Entrevista al ex diputado constituyente y senador peruano de izquierda Ricardo Napurí
M.H.: Una situación de movilización popular en América Latina en Chile, Ecuador, Perú, Honduras y Haití.
R.N.: No te olvides de Venezuela y Colombia.
M.H.:
Quería nombrar a los países del cartel de Lima. ¿Qué reflexión te
merece esta situación Ricardo? Hoy queríamos hablar del Perú pero creo
que la situación nos excede.
R.N.: Sí, hay que hablar
de los hechos acaecidos en varios países, por ejemplo, en Perú,
Bolivia, Chile, Argentina y Brasil teniendo en cuenta lo que destaca y
conmueve a las personas, que es la rebelión de los sectores populares
que con sus actos están no solamente protestando sino rebelándose contra
el orden establecido. Si bien es cierto que esto siempre ha ocurrido en
diferentes momentos y con diferentes características.
Lo que
quiero destacar son algunas ideas para no crear confusión, teniendo en
cuenta que quienes se han informado de estos hechos se informan también
de los análisis que hacen los medios de prensa que están a su
disposición. Por ejemplo, yo no creo que se esté en una etapa de
reversión de la dominación liberal conservadora por una de tipo
populista o de lo que algunos llaman los “movimientos nacional
populares”. Eso es peligroso porque la realidad de nuestros países
señala que no se puede homogeneizar porque hay que tener en cuenta las
particularidades de cada país, que son importantes y muy diferentes.
Antes de entrar a la interpretación más actual, podemos pensar, por ejemplo, en el caso de Ecuador,
que es un país no solamente subdesarrollado sino que además su economía
está dolarizada, vivió de la explotación petrolera, limitadamente
minera, de la exportación agropecuaria y, sobre todo, es importante
referirse al casi millón de ecuatorianos que están viviendo en EE UU y
otros países.
En ese país se ha producido un hecho singular
porque los movimientos sociales han tenido presencia en la vida social y
política del país, algunos lo centran en el movimiento campesino más
importante que tiraron abajo 3 presidentes, entre ellos algunos de
perfil autoritario. Movimientos sociales que no solamente se han
rebelado siempre sino que se han organizado siempre.
Cuando
analizamos la situación de Ecuador tenemos que encontrar esta
peculiaridad, porque todos los que defienden el sistema y que están
comprometidos en la defensa de todo lo que es la dominación democrático
liberal conservadora en el país, caracterizan como les da la gana a que
responden al chavismo, Cuba, o a Correa. Ese hecho tiene que ser tomado
en cuenta porque las movilizaciones en Ecuador son de perfil histórico
y, además, hay una organización de todo el campesinado de larga data.
Eso le da una particularidad.
En cuanto a Perú, mi país,
nadie lo cita porque no ha habido movimientos sociales de perfil
explosivo, casi rebeliones o de la violencia que ha habido en Ecuador o
en Chile, pero la connotación de las movilizaciones sociales que hay que
calificar en su particularidad, es notable.
Las movilizaciones
sociales cambiaron toda la estructura política del país, Vizcarra
estaba prácticamente en la lona, había sustituido a Kuczynski; no se
olviden que Perú tiene 5 presidentes acusados de robo, no solamente de
coimeros, de robo. Pero las movilizaciones sociales lo sustentaron a él.
Vizcarra no tenía partido, estaba en el aire, y las masas se apoderaron
de él y lo empujaron a tomar medidas contra el fujimorismo, la herencia
del conservador, autoritario y despótico Fujimori.
Son las
masas las que cambiaron la realidad política del país y no lo hicieron a
través de formas explosivas como en Chile y Ecuador, sino movilizándose
y dándole un sustento político a alguien que no tenía solo el 30% del
apoyo popular. Entonces han determinado que este hombre pase a la
ofensiva, liquide al Congreso sin ninguna violación constitucional y ha
cambiado las relaciones de fuerzas políticas en el país.
Esa
movilización popular que se mantiene es de una significación importante y
tiene que ser calificada no por los actos de violencia formales sino
por la significación política. Porque ahora que se ha establecido una
nueva situación esas masas que están entonadas, están en actitud de
pasar a la ofensiva, porque Vizcarra es un demócrata liberal, no es de
centro izquierda, él es uno de los hombres del grupo de Lima y, por lo
tanto, es un liberal conservador.
Ahí viene el segundo momento
de la movilización política, donde estas masas que le dan apoyo le
exigen las reivindicaciones postergadas de los otros gobiernos. De tal
manera que la situación es abierta. Y hay una situación de participación
de las masas inteligente, aluvional, es un momento de una coyuntura
política que ha cambiado prácticamente el destino del país, y tendremos
la vigilancia para saber dónde va Vizcarra y cuál es la situación en el
próximo devenir del Perú. Es un hecho muy importante de tipo cualitativo
a tener en cuenta.
Lo de Chile también tiene una
historia, es un proceso largo y complejo. No se puede analizar la
situación actual, la reacción explosiva y la rebelión de los de abajo
sin tener en cuenta antecedentes como el gobierno de Allende y su
contrapartida que fue el gobierno del dictador Pinochet. El gobierno de
Allende que fue uno de los que más reformas radicalizantes realizó en
América Latina, después de Cuba, que fue enormemente progresista, pero
dejó las cosas a medio camino porque en el momento de dar el salto
cualitativo, como ocurrió en Cuba cuando las masas exigían su propio
gobierno porque la derecha dirigida desde EE UU contragolpeaba
ferozmente, el gobierno de Unidad Popular y el propio Presidente Allende
no dio ese salto y permitieron la llegada de Pinochet.
Esas
dos realidades están en el seno de la memoria política de Chile o sea de
las masas populares. Si las masas estuvieron aparentemente dormidas en
Chile, es porque el post pinochetismo, la coalición de la Democracia
Cristiana con los Socialistas, actuaron como reformistas tibios y no se
atrevieron a cambiar todo el sistema jurídico y político montado por
Pinochet. Lo administraron con pequeñas reformas con Bachelet.
En Chile había una especia de laguna contenida para que no desbordara,
con la complicidad de los reformistas centro izquierdistas radicalizados
y cuasi revolucionarios de la época de Allende, que devinieron en
administradores del sistema conciliando disposiciones con la derecha
neoliberal.
Ya todo el mundo sabe que el pinochetismo hizo las
posiciones del régimen en Chicago, la opresión a las masas, la
desigualdad social infinita, el dominio oligopólico de un grupo de
empresarios; estos son los que, incluso después del fracaso de las
ilusiones que tuvieron en sus representantes reformistas, se han
rebelado a través de procesos que vinieron desde antes, porque no
olvidemos que los estudiantes se rebelaron incluso con Pinochet, y son
uno de los sectores más golpeados además de todos aquellos que no se
benefician, porque en Chile se paga la educación, la salud, las
comunicaciones y otras cosas; esa laguna contenida ha desbordado.
Las formas no interesan, porque si recordamos lo que ha dicho Piñera
“estamos en guerra contra un enemigo poderoso implacable que no respeta a
nada y a nadie y que está dispuesto a utilizar la violencia y la
delincuencia”. Acaba de decir esto Piñera. La trampa miserable de esta
declaración está en que él apoyó a Pinochet, lo defiende, o sea que está
diciendo que hay dos tipos de violencia, la violencia de los que
mandan, la violencia de los que tienen el poder, de los que no se
detienen, de los que se llaman neoliberales, o democráticos liberales
que son estos gobiernos tipo Macri y la violencia popular.
Para
ellos Pinochet puede matar por miles, bombardear la sede gubernamental,
ejercer el poder por años, la clase dominante puede ejercer la
violencia sistemáticamente, puede terminar con cualquier conquista
social y privar de toda posibilidad y beneficio a las masas populares;
pero los de abajo no lo pueden hacer. Y los de abajo se expresan como
pueden.
De tal manera no hay que ver las manifestaciones de
Chile desde sus efectos secundarios, si algunos grupos quemaron algo,
sino la significación de la rebelión de los estudiantes, que continúa en
el camino de los que intentaron ganarle a Bachelet y que ahora, junto
con sectores populares y sociales postergados, están haciéndose
presentes diciendo “Basta ya, abajo los militares, afuera los tiranos”.
Desde la resistencia sectorial y a través de reivindicaciones concretas
se ha ido politizando la situación, hasta el extremo que hoy se está
pidiendo a nivel de masas que se caiga este gobierno, es decir que se
vaya Piñera. Doy estos dos casos para ver la significación de lo que
ocurre regionalmente en América Latina.
En Bolivia hay una emergencia social donde las clases dominantes han sido arrinconadas
Pero no quiero dejar pasar un hecho actual, el de Bolivia,
que es una expresión política muy importante. Bolivia era un país
oligárquico en extremo manejado por 20 empresas, sin democracia, con 20 o
30 golpes militares en su historia, con una clase gobernante pequeña,
con una ayuda militar permanente y luego vino la emergencia obrera que
continuó la revolución del 9 de abril de 1952 y ahora la emergencia
campesina que se ha reflejado con Evo Morales.
Pero ese hecho
es a destacar, porque si Evo Morales se mantiene y acaba de ganar las
elecciones en Bolivia donde normalmente el proceso electoral no favorece
a los de abajo, porque toda la estructura del poder está montada para
la expresión del voto, que es degenerativo porque las campañas
electorales tienen visos que no tienen nada que ver con un desarrollo
serio o formal de representación autónoma o calificada de lo que las
masas necesitan.
Las masas nunca están representadas
directamente en los procesos electorales de esto que se llama la
democracia actual. Y sin embargo la de Bolivia es una elección
importante, los analistas y los diarios destacan cuando hablan de lo
progresivo de Bolivia, que logró crecer al 3 o 4 %, que es de los pocos
países que crecen, que ha logrado semi nacionalizar su industria, que es
un gobierno diferente y es un gobierno reformista y progresivo
diferente a los otros y destacan lo que podríamos llamar la expresión de
un desarrollo económico y social importante; pero no apuntan a lo más
importante, que a través de la emergencia que significó la lucha,
primero de los obreros y después de los campesinos, en Bolivia hay una
emergencia social donde las clases dominantes han sido arrinconadas, y
se ven obligadas a aliarse a EE UU en forma miserable y a asumir las
formas más ilegitimas de representación política porque no pueden
ejercer su poder como antes.
Cité estos casos para intentar
llegar a algunas conclusiones, no se pueden analizar estos procesos como
fenómenos y como una dicotomía diciendo que se están rebelando los de
abajo, sin tener en cuenta el proceso mundial y la realidad actual de
América Latina. No es desdeñable que insistamos permanentemente que EE
UU en su decadencia imperialista está obligado a refugiarse dominando a
América Latina. La palabra común de decir que EE UU quiere la
recolonización de nuestros países, es actual, lo que pasa es que no
puede hacer lo que hacía en Centro América y el Caribe, invadiendo Santo
Domingo y Panamá o los países centroamericanos porque el desarrollo de
Sudamérica es otro. Pero está intentando y lo va a intentar, por eso es
que Venezuela no puede ser olvidada.
El análisis de
Venezuela no parte de los errores que existen en todos los gobiernos y
más en los gobiernos reformistas radicalizados, teniendo en cuenta la
realidad de un país como Bolivia que heredó ese régimen, sino la
agresión imperialista, es la opresión nacional lo que está de por medio.
Si EE UU quiere recolonizarlos que observe bien quién va a defender a
los pueblos y cómo van a reaccionar porque el imperialismo no trae
bienestar, se alía con las burguesías nacionales para hacer una
dominación perversa en estos tiempos.
La idea de democracia va
desapareciendo, ellos imponen, cualquier gobierno que hoy se llame
democrático es autoritario por la forma que usa para la dominación del
pueblo, para esclavizar el pensamiento popular, para hacer una cultura
del oprobio en su beneficio. Venezuela tiene que ser destacada porque el
acento no hay que ponerlo en los defectos o errores, porque tendríamos
que decir que todos los gobiernos hacen lo mismo o peor. Lo más
importante es que Venezuela a través del Chavismo y sus masas son las
que están resistiendo. El embrión de Venezuela es la resistencia
chavista, lo que está empujando al régimen a mantenerse y obliga a los
militares a mantenerse neutrales, que es un hecho extraordinario en
América Latina.
A Venezuela hay que nombrarlo primero por la
opresión nacional, lo que quiere EE UU es su petróleo y a través de él
hacer pie allí, y como tiene la mano de los gobiernos de Colombia,
avanzar sobre la Amazonia. Y a partir de ese hecho estratégico es que
hay que juzgar la existencia de los regímenes de cada país y las formas
explosivas que toman las relaciones de clases, las protestas populares.
M.H.: Hace poco tuve una conversación con jóvenes chilenos en
Brasil, que me decían: “No conocimos otra cosa que el neoliberalismo”. Y
esa reflexión que ha trascendido: “No estamos luchando por un aumento
de 30 pesos, estamos luchando por 30 años”. Y otro tema al que me quiero
referir es el silencio de nuestra Cancillería. Esa misma Cancillería
que acciona y denuncia permanentemente al régimen de Venezuela, hace
silencio ante 15 muertos y 2.600 detenidos.
R.N.: La
cita de Piñera vale para eso, la violencia que ejercen los poderosos es
legítima, la violencia que ejercen los de abajo defendiendo sus derechos
incluso a vivir mínimamente es ilegítima y merece, como él dice, ser
sancionada, al extremo de decir que es una guerra contra un enemigo
poderoso e implacable. Eso es lo que piensa Macri y lo que piensan todos
los liberales conservadores de nuestra América Latina y del mundo
entero. Ellos no reconocen que ejercen la violencia, porque el sistema
es violento. De tal manera que pueden ejercerla porque ideológicamente
creen que son dueños de la historia, porque los otros son miserables, no
emprendedores que no supieron ganarse un lugar en la vida y los
consideran enemigos implacables. Acaso el que dice que el trabajador o
el trabajo es un costo, ¿no está diciendo lo mismo? Si el que trabaja
produce la riqueza y es lo que permite que acumule y que los ricos sean
aún más ricos, a pesar que son un pequeño número y un hecho
insignificante en la ecuación trabajo. Esa es la peor violencia que
puede haber.
Los Pinochet, la policía represiva, los que matan,
los que hacen como Patricia Bullrich y compañía; el régimen es
violento, el sistema de dominación es violento y los de abajo cuando se
rebelan están haciendo historia porque están rebelándose no solo por un
derecho particular sino que están generando las bases para una
resistencia y una rebeldía para decir basta ya, que en algún momento
tiene que haber un cambio entre las relaciones de fuerza y entre las
clases. Tendríamos por último, cuando nos organicemos y tengamos más
conciencia, que definir cómo organizamos los instrumentos que estamos
forjando y cómo podemos utilizar herramientas alternativas y un sistema
alternativo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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