Economía moral
Hace algunas semanas
(27/9/19) escribí aquí mismo sobre mi duda de si tiene sentido seguir
escribiendo sobre cualquier tema que no sea el cambio climático. ¿Tiene
sentido hacer cualquier otra cosa que no sea combatir el cambio
climático y proteger a nuestros hijos y nietos? La lectura me ha ayudado
en estas semanas a clarificar mi angustia y, a pesar del fracaso de la
COP25, ha prendido algunas tenues luces de esperanza. Leer a Alejandro
Nadal ( La Jornada, 17/12/19) me ha hecho entender que el
Acuerdo de París (AP) no se puede aplicar porque no se han aprobado los
reglamentos que lo harían operacional. En particular, porque el artículo
6º del AP no se ha reglamentado; en Madrid 2019 no lo acordaron. Por
ello, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) siguen
aumentando, condenando a nuestros niños y jóvenes a la extinción.
Leyendo a René Castro y Julio Berdegué, funcionarios de FAO, en el mismo
ejemplar de La Jornada, se encendió un foco de esperanza: si
se recuperan 900 millones de hectáreas de tierras degradadas y se
reforestan, se absorbería suficiente bióxido de carbono para retrasar
(hasta 20 años) el aumento de GEI en la atmósfera y, por tanto, de las
temperaturas medias. México, dicen, podría recuperar 6 millones de
hectáreas. ¿Cómo se atreve el gobierno de México a no estar haciendo
esto, a no estar cumpliendo su obligación con la vida? El programa
Sembrando Vida, si bien planta muchos árboles, no tiene como objetivo
detener el cambio climático, sino mejorar la vida de algunos centenares
de miles de campesinos, por lo cual las extensiones que se están
reforestando tendrán un efecto de absorción de GEI demasiado pequeño.
Dos mujeres (Naomi Klein y Ann Pettifor) han escrito, muy recientemente, libros en cuyo título se usa la expresión Green New Deal (GND, Nuevo Trato Verde) aludiendo al New Deal que, para combatir la Gran Depresión puso en marcha Roosevelt. La presentación del libro de Pettifor ( The Case for the New Green Deal) en el diario británico The Guardian, señala:
“El GND tiene el potencial de convertirse en una de las más grandes
campañas globales de nuestro tiempo y empezó en 2008… el primer GND fue
diseñado por Pettifor y un grupo de economistas y pensadores ingleses,
pero fue ignorado en el tumulto de la crisis financiera. Una década
después, la idea fue revivida entre los demócratas socialistas en EU,
encabezados por Alexandria Ocasio Cortez. El GND demanda una reversión
radical y urgente en la economía global, incluyendo la descarbonización
total y un compromiso con la equidad y la justicia social. Críticos de
todos los bandos han dicho que los conceptos del GND son castillos en el
aire que nunca podrían ser puestos en marcha y costarían demasiado.
Pero, como muestra Ann Pettifor, necesitamos repensar la función del
dinero y cómo trabaja en el sistema global. ¿Cómo es que podemos rescatar a los bancos, pero no al planeta? Tenemos
que dejar de pensar en el imperativo del crecimiento económico… El
programa será un proyecto a largo plazo, pero tiene que empezar de
inmediato”.
En la contraportada de On Fire: The Burning Case for a Green New Deal, 2019 ( En llamas: El argumento ardiente por un Nuevo Trato Verde) de Naomi Klein (NK), se cita a Greta Thunberg:
El trabajo de Naomi Klein siempre me ha conmovido y guiado. Ella es la gran cronista de nuestra era de emergencia climática, una inspiradora de generaciones. En su larga y vibrante introducción, NK habla (entre muchos temas) de dos mujeres: Angélica Navarro Llanos y Greta Thunberg. La primera, negociadora climática boliviana que en 2009
pronunció un discurso abrasadoren una cumbre climática: “Necesitamos la movilización más grande de la historia… un Plan Marshall para el Planeta. Este plan debe movilizar financiamiento y transferencia de tecnología en escalas nunca antes vistas. Debe… asegurar que reduzcamos las emisiones a la par que elevamos la calidad de vida de las personas. Sólo tenemos una década”. Comenta NK que, desde entonces, perdimos una década negando y jugando, y nunca recuperaremos las maravillas perdidas como resultado.
Navarro Llanos y sus paisanos bolivianos han visto los glaciares majestuosos que proveen agua a La Paz disminuir a una velocidad alarmante. A Greta le dedica muchas páginas. Dice que su historia tiene importantes lecciones de lo que se va a necesitar para proteger la posibilidad de un futuro habitable. Narra que Greta
empezó, como los niños de su generación, a aprender del cambio climático cuando tenía 8 años. Vio documentales sobre el colapso de especies y glaciares derritiéndose. Se obsesionó. Aprendió que quemar combustibles fósiles y una dieta basada en carne eran factores mayores de la desestabilización planetaria. NK se pone en la mente de Greta años después y piensa: “Si todas los desastrosas consecuencias del cambio climático fuesen ciertas pero también fuese cierto que se pudieran detener parcialmente todavía, no estaríamos hablando de ninguna otra cosa… Si quemar combustibles fósiles fuese tan malo que amenaza nuestra existencia, ¿cómo podíamos continuar como antes?, ¿por qué no hay restricciones?, ¿por qué no se declara ilegal?” NK narra que Greta, quien nació con el síndrome de Asperger, se deprimió. Explica que las personas con autismo tienden a ser literales y, por tanto, tienen problemas para lidiar con la disonancia cognitiva (brecha entre lo que sabemos intelectualmente y lo que hacemos) tan prevaleciente hoy. Cita a Greta:
Para aquellos de nosotros que estamos en el espectro, todo es blanco o negro. No somos buenos para mentir, y usualmente no nos gusta participar en este juego social al que el resto de ustedes son tan aficionados. NK narra los cambios que Greta hizo en su vida y en la de sus padres (se volvieron veganos y dejaron de viajar en avión), pero añade que el cambio más importante que Thunberg hizo fue:
“Encontrar la manera de mostrarle al resto del mundo que era tiempo
de dejar de actuar como si todo fuese normal, cuando lo normal lleva a
la catástrofe. Si ella quería que los políticos poderosos se pusieran en
pie de emergencia para combatir el cambio climático, entonces tenía que
reflejar ese estado de emergencia en su propia vida. Así fue como, a
los 15 años, decidió dejar de hacer lo que todos los jóvenes deben hacer
cuando todo es normal: ir a la escuela a prepararse para su futuro como
adultos… en agosto de 2018 Thunberg no fue a clases. Fue al Parlamento
Sueco y acampó afuera de él con un letrero hecho a mano que decía:
Huelga escolar por el clima. Regresó cada viernes, pasando ahí todo el día. Al principio… fue absolutamente ignorada… gradualmente, su quijotesca protesta tuvo un poco de atención de la prensa, y otros estudiantes y unos pocos adultos empezaron a visitarla con sus propios letreros. Después vinieron invitaciones para que hablara en manifestaciones y en conferencias climáticas de la ONU, en el Vaticano, el Parlamento británico… Incluso en la Cumbre Económica Mundial de Davos”.
Continuaré con este tema (el único sobre el que deberíamos hablar y actuar) la próxima semana.
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