/204542
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