León Bendesky
Hacer todo más de prisa;
buscar la inmediatez en lo que nos ocupa: comprar a la distancia y con
la entrega más rápida posible; transferir dinero o capitales sin
demoras, pagar instantáneamente y con factura incluida; llamar por
teléfono sin dilación; mandar mensajes y recibir respuesta presurosa, de
preferencia que sea satisfactoria; compartir las experiencias sin
demasiada reflexión, prácticamente en tiempo real y si va con una imagen
mucho mejor; avisar de lo que hacemos a quienes siguen en las redes,
lograr que les guste, que ya se encargarán de difundirlo. Todo esto será
más satisfactorio si se utiliza la tecnología más avanzada, el
dispositivo de última generación y con la aplicación más reciente.
Conseguir ser el más rápido. La barrera de los 10 segundos en la
carrera de los 100 metros planos fue rebasada por Jim Hines en 1968,
cuando los corrió en 9.95 segundos. Le siguieron Calvin Smith, en 1983,
con 9.93; Carl Lewis hizo 9.92, en 1991; Leroy Burrell, 9.90, en 1991, y
lo supera de nuevo Lewis, el mismo año, con 9.86. Burrell rebaja una
centésima de segundo en 1994, y Donovan Bailey, una más, en 1996.
Maurice Green hace 9.79 en 1999; Asafa Powell, entre 2006 y 2007, reduce
el tiempo hasta 9.74, y el jamaiquino Usian Bolt lo desbarata en tres
ocasiones sucesivas, hasta ponerlo en 9.58, en 2009. El proceso ha sido
constante, pero lento; se recortaron 37 centésimas de segundo en 41
años. Se podrá más.
La velocidad tiene otras vertientes menos deportivas. Las guerras han
avanzado más velozmente. Los aviones de la Royal Air Force británica y
de la Fuerza Aérea estadunidense tiraron sobre Dresde, en dos días de
febrero de 1945, bombas que causaron alrededor de 40 mil muertos. En
agosto del mismo año una bomba atómica estalla en Hiroshima a unos
centenares de metros de la tierra y mata al instante a 75 mil personas.
Si se habla de velocidad hay que ampliar el ángulo de visión.
En la actividad económica la velocidad es un elemento singular. Tiene
que ver con la productividad en la producción de bienes y servicios.
Hacer más en un menor tiempo y con los recursos necesarios. Esa es la
historia de la producción en masa, del
fordismoa la robotización, a las computadoras, las impresoras digitales y un gran etcétera. Rapidez, ahorro de tiempo con la adaptación de las capacidades y la diferenciación de las exigencias laborales, esa es la norma de la competencia en el mercado, cuando menos hasta donde dan las ventajas de la monopolización o de las patentes.
La ganancia derivada de producir, pero también las rentas que
resultan de la especulación, tienen una estrecha relación con el tiempo,
con la velocidad con que se cumplen los procesos desde el
abastecimiento de insumos de todo tipo, incluyendo el trabajo y el
capital, hasta la distribución de los productos en los mercados. Sí,
para usar un lugar común:
Los Tiempos Modernosextendidos hasta donde sea posible o necesario.
La inmediatez a toda costa es una obsesión social. La velocidad en
las transacciones financieras es también clave en la generación de
ganancias. Time is money, el tiempo tiene valor, su expresión monetaria cuenta, y mucho, mientras más eficazmente se use más rentable será.
Esto se expresa de manera clara en las transacciones de alta frecuencia ( high frequency trading)
que se utilizan en bancos y fondos de cobertura. Se trata de
plataformas automatizadas que operan con potentes computadoras y usan
una serie de complejos algoritmos para comprar y vender instrumentos
financieros de la manera más rápida.
Se trata de tecnologías para localizar la oferta y la demanda de
títulos en los mercados y hacerlas efectivas al reducir el tiempo en que
permanecen latentes. En instantes se establecen las posiciones de quien
vende y compra, y se liquidan. Esto puede hacerse en grandes volúmenes y
enorme cantidad de transacciones en muy poco tiempo. Al final del día
se consigue un mayor rendimiento por el arbitraje entre los precios de
compra y venta y que la posición de los intermediarios sea la más
eficiente posible, sin que queden órdenes descubiertas que puedan
generar pérdidas.
Los algoritmos identifican incluso las tendencias en los mercados
financieros a escala global y realizan transacciones de manera
automática antes que otros, explotando las ventajas. Todo eso sin
generar producción o empleo, pero sí ingresos extraordinarios para los
participantes.
La velocidad es la clave, pues las transacciones se hacen en
segundos. Las ganancias se generan por hacer operaciones financieras con
una ventaja de milisegundos por encima de la competencia. Fracciones de
segundo, como en la caso de Hines y Bolton en un tiempo comprimido.
Con esto han surgido empresas dedicadas a crear la tecnología para
acrecentar la velocidad en las transacciones. Se invierte en torres de
comunicación, en grandes extensiones de cableado y reducir el tiempo
para hacer transacciones entre Nueva York, Londres y Tokio.
La cuestión remite a la manera en que se consigue la imparable
recomposición de las condiciones sociales y políticas en el ambiente de
la globalización y el desarrollo tecnológico. Son fuerzas que no están a
la vista, corrientes que definen las formas de vida, las expresiones
del poder y las manifestaciones de la riqueza. ¿Qué tan rápido será
2020?
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