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miércoles, 25 de diciembre de 2019

La baja popularidad de Álvaro Uribe, una sombra para los que apadrina





La mejor decisión del expresidente Juan Manuel Santos fue desmarcarse del hoy senador Álvaro Uribe y la peor del presidente Iván Duque Márquez, seguir a su sombra, con lo cual su índice de impopularidad ha crecido ostensiblemente. 

Es una percepción que toma fuerza entre la opinión pública y que, difícilmente, podrá modificar el próximo secretario de prensa de la presidencia Hassan Nassar, a menos que ande con una lámpara como la de Aladino y que de su interior--al frotarla--salga un genio que le conceda tres deseos: sensatez para que el mandatario no siga empecinado en su propia verdad, que los periodistas dejen de ver la realidad del país y que la inconformidad de la base popular disminuya. Ninguno de los tres probable, ni tan siquiera remotamente.

El discurso de la seguridad democrática cautivó en su momento. Pero los errores de Uribe, el favorecimiento a los empresarios, las medidas económicas lesivas a los más pobres, la política de tierra arrasada y los falsos positivos, entre otros, llevaron a que progresivamente mermara el encanto que lo llevó a ser reelegido.

Impuso su candidato: Santos. Afortunadamente él decidió gobernar bajo su propio criterio, que si bien es cierto no fue el mejor, le permitió tomar sus propias decisiones y no caminar por el sendero que pretendía trazarle Uribe. La disposición de deslindarse, le provocó toda suerte de críticas y la animadversión de su mentor, pero logró salir adelante, con aciertos y desaciertos.

Iván Duque Márquez, por el contrario, no solamente pertenece a su línea de gobierno y de pensamiento, sino que, en criterio de la mayoría de los colombianos, es hasta tal punto fiel copia, que adoptó incluso el hablado paisa cuando es de puro origen bogotano.

Uribe es una sombra para quienes se le arriman. En el Valle del Cauca quien creyó que arrasaría en las elecciones para gobernador, el empresario Francisco Lourido, terminó en cuidados intensivos por las quemaduras e, igual, Roberto Ortiz, el Chontico. Su camino a la alcaldía de Cali iba bien hasta que Uribe le anunció su respaldo.

Eso solamente en el Valle del Cauca, incluyendo por supuesto los municipios. El panorama nacional fue muy similar. Los guarismos electorales así lo demuestran.

La reciente encuesta que se conoció sobre Uribe lo ubica con un 69% de desfavorabilidad, el índice más alto: 69%. Una cifra histórica por encima de Germán Vargas Lleras y de Sergio Fajardo.

Pero volvemos a la tesis: Iván Duque Márquez que es su pupilo, tiene una percepción de desfavorabilidad del 70%, mientras que la favorable es solo del 23%.

Algo que sí debemos abonarle al gobernante es su capacidad de concitar el apoyo para sacar adelante iniciativas impopulares como la Ley de Crecimiento Económico. Le importó un pepino el conjunto de movilizaciones en el país, procurando la revisión de la iniciativa y unió a su causa a Cambio Radical, el Partido Conservador y Colombia Justa Libres que en un comienzo salieron a la palestra como defensores de los perjudicados con esta nueva reforma.

Si no se puede hablar de mermelada para los congresistas, ¿de qué hablamos entonces? De mazamorra con panela rayada, como siempre le gustó a Uribe en su acogedor Rionegro.

Lo mejor que podría hacer Duque es apartarse del senador y comenzar a gobernar al país, al menos por respeto a quienes lo eligieron. Seguir a la sombra del expresidente, lo llevará a crecer su nivel de impopularidad más que cualquier otro en la historia. 


Blog del autor www.cronicasparalapaz.wordpress.com

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