David Brooks
▲ El museo Guggenheim ofreció el año pasado al presidente Donald Trump
un escusado de oro de 18 kilates, obra de Maurizio Cattelan llamada America, en préstamo para decorar la Casa Blanca. El magnate había pedido un Van Gogh.Foto del Museo Guggenheim
La semana pasada, entre la cacofonía del impeachment, el berrinche en la OTAN y las amenazas contra el país vecino (designar como
terroristasa los cárteles mexicanos y el envío de inspectores para cuestiones de derechos laborales en México que, por cierto, no se respetan en Estados Unidos), brotaron varias noticias que por sí solas y/o en combinación son obscenas.
Primero, una combinación obscena: el régimen de Trump anunció la
semana pasada que aprobó una medida que anula la asistencia alimentaria
federal para unos 700 mil estadunidenses con el objetivo de expulsar a
un total de 3 millones –entre ellos cientos de miles de niños– del
programa para combatir hambre. Ese es el regalo de Navidad para los
pobres.
En esa misma semana se reportó que el uno por ciento de los más ricos
ahora concentran una riqueza de 35.4 billones de dólares, casi lo mismo
que toda la clase media de Estados Unidos. Y el 10 por ciento más rico
de los hogares ahora concentran 63.8 de la riqueza, casi el doble del
total en manos de todos los demás, según estadísticas oficiales
reportadas por Bloomberg.
Según algunos cálculos, las reducciones de impuestos otorgadas por el
régimen actual a los más ricos supera un billón de dólares, mientras
ese mismo gobierno busca
ahorraral reducir los programas para combatir el hambre entre su población.
Vale recordar que en la última elección presidencial, 40 por ciento
del total de las contribuciones a las campañas presidenciales provino
del .001 por ciento más rico de estadunidenses, un grupo compuesto de 24
mil 949 mega ricos.
No fue la única obscenidad.
Según un informe que se difundió casi sin atraer atención, el
inspector general del Departamento de Seguridad Interna reveló que en
mayo de 2018 al implementarse las medidas para separar a niños de sus
familias inmigrantes, el gobierno calculaba que más de 26 mil menores de
edad serían separados bajo su política de
cero tolerancia. O sea, el régimen de Trump estaba preparado para imponer la máxima crueldad posible de separación, más bien secuestro, de por lo menos otros 20 mil niños antes de que tribunales federales ordenaran un alto (no se sabe la cifra exacta hasta la fecha, pero se calcula que aproximadamente entre 4 y 5 mil niños fueron separados desde 2017).
en tanto, no cesa la campaña oficial contra la verdad. Tan efectiva
ha sido la táctica del régimen para poner en duda los hechos y la verdad
misma, así como a los mensajeros (sobre todo los periodistas), que
aunque todas estas obscenidades son reportadas todo continúa como si
nada. 63 por ciento de estadunidenses confía poco o nada en políticos
electos, 57 no confía en funcionarios nombrados por presidentes, y 52
confía poco o nada en los medios noticieros, según el Centro de
Investigación Pew. Entonces, políticos y periodistas pueden debatir o
reportar estas obscenidades, pero las mayorías no les creen.
Mientras, siguen asombrando las opiniones de los que si le creen al
presidente que más ha engañado o distorsionado los hechos (según el
conteo del Washington Post más de 13 mil mentiras): la mayoría
(53 por ciento contra 47 de republicanos, opina que Trump es mejor
presidente que Abraham Lincoln, según una encuesta de la revista Economist.
Para acabar en el baño… Trump comentó el viernes en una reunión en la
Casa Blanca que impulsará una investigación sobre las normas de
eficiencia del uso de agua, señalando que hay asuntos que le preocupan
relacionados con
elementos de bañoen el país, sobre todo los inodoros.
La gente los está usando 10, 15 veces, en lugar de una sola, desperdiciando mucha agua, y el líder del último superpoder mundial indicó que la agencia federal de regulación ambiental está
indagandoeste asunto
bajo mi sugerencia.
No se sabe si esta obsesión es resultado de que su Casa Blanca
supuestamente rechazó el año pasado un ofrecimiento del Museo Guggenheim
de un escusado de oro sólido de 18 kilates –obra de arte de Maurizio
Cattelan llamada America– para instalar en la residencia presidencial.
Lo obsceno –por supuesto incluyendo las guerras y las intervenciones– es por ahora política oficial.
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