Alejandro Nadal
Reino Unido ha abandonado
definitivamente la Unión Europea. El referéndum del 23 de junio de 2016
ha llegado a su culminación. Los ciudadanos de Reino Unido ya no son
ciudadanos de la Unión Europea (UE). Es un acontecimiento de gran
importancia tanto para el proyecto de una Europa democrática como para
Reino Unido. Y las repercusiones se harán sentir en el mundo entero.
Por el momento, sin embargo, en la vida cotidiana los ciudadanos de
Reino Unido no van a experimentar grandes cambios. Eso se debe a que
ahora se ha abierto un periodo de transición de 11 meses para negociar
los términos de la relación que mantendrán en el futuro Reino Unido y la
UE. Es decir, hasta diciembre de este año Reino Unido permanecerá en el
mercado integrado y la unión aduanera de la UE. Mercancías y capitales,
así como personas, seguirán circulando libremente dentro de la UE y de
Reino Unido, tal como sucedía anteriormente. Transcurrido este plazo el
nuevo paisaje dependerá de las negociaciones entre la Comisión de la UE
(con sede en Bruselas) y Londres dentro del periodo de transición.
Las posturas de ambas partes para estas negociaciones se darán a
conocer esta semana. El tema más urgente es el de las relaciones
comerciales, y tanto para Bruselas como para Londres lo que se busca es
un acuerdo comercial con cero cuotas y sin aumentos de aranceles a lo
largo de toda la nomenclatura arancelaria. Pero aquí es donde comienzan
las complicaciones. La Unión Europea no estará dispuesta a regalar a
Reino Unido todas las ventajas de un acuerdo comercial reservadas para
sus miembros. Además, la Comisión Europea, en Bruselas, buscará hacer
las cosas difíciles a Londres para dejar bien claro a cualquier otro
miembro de la Unión que la salida es muy costosa. Ese mensaje puede
estar particularmente dirigido a países como Grecia.
Bruselas buscará un acuerdo comercial en el que Londres se comprometa
a no socavar las normas sociales y ambientales para competir con la UE
sobre bases desiguales. El primer ministro, Boris Johnson, ha
manifestado que no piensa constreñirse por las reglas de Bruselas, lo
que anuncia una confrontación con los halcones de la Comisión
Europea. De no llegar a un acuerdo, el comercio entre Reino Unido y la
UE tendrá que regirse por las disposiciones de la Organización Mundial
de Comercio. Para muchos rubros eso se traducirá en un aumento no
despreciable de aranceles.
Otros temas delicados incluyen el acceso de la flota pesquera de la
UE a las aguas de la zona económica exclusiva de Reino Unido. Los temas
de seguridad, política exterior e intercambios escolares también pueden
hacerse muy complicados. Pero, sin duda, el más problemático está en el
capítulo de los servicios financieros, porque la integración financiera
entre la City y la UE es muy profunda.
Un informe encargado por la City concluyó en 2016 que 23 por ciento de ingresos de la City
provenían de actividades relacionadas con la UE. El estudio reveló que
la mitad de esos ingresos se podría perder con la salida de la UE (véase
Informe Wyman en www.oliverwyman.com).
Junto con esos recursos desaparecerían hasta 32 mil empleos. Esas
proyecciones no han cambiado mucho en análisis más recientes.
Los efectos del Brexit sobre la City ya se han comenzado a sentir. En las evaluaciones más recientes (septiembre 2019) la City
descendió al segundo lugar, detrás de Nueva York, en el volumen de
transacciones financieras, y Hong Kong está en tercer sitio. Pero,
curiosamente, la incertidumbre que se había pronosticado desde hace tres
años para el sector financiero no ha tenido los efectos anunciados.
Todo cambiará, porque la UE ya ha manifestado su oposición a incluir
los servicios financieros en un acuerdo comercial con Reino Unido. Y es
que la UE busca promover la mudanza de empresas y bancos de la City hacia otras capitales europeas. Eso contribuiría a erosionar las economías de escala que tiene la City y que le han permitido mantener su proyección global, sobre todo en el mercado de divisas. El Brexit va a transformar todo esto y llevar al desmembramiento de una parte de la red de servicios financieros que han hecho de la City
un centro financiero global. La pérdida de economías de escala sería un
golpe fuerte para los negocios y la rentabilidad de los operadores de
la City, porque habría otros competidores que se beneficiarían.
Las autoridades negociadoras de la UE esperan obtener algo de este
proceso, que podría conducir a mudar parte del complejo de operaciones y
servicios prestados por la City a otras capitales europeas. París y Fráncfort se han estado relamiendo los bigotes desde el día del referéndum.
La City, en Londres, tiene su propio estatuto jurídico en
Reino Unido y las grandes aventuras imperiales fueron financiadas y
aseguradas por esta entidad única en su género. Los nostálgicos de
aquellas épocas se verán defraudados al darse cuenta que esos tiempos no
volverán con el Brexit.
Twitter: @anadaloficial
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