Guatemala
Cada diciembre, cuando
para los cristianos debería ser un mes de fiesta y reflexión, en Alta
Verapaz y en todo el país los años de las dictaduras se convirtieron en
días de miedo y de terror. Los niños dejaron de jugar en los parques y
en las calles, donde regularmente se juntaban por la tarde para jugar
futbol, escondidas, tenta, etc., mientras sus padres platicaban
largamente, contando historias, leyendas y anécdotas o porque iban a
misa o a alguna actividad social.
Las posadas, los arbolitos de
navidad, el musgo, los nacimientos, las hojas de pacaya, hojas de
plátano y el moxan para envolver los tamales, eran el anuncio de las
fiestas de fin de año. Las posadas que se convertían en grandes fiestas
familiares, después de la misa de navidad y año nuevo, se organizaban
grupos de jóvenes para saborear los tamales en cada casa.
Grupos de jóvenes con sus guitarras, tortugas, pitos y flautas,
deambulaban de un lado para otro, para cantar canciones de todo tipo.
Los coros de las iglesias, se preparaban para cantar la misa de media
noche. En muchos lados, hasta en la capilla más lejana, se escuchaban
las canciones revolucionarias, como: Cristo de Palacaguina, Casas de
Cartón, Quincho Barrilete y todas aquellas canciones que formaban parte
de la misma campesina.
En medio de toda esta fiesta; y sin
darnos cuenta, los “chacales”, se juntaban en los corredores de las
municipalidades, comisarías municipales o en las casas de los
“comisionados militares” a preparar la forma de capturar a su presa o a
elaborar las famosas listas negras, sobre todo de personas acusadas de
ser “comunistas”, sin saber que significaba. Los carros de la G2,
conocidos como la “judicial”, se paseaban por todo el pueblo, con
hombres fuertemente armados, regularmente de bigotes o sombrero de ala
grande.
Los curas de las iglesias, comenzaron a limitar su
discurso con la frase “que Dios nos ayude” o que la gente pidiera a su
“Dios” para que termine la barbarie y la muerte. En otras iglesias,
pedían a la gente a no organizarse ni demandar derechos, mientras
agentes de pastoral eran perseguidos y asesinados por las personas que
iban en los carros de la muerte. Pero al mismo tiempo, comenzaron a
llegar organizaciones católicas que en vez de predicar al “Dios de los
Pobres” o motivar a reclamar derechos, estimulan alcanzar la santidad,
sin importar la situación de los demás y eso se llama “conformismo”.
Los pastores evangélicos, invitaban a la gente a sumarse a su iglesia,
porque si seguían siendo católicos, serian considerados “borrachos” o lo
peor “guerrilleros”. Por eso comenzaron a crecer las iglesias
evangélicas sobre todo pentecostalistas en toda la región, en las áreas
urbanas y rurales. Fruto de eso, es que hoy proliferan por todos lados,
iglesias que se encargan de adoctrinar a la gente para que no reclamen
sus derechos.
Después toda esta vorágine de contradicciones,
iniciamos un tiempo de desmemorización. Ya nadie quiso transmitir lo que
pasó. Se inició el proceso de búsqueda de los miles de desaparecidos.
Comenzó un proceso de exhumaciones de cementerios clandestinos. La
verdad de lo que pasó, está aún a medias. La verdad es un “secreto”. Las
familias de las víctimas de la guerra y las organizaciones de víctimas,
son como “zombies”, porque viven y no sienten. Los huesos o los restos
de los desaparecidos solo son símbolos de la barbarie, pero no han
servido para la redefinición de la lucha que iniciaron los miles de
desaparecidos. No tenemos héroes y mártires con vida y aunque sus restos
descansan ya no como XX, porque ya tienen nombre, ese nombre aún no ha
movido las vértebras profundas para la liberación. Por eso, los volvemos
a enterrar a la carrera, sin que nadie se dé cuenta, algo así como
repitiendo el tiempo cuando los “chacales” los fueron a sacar a sus
casas, en la oscuridad de la noche, sin que nadie se diera cuenta.
¿Entonces, servirá recordar cada año lo que nos pasó? ¿Servirá de algo,
pensar y revivir los años oscuros de la guerra, cuando desaparecieron y
asesinaron a nuestros hijos, hijas, hermanas, hermanos, nietos, nietas,
abuelos, abuelas, esposas, esposos, novios, novias, etc.? Si no
queremos contar la verdad y no queremos decir los nombres de quienes lo
hicieron.
Mientras, nosotros seguimos ocultando el sufrimiento
y el suplicio. Los verdugos de los pueblos que animan la libertad,
siguen pasando como héroes y mártires. Sique pensándose como ciudadanos
notables. Mientras los “chacales” y su estirpe, ahora son los salvadores
de los pueblos, nuestros héroes y mártires que derramaron su sangre
para nuestra liberación, siguen siendo unos desconocidos, porque solo
cambiaron de cementerio, de un clandestino a uno reconocido.
Entonces; ¿cuándo les daremos un nombre? ¿Cuándo gritaremos a los cuatro
vientos, porqué fueron desaparecidos y asesinados? ¿Cuándo contaremos
realmente la historia de la barbarie? ¿Cuándo diremos y gritaremos los
nombres de quienes fueron sus verdugos? ¿Cuándo daremos los nombres de
los torturadores?
Nuestros héroes y mártires descansaran en
paz, cuando nosotros volvamos a asumir su lucha y volvamos a empujar el
camino hacia nuestra libertad. Los próximos cuatro años, vuelven a
gobernar el país, los descendientes de quienes cometieron genocidio y
desaparecieron a nuestros mártires, y el único camino para que ellos
puedan sentir que seguimos sus pasos, es dejar el conformismo y ponernos
a luchar como ellos lo hicieron.
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