La guerra de Estados Unidos contra personas indefensas
Workers World
La forma más
insidiosa y omnipresente de guerra moderna emprendida por la acción
coordinada de Wall Street y el Pentágono pasa muy desapercibida y sin
que se le haga frente. Este ataque calculado está haciendo retroceder
décadas a los progresos logrados en los ámbitos de la atención
sanitaria, los sistemas de saneamiento, la vivienda, las
infraestructuras esenciales y el desarrollo industrial en todo el mundo.
Se ataca a casi cada país en desarrollo que intente ofrecer a su
población algún tipo de programas sociales.
El imperialismo estadounidense y sus socios menores han convertido el
estrangulamiento económico en un arma devastadora. Las sanciones en
manos de las potencias militar y económicamente dominantes provocan
actualmente más muertes que las bombas o las armas. Este arma frena el
crecimiento de millones de personas jóvenes y provoca emigraciones
desesperadas que desplazan a decenas de millones de personas.
"Un crimen contra la humanidad"
Las sanciones y los bloqueos económicos contra Venezuela, Cuba,
Irán, Rusia y China son bien conocidos. Sin embargo, los efectos
devastadores de las sanciones estadounidenses en la Palestina ocupada o
en países ya empobrecidos, como Mali, Zimbabue, República
Centroafricana, Guinea-Bissau, Kirgizstan, Fiji, Nicaragua y Laos, ni
siquiera son detectados por los grupos de defensa de los derechos
humanos.
La mayoría de las sanciones se ocultan intencionadamente y no generan
una sola línea en las noticias. Algunas sanciones se aprueban
rápidamente tras un repentino artículo de prensa acerca de una supuesta
atrocidad. La población civil que las van a sufrir no tiene nada que ver
con ninguno de los crímenes que los medios de comunicación corporativos
utilizan como excusa. Lo que nunca se menciona son las concesiones
económicas o políticas que buscan el gobierno o las corporaciones
estadounidenses.
No se pueden plantear las sanciones como una alternativa a la guerra.
De hecho, son la forma de guerra más brutal, que ataca deliberadamente a
las personas civiles más indefensas (las jóvenes, las ancianas, las
enfermas e incapacitadas). En un periodo de la historia de la humanidad
en el que el hambre y la enfermedad tienen solución científica, privar a
cientos de millones de personas de cubrir sus necesidades básicas es un
crimen contra la humanidad.
La legislación y los convenios internacionales, como los Convenios de
Ginebra y de Nuremberg, la Carta de las Naciones Unidas y la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, prohíben expresamente
atacar a personas civiles indefensas, especialmente en época de guerra.
Las sanciones provocan condenas
La sociedad industrial moderna está construida sobre una frágil
red de tecnología esencial. Si los sistemas de bombeo y las vías del
alcantarillado, los ascensores y los generadores no funcionan por falta
de piezas de repuesto sencillas, ciudades enteras pueden verse
desbordadas por ciénagas. Si se niega a las y los agricultores las
semillas, los fertilizantes, el equipamiento y los medios de
almacenamiento, y si se niegan deliberadamente la comida, los
medicamentos y el equipamiento esencial, todo el país corre peligro.
El embajador venezolano ante las Naciones Unidas, Samuel Moncada,
intervino en la XVIII Cubre del Movimiento de Países No Alineados
celebrado en Baku, Azerbayán, el 26 de octubre. Se dirigió a los 120
países ahí representados y denunció la imposición de medidas
arbitrarias, denominadas "sanciones" por Estados Unidos, como una forma
de "terrorismo económico que afecta a una tercera parte de la humanidad
con más de 8.000 medidas en 39 países". Afirmó que este terrorismo
constituye una "amenaza para todo el sistema de relaciones
internacionales y es la mayor violación de derechos humanos del mundo"
(tinyurl.com/uwlm99r).
El Grupo de los 77 y China, un organismo internacional con sede en la
ONU y que representa a 134 países en desarrollo, hizo un llamamiento a
"la comunidad internacional para que condene y rechace la imposición del
uso de estas medidas como medio de coacción política y económica contra
los países en desarrollo". El Grupo explicó que "la criminal e inhumana
política de atacar a poblaciones indefensas, que viola claramente la
Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional, se ha
convertido ahora en la nueva arma de estos poderosos Estados debido a
que se enfrentan a una fuerte oposición de la mayoría de su propia
población a las interminables guerras de ocupación en las que ya están
envueltos".
El poder de los bancos
No se comprende bien el mecanismo y la capacidad de un país o de
un voto para destruir un país situado en el otro extremo del mundo.
El capital internacional utiliza el sistema dólar. Todas las
transacciones internacionales pasan por bancos estadounidenses. Estos
bancos pueden bloquear transferencias de dinero de transacciones menores
y confiscar miles de millones de dólares pertenecientes a gobiernos e
individuos que son objeto de sanciones. También pueden exigir que todos
los demás bancos acepten las repentinas restricciones impuestas por
Washington o puedan ser sometidos a sanciones ellos mismos. Es similar
al hecho de que la Marina de Estados Unidos pueda afirmar tener
autoridad para interceptar barcos e interrumpir el comercio en cualquier
lugar, o de que el ejército estadounidense pueda atacar a personas con
drones e invadir países sin siquiera una declaración de guerra.
En ocasiones un medio de comunicación corporativo, un grupo de
"derechos humanos" financiado por Estados Unidos o una institución
financiera acusa, a menudo sin fundamento alguno, de violaciones de los
derechos humanos o de represión política, tráfico de drogas,
financiación del terrorismo, blanqueo de dinero, infracciones de
ciberseguridad, corrupción o falta de conformidad con una institución
financiera internacional. Estas acusaciones se convierten en la puerta
de entrada de una petición de sanciones como castigo.
Las sanciones se pueden imponer por medio de una resolución del
Congreso de Estados Unidos o de una declaración presidencial, o pueden
ser autorizadas por una agencia del gobierno estadounidense, como los
departamentos del Tesoro, Comercio, Estado o Defensa. Estados Unidos
podría presionar para conseguir el apoyo de la Unión Europea, del
Consejo de Seguridad de la ONU o de una de las muchas organizaciones
regionales de seguridad establecidas en Estados Unidos, como la
Organización de Estados Americanos.
Un organismo corporativo estadounidense que quiera un acuerdo
comercial más favorable puede influir en muchas agencias o políticos
para que le beneficien. Agencias secretas del Estado, contratistas
militares, organizaciones no gubernamentales financiadas por el National
Endowment for Democracy [Fondo Nacional para la Democracia] y muchas
fundaciones financiadas por corporaciones maniobran para crear problemas
económicos y presionar a países ricos en recursos.
Incluso aquellas sanciones que parecen suaves y limitadas pueden
tener un impacto devastador. Altos cargos estadounidenses afirmarán que
algunas sanciones son solo sanciones militares, necesarias para bloquear
la venta de armas. Pero bajo la categoría de un posible "doble uso" en
la prohibición se incluye la clorina (que se necesita para purificar el
agua), pesticidas, fertilizantes, equipamiento médico, simples baterías y
todo tipo de piezas de repuesto.
Otro subterfugio son las sanciones que supuestamente sólo se aplican a
altos cargos del gobierno o a agencias específicas. Pero, de hecho,
mientras se realizan interminables indagaciones se pueden bloquear todas
y cada una de las transacciones que llevan a cabo. Empleados de banco
anónimos pueden congelar todas las transacciones en curso e inspeccionar
todas las cuentas de un país. Cualquier forma de sanción, incluso
contra individuos, aumenta el costo y el nivel de riesgo de los créditos
y préstamos.
En la Lista de Personas Especialmente Designadas y Bloqueadas, una
lista de aquellas personas que han sido sancionadas por la Oficina de
Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) del
Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, constan más de 6.300
nombres. La OFAC describe de la siguiente manera su papel: "La OFAC
administra varios programas de sanciones. Las sanciones pueden ser
totales o selectivas, y se utiliza el bloqueo de activos y las
restricciones comerciales para cumplir los objetivos de política
exterior y seguridad nacional".
También existe una lista del Grupo de Acción Financiera Internacional
y una lista del Reglamento Internacional del Tráfico de Armas.
El arma de las sanciones se ha vuelto tan importante que actualmente
existe todo una legislación para guiar a las corporaciones y bancos
estadounidenses a la hora de moverse entre ventas, créditos y préstamos.
Es intencionadamente opaca, turbia y abierta a interpretaciones,
sobornos y subterfugios. Parece que no existe una sola página web en la
que conste una lista de todos los países e individuos sometidos a las
sanciones estadounidenses.
Una vez que un país ha sido sancionado, entonces debe "negociar"con
diferentes agencias estadounidenses que exigen medidas de austeridad,
elecciones que cuenten con la aprobación occidental, recortes de los
programas sociales y otras concesiones económicas y políticas para
lograr que se levanten las sanciones.
Las sanciones son una parte fundamental de las operaciones de cambio
de régimen de Estados Unidos, planeadas de la manera más cínica posible
para conseguir el mayor coste humano. Hipócritamente se atribuyen al
gobierno del país sancionado la repentina hiperinflación, los problemas
económicos y la inesperada escasez. Se califica a los funcionarios de
ineptos o corruptos.
Las agencias [estadounidenses] supervisan cuidadosamente la crisis
interna que ellas crean con el fin de determinar el momento óptimo para
imponer un cambio de régimen o crear una revolución de colores. El
Departamento de Estado y las agencias encubiertas estadounidenses
financian a muchas ONG y organizaciones sociales que fomentan la
disidencia. Estas tácticas se han utilizado en Venezuela, Nicaragua,
Irán, Siria, Libia, Zimbabue, Sudán y muchos otros países.
Un arma del imperialismo en decadencia
Han pasado los días de las promesas tipo Plan Marshall de
reconstrucción, comercio, préstamos y desarrollo de infraestructuras. En
este período de decadencia capitalista ni siquiera se ofrecen. El arma
de las sanciones ahora es un instrumento tan omnipresente que apenas
pasa una semana sin que haya nuevas sanciones, incluso contra aliados.
En octubre Estados Unidos amenazó con imponer duras sanciones a
Turquía, que durante 70 años ha sido miembro de la alianza militar de la
OTAN comandada por Estados Unidos.
El 27 de noviembre Trump anunció de pronto, por medio de un decreto
presidencial, sanciones más severas contra Nicaragua, a la que calificó
de "amenaza para la seguridad nacional". También calificó a México de
amenaza "terrorista" y no descartó una intervención militar. Ambos
países tienen gobiernos elegidos democráticamente.
Otras sanciones pasan por el Congreso de Estados Unidos sin votación
nominal, sólo una ovación y un voto unánime, como las sanciones a Hong
Kong en apoyo de las protestas financiadas por Estados Unidos.
Por qué no se puede sancionar a Wall Street
¿Hay alguna posibilidad de poder sancionar a Estados Unidos por
las interminables guerras que ha emprendido según las mismas
disposiciones con las que ha afirmado el derecho a causar estragos en
otros países?
En noviembre de 2017 la Fiscal Jefe de la Corte Penal Internacional
(CPI), Fatou Bensouda, solicitó a la Corte Penal Internacional, cuya
sede está en La Haya, abrir una investigación formal sobre los crímenes
de guerra cometidos por los talibanes, la red Haqqani, las fuerzas
afganas, el ejército de Estados Unidos y la CIA. La mera idea de que
Estados Unidos fuera acusado de crímenes de guerra llevó al entonces
asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Bolton, a amenazar a
los jueces y otros altos cargos de la CPI con detenciones y sanciones
si contemplaban siquiera cualquier cargo contra las fuerzas
estadounidenses en Afganistán. "Si la Corte nos persigue a nosotros, a
Israel o a otros aliados de Estados Unidos, no nos quedaremos con los
brazos cruzados", declaró Bolton. Señaló que Estados Unidos "está
dispuesto a imponer sanciones financieras y cargos penales a los altos
cargos de la Corte si proceden contra cualquier miembro del personal de
Estados Unidos. […] Prohibiremos a sus jueces y fiscales entrar en
Estados Unidos. Sancionaremos sus fondos en el sistema financiero
estadounidense y los procesaremos en el sistema penal de Estados Unidos.
[...] Lo mismo haremos con cualquier compañía o Estado que contribuya a
una investigación de la CPI contra personas estadounidenses" (The Guardian, 10 de septiembre de 2018).
Bolton también citó las recientes gestiones de dirigentes palestinos
para lograr que CPI procese a altos cargos israelíes por violaciones de
los derechos humano. Los jueces de la CPI recibieron el mensaje.
Dictaminaron que a pesar de que existe "una base razonable" para
considerar los crímenes de guerra cometidos en Afganistán, había pocas
probabilidades de poder enjuiciarlos. Una investigación "no serviría a
los intereses de la justicia".
El Secretario de Estado Mike Pompeo revocó el visado estadounidense
de la Fiscal Jefe Bensouda por proponer una investigación imparcial.
Las sanciones son un arma del mundo capitalista que utilizan los
países más poderosos contra aquellos más que son más débiles y están en
vías de desarrollo. Hace cien años, en 1919, el presidente
[estadounidense] Woodrow Wilson defendió las sanciones como un arma
silenciosa aunque letal que ejerce una presión que ninguna nación del
mundo moderno puede soportar.
Las sanciones
demuestran que las leyes capitalistas protegen el derecho de ocho
multimillonarios a poseer más que la población de la mitad del mundo.
Washington exige sanciones a la ONU
Estados Unidos, que posee el mayor arsenal nuclear del mundo y
800 bases militares, afirma (a pesar de haber emprendido guerras en
Irak, Afganistán, Siria y Libia) que la República Popular de Corea del
Norte y la República Islámica de Irán son las mayores amenaza para la
paz mundial.
Estados Unidos logró que el Consejo de Seguridad de la ONU impusiera
nuevas sanciones y muy duras a Irán y a la República Popular de Corea
del Norte amenazando, la víspera de unos "juegos de guerra", con
aumentar las hostilidades hasta llegar a un ataque militar abierto. Esta
amenaza bastó para conseguir que otros miembros del Consejo de
Seguridad entraran en vereda y votaran a favor de las sanciones o se
abstuvieran.
Estas tácticas de mano dura han tenido éxito una y otra vez. Durante
la Guerra de Corea, cuando el ejército de Estados Unidos bombardeaba
duramente este país, el embajador de Estados Unidos ante la ONU Warren
Austin mostró una ametralladora ante el Consejo de Seguridad para exigir
a este organismo más autoridad en la guerra.
En la década de 1990 el gobierno estadounidense utilizó las sanciones
impuestas a Irak como un espantoso experimento social para calcular
cuánto se podía reducir la ingesta de calorías, destruir la producción
de cultivos y destrozar los sistemas de purificación de agua. El impacto
de estas sanciones se divulgó ampliamente como amenaza a otros países.
Cuando se le preguntó a la Secretaria de Estado de Bill Clinton,
Madeleine Albright, acerca del medio millón de niñas y niños iraquíes
que habían muerto a consecuencia de las sanciones que Estados Unidos
había impuesto a Iraq, respondió: "Creemos que el precio vale la pena".
Hace 40 años que Estados Unidos impuso sanciones a Irán, desde que
empezó la Revolución iraní. El bloqueo y las sanciones a Cuba se
mantienen desde hace ya 60 años.
La campaña "Las sanciones matan"
Romper el silencio mediático y sacar a la luz este crimen supone
un enorme esfuerzo político. Tenemos que poner un rostro humano al
sufrimiento.
No se puede dejar que los países atacados luchen ellos solos de forma
aislada, tiene que haber una solidaridad total con ellos. Hay que sacar
a la luz la inmensa cantidad de países sometidos al hambre debido a
sanciones impuestas por Estados Unidos. Y un paso para desafiar la
injusticia de las relaciones de propiedad capitalista es atacar el papel
criminal de los bancos.
Con un llamamiento a unas Jornadas Internacionales de Acción contra
las Sanciones y la Guerra Económica del 13 al 15 de marzo de 2020, cuyas
consignas son: "¡Las sanciones matan! ¡Las sanciones son la guerra!
¡Acabemos ya con las sanciones!", se ha iniciado una campaña para unir a
la opinión mundial contra las sanciones por ser un crimen de guerra.
Estas manifestaciones internacionales coordinadas son un primer paso
fundamental. La investigación y el testimonio, las resoluciones de
sindicatos, grupos de estudiantes, trabajadores de la cultura y
organizaciones comunitarias, las campañas en las redes sociales y llevar
suministros médicos y ayuda internacional a los países sancionados todo
ello puede desempeñar un papel importante. Todo tipo de campaña
política para sacar a la luz el crimen internacional de las sanciones es
una contribución fundamental.
Para más información y dar apoyo, véase SanctionsKill.org.
Sara Flounders es una escritora y activista política
estadounidense comprometida desde la década de 1960 en la lucha contra
la guerra. Es codirectora del International Action Center (IAC) y
miembro del Secretariado del Marxist-Leninist Workers World Party (WWP)
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