Rolando Astarita [Blog]
Por estos días,
dirigentes y partidos de izquierda (en particular, del FIT)
caracterizaron correctamente lo que significa la suspensión de la
movilidad jubilatoria dispuesta por la “Ley de Solidaridad y
Reactivación Productiva”: es una disminución de los ingresos, en términos reales, de los haberes jubilatorios, considerados en su totalidad.
O lo que popularmente se conoce como un “ajuste”. La misma suba de los
precios de los bonos de la deuda (algunos subieron un 30%) es una
expresión de la lectura correcta que también hicieron los acreedores: si
los ingresos de los jubilados se reducen, habrá más fondos para el
servicio de la deuda.
La cosa es tan clara que creí que no habría
mayores discusiones sobre el significado de la medida. A lo sumo, pensé,
la izquierda progre y nacional tratará de disimular hablando de otros
temas. O repetirían la estúpida cantinela de “son funcionales a la
derecha” (los que hablan de ajuste). Pero me equivoqué. Es que con su
infinita capacidad para las contorsiones discursivas, los “amigos del
pueblo” salieron a decir, muy sueltos de cuerpo, que no había tal
ajuste, sino una mejora de las jubilaciones. Un botón de muestra lo
pueden ver en la intervención de Itai Hagman en Intratables, el
20/12. Según este señor, los jubilados que ganan más de $20.000 no
padecerán ajuste alguno. Esto lo afirmó en acalorada polémica con
Pitrola, dirigente del Partido Obrero, y Eugenio Semino, Defensor de la
Tercera Edad.
En fin, un argumento propio de fanáticos. En
principio, parece imposible intentar alguna clarificación. Sin embargo,
¿y si les explica el mismo compañero Presidente de qué va la cosa? Es
que en el día de ayer, 22/12, Alberto Fernández, en un reportaje que le
realizó el periodista Luis Majul en su programa La Cornisa,
afirmó que “la fórmula de actualización es absolutamente imposible de
sostener”, ya que indexa las jubilaciones, pensiones y asignaciones por
hijo, según la inflación. En otros términos, lo que se busca es desenganchar a las actualizaciones de las jubilaciones de la suba de precios. ¿A ver si caemos, compañeros?
En
este respecto, tengamos presente que los ingresos jubilatorios, en
términos reales, han disminuido fuertemente desde diciembre de 2015. Es
difícil realizar un cálculo exacto –entre otras razones porque hubo
bonos; además, las variaciones de punta a punta no coinciden con los
promedios anuales- pero se puede decir que en 2016 bajaron un 5%; en
2017 aumentaron un 3,2%; en 2018 bajaron entre 7 y 7,5%; y en 2019
bajaron un 8,6%. Lo que daría una disminución bastante superior al 20%.
El proyecto del Gobierno de Fernández no es, por supuesto, “congelar”
las jubilaciones en términos nominales. Presentar en estos términos el
debate es errar el blanco (y proporcionar a los defensores del ajuste
una coartada discursiva). Lo que se busca es evitar que las jubilaciones en 2020 suban según la inflación de 2019
(de acuerdo al método actual, los haberes jubilatorios deben ajustar en
un 70% según IPC, y en un 30% según salarios, con seis meses de
retraso).
En esencia, es la misma estrategia que se aplicaría en
el tan mentado “pacto social”: si los salarios en términos reales
bajaron un 20% bajo el gobierno de Macri, esa pérdida no se recupera con
el próximo aumento salarial. Mejor dicho, se recupera una parte
–digamos, un 5% en términos reales- y se congelan las demandas y
reclamos. Algo similar con las jubilaciones y asignaciones.
Seguramente habrá algún aumento –por ejemplo, para las jubilaciones
entre $20.000 y $35.000- pero jamás igualará lo perdido vía inflación. Y
no hay palabrerío que pueda disimular esta realidad. Para que se vea en
perspectiva: en diciembre de 2017 el gobierno de Macri cambió la
fórmula de actualización (desde 2009 se actualizaba según variación de
salarios y recaudación) porque quería bajar, en términos reales, los
ingresos jubilatorios. Por ese entonces preveía una caída de la
inflación, y un aumento de la recaudación; pero la inflación se aceleró.
En diciembre de 2019 el gobierno de Fernández suspende la actualización
según la fórmula heredada por la misma razón de fondo que movió al
gobierno de Macri en diciembre de 2017. La clave es desenganchar los
aumentos de los haberes jubilatorios de la evolución del índice de
precios.
En cuanto a que se otorguen dos aumentos fijos de $5000 a
las jubilaciones mínimas ($14.000) y una alícuota de los $5000 a las
que estén entre $14.000 y $19.000, no cambia el balance negativo para
las jubilaciones de conjunto. Recuerdo que el gobierno de Macri
pretendía ahorrar $100.000 millones (US$ 5600 millones) con el cambio de
fórmula. Ahora se habla de un ahorro de unos $120.000 millones (pero el
cálculo exacto recién se podrá hacer cuando se conozcan los aumentos
que quedaron al arbitrio del Ejecutivo). En cualquier caso, es una suma
de dinero que se detrae de los jubilados. Y esto se llama ajuste, aunque
a algunas almas sensibles no les guste. ¿O piensan seriamente que si lo
niegan en el relato desaparece en la realidad? ¿No estarán necesitando
alguna dosis de “materialismo”?
Agrego que el presidente
Fernández también resaltó, en el reportaje citado, la lectura positiva
que hicieron los acreedores: “Lanzamos esta ley y resulta que los
mercados reaccionan bien. Vieron racionalidad. Los mercados ven que hay
un programa de crecimiento para pagar la deuda”. El mejor de los mundos:
el capital financiero “vio la racionalidad” de un programa de
crecimiento “para pagar la deuda”. Me pregunto, ¿esta es
la nueva fórmula de la heterodoxia “a lo Stiglitz”? ¿Un programa de
crecimiento “para pagar la deuda”? ¿No era que venían a luchar contra el
capital financiero? Y además, ¿no era que se otorgaría aumentos a los
jubilados para recuperar lo perdido, con el dinero que no se vertería
más al mundo financiero? Bueno, esas son cosas de campaña, se sabe…
Pero
el fondo del asunto está en la siguiente frase: “Argentina se quedó sin
dólares. Eso pasó. Se quedó con tan pocos dólares que Macri fijó un
cepo muy necesario. Se le fugaron 100 mil millones. Argentina necesita
que vuelvan a entrar dólares”. Para que vuelvan los capitales, es
condición necesaria –aunque no suficiente- arreglar con el capital
financiero. De nuevo me pregunto, ¿cómo digiere esto el izquierdismo
progre-nacionalista? ¿O es mejor no responder “para no ser funcional a
la derecha”?
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