Los gobiernos de
derecha y neoliberales del continente latinoamericano (LATAM) confiaron
siempre en la fortaleza de sus regímenes, en la efectividad y
durabilidad del modelo económico y, por supuesto, en la paciencia de
millones de pobres, de trabajadores, de indígenas, de estudiantes, de
campesinos, de afros, los que realmente sufren los efectos devastadores
de una política económica que solo beneficia a multimillonarios, a
gobernantes corruptos y criminales y a las grandes empresas
multinacionales.
Pero la fiesta se les acabó, adiós general, adiós Sebastián,
cantan en las plazas y calles millones de chilenos. Cayó la gota que
rebasó el vaso, la paciencia terminó y millones de ciudadanos se
lanzaron a las calles enfurecidos e indignados por el engaño, las
promesas incumplidas de mejor vida, la corrupción y la miseria en que
viven.
Un nuevo fantasma recorre el continente: pueblos sublevados arrasando con lo que queda de gobiernos neoliberales.
La
ola de protestas y furia acumulada está desatada en Latinoamérica, y el
malestar popular y antisistémico avanza como un gigante pisando fuerte.
Mexico:
Andrés Manuel López Obrador ganó la presidencia en julio de 2018 y
recibió un mandato amplio para reducir la miseria en que vive la mayoría
de la población, contener la violencia narcoparamilitar, acabar con el
cáncer de la corrupción que agota los recursos públicos y desmontar el
modelo neoliberal que los gobiernos oligarcas han mantenido para su
propio beneficio y el de grandes empresarios y millonarios, aplicando
obedientemente las recomendaciones del FMI de imponer recortes sociales a
la clase media y a los pobres.
Puerto Rico en llamas:
llama Atilio Borón el proceso y posibles consecuencias del estallido
popular en la isla, como consecuencia de la galopante corrupción, cuyo
gobernador misógino y conservador tuvo que renunciar por las masivas
protestas de la ciudadanía.
Haití:
su actual gobernante neoliberal, corrupto y autoritario Jovenel Moïse,
enfrenta una ola de protestas masivas desde septiembre, consecuencia del
largo malestar acumulado por la pobreza extrema del 70% de su
población, protestas que han cobrado la vida de 77 haitianos. El
movimiento popular está en las calles diariamente exigiendo su renuncia a
la presidencia, para producir un cambio de régimen que les garantice a
los haitianos mejores condiciones de vida.
Honduras:
en este país centroamericano los manifestantes exigen la renuncia del
presidente Juan Orlando Hernández por corrupto y por sus vínculos con
narcotraficantes y criminales, protestas que han ganado mayor fuerza y
legitimidad, a partir de que se conoció la condena por una corte Federal
de EE.UU. a su hermano Tony por narcotráfico.
Perú: su gobierno
hace parte del Grupo de Lima, la oligarquía peruana se prestó para
encabezar los ataques y agresiones contra los gobiernos progresistas y
bolivarianos que no siguen las recomendaciones del FMI ni se someten a
EE.UU.; sigue sin recuperarse del cáncer de la corrupción y enfrenta una
crisis profunda de gobernabilidad y legitimidad. Varios presidentes han
tenido que dejar su cargo ante la presión de los movimientos ciudadanos
y las decisiones de sus tribunales de justicia.
Argentina:
se va Macri derrotado en las elecciones presidenciales, un ferviente
neoliberal, defensor de la dictadura militar que se tomó violentamente
el poder en los 70s, un presidente que cambió el rumbo de la política
económica del país aplicando el trillado neoliberalismo y sus conocidas
privatizaciones, asesorado por el FMI y la banca mundial para asegurarse
el pago de sus préstamos leoninos. Pero los argentinos comprendieron el
engaño, sus falsas promesas fueron la mascarada para encubrir su
alianza con las multinacionales y los grandes capitalistas, arruinar la
economía y ampliar la brecha entre ricos y pobres como no se había visto
antes; creyeron que votando por él iban a mejorar sus condiciones de
vida y se acabaría la corrupción, pero ni lo uno ni lo otro, solo
represión, privatizaciones, aumento del costo de vida y crecimiento de
la pobreza.
Brasil:
tras la destitución por golpe institucional de Dilma Rousseff y la
detención tras un montaje judicial contra Lula, con el objetivo de
declararles la muerte política y alejarlos del poder, el electo Jair
Bolsonaro, un ex militar de extrema derecha, xenófobo, racista, ecocida,
ya ha tenido que enfrentar grandes movilizaciones populares que han
rechazado y confrontado su programa de gobierno neoliberal, al parecer
ya vio lo que le puede pasar a su mandato de aplicar el plan de reformas
y privatizaciones que anunció tras ser elegido. Sin duda Bolsonaro
representa muy bien los intereses y valores de la extrema derecha
latinoamericana y los beneficiarios del modelo neoliberal y como tal se
le ve actuar desde la presidencia, pero es consciente que está cada vez
más solo.
Ecuador:
experimentó la furia y malestar general de amplios sectores sociales
que se lanzaron a las calles tras el “paquetazo” de reformas
neoliberales que decretó Lenin Moreno, el presidente que traicionó el
mandato que le entregó la mayoría que lo eligió por voto popular a la
presidencia de la mano del Movimiento Revolución Ciudadana,
para sustituir al expresidente Rafael Correa. La situación allí no está
aún resuelta, sin embargo Moreno tuvo que retirar su paquetazo
antipopular como resultado de la movilización y presión de los
ecuatorianos en las calles. El movimiento mantiene la iniciativa.
Chile:
por ahora el último en la lista de países que han sufrido estallidos
populares, que empezó como una jornada de protesta estudiantil contra el
aumento del tiquete del metro santiaguino decretado por Sebastián
Piñera, un fiel representante de la dictadura de Pinochet. Estallido que
se extendió como una llama de fuego a amplios sectores de trabajadores,
desempleados, jubilados, choferes, amas de casa, clase media y
ciudadanía en general, que salieron a las calles y plazas a manifestar
masivamente su profundo descontento con un gobierno que representa como
ninguno a la clase, el régimen y modelo económico que los oprime y
empobrece desde el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 contra
Salvador Allende, el presidente con el que habían soñado un verdadero
cambio.
Hace 50 años que el pueblo chileno no conoce sino un
modelo económico, el neoliberalismo, ya que fue en Chile que se empezó a
implementar dicho nefasto modelo en el mundo, por los economistas de la
escuela de Chicago. De ahí que Chile como el ejemplo de un “exitoso”
modelo neoliberal a seguir no va más, porque en realidad ser una larga
agonía para el pueblo y le ha llegado su ocaso, lo están sepultando en
las calles con la alegría y las canciones de Víctor Jara y otros
cantautores.
¿Cuáles son las causas de las masivas protestas antisistémicas?
Los
llamados “paquetazos” implementados por los gobiernos neoliberales, que
significan recortes de subsidios alimentarios, privatización de la
salud, de la educación, aumento de los precios de los combustibles,
incremento del transporte público y por ende del costo de vida de sus
poblaciones, mientras los salarios y pensiones pierden valor adquisitivo
con respecto al costo de vida.
De otro lado, la combinación
explosiva de neoliberalismo con corrupción, gobiernos despóticos, e ira
popular contenida. No cabe ya la menor duda que sin distribución de la
riqueza, sin respeto por el planeta y sus recursos naturales, sin un
cambio del modelo de producción/consumo basado en energías fósiles a
otro no fósil; sin respeto e inclusión de las nuevas
alteridades/subjetividades, hablar de democracia sería un mero sofisma.
Los
“sorprendidos” por este tsunami de revueltas populares en LATAM, la
extrema derecha y sus gobiernos con la larga cola burocrática de toda
clase de servidores y periodistas a sueldo, por conveniencia, intereses o
incapaces de ver más allá de sus narices, han respondido desafiantes
unas veces, contradictorios y con demagogia otras, pero sobre todo con
rabia, odio y agresividad desde los organismos y aparatos
institucionales que controlan (OEA, Ministerios de defensa, cadenas de
radio, TV y medios oficiales).
“Las actuales corrientes de desestabilización de los sistemas políticos del continente tienen su origen en la estrategia de las dictaduras bolivariana y cubana...”,
ha dicho el conspirador General de la OEA, Luis Almagro, sobre los
gobiernos de derecha que no dudaron en mostrar su naturaleza de
dictaduras civiles, que no dudaron en sacar sus ejércitos a las calles
contra la ciudadanía que protestaba, tanto en Haití, Ecuador y ahora en
Chile, cuando Sebastián Piñera declaró en rueda de prensa, después del
estallido popular, “estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable…”
justificando el Estado de Excepción, el uso de las Fuerzas Armadas y
policiales, para reprimir a los chilenos como si fueran un ejército
foráneo, como si se tratara de una guerra con otro Estado.
Baltasar
Garzón, el juez español que ordenó en 1988 la detención en Londres del
dictador Augusto Pinochet, afirmó hace poco en una carta dirigida a Sebastian Piñera:
“ ... convendrá conmigo que, debajo del pretendido milagro económico
que muchos atribuyen a Pinochet, un modelo de desarrollo mantenido por
la transición chilena y la posterior democracia, se esconde el triste
récord de ser uno de los diez países más desiguales del mundo, al mismo nivel de Ruanda, según el índice Gini aplicado por el Banco Mundial.”
Y
le recuerda a modo de advertencia que: “ ... las violaciones de los
derechos humanos que se están cometiendo y los crímenes perpetrados en
contra de la población civil, esta vez no quedarán en la impunidad
porque, además de la Fiscalía de Chile y del Instituto Nacional de
Derechos Humanos, existe la Jurisdicción Universal, existe la Corte
Penal Internacional, el Sistema Interamericano de Derechos Humanos y una
comunidad internacional atenta y vigilante, que no permitirá que en
Chile se vuelvan a repetir los horrores del pasado.”
El jurista
español tiene bien claro lo que ocurre en el continente, cuando le
confiesa en la carta a Piñera que no se cree el cuento y las excusas del
secretario general de la OEA, Almagro, de culpar de todo lo que está
pasando en LATAM, a Cuba, Venezuela, Rafael Correa, Lula da Silva,
Cristina Fernández de Kirchner o Alberto Fernández y de quienes
discrepan de la ola neoliberal que nuevamente con el patrocinio del
norte, como aconteciera en los años 70, asola el continente.
La
derecha latinoamericana está acorralada por los pueblos sublevados, que
han recuperado su capacidad articulada de lucha y resistencia contra el
modelo que los ha mantenido en la miseria y opresión. Intenta
recomponerse ante los devastadores golpes que está recibiendo en cada
nación.
La lucha y movilización popular en las calles por una
vida digna, contra el modelo económico que genera miseria y contra los
regímenes opresores y corruptos, es hoy la lógica que siguen la lucha de
clases y la batalla de ideas que se libran a nivel global.
En
Colombia la ciudadanía empieza a zafarse las ataduras de gobiernos de
derecha, neoliberales, corruptos, mafiosos y paramilitares que se han
sostenido en el poder a través de prolongar la guerra interna, ese sigue
siendo su norte político, y menospreciar cualquier intento serio de
hacer un acuerdo de paz definitivo y duradero.
Las elecciones
locales pasadas, han mostrado un cambio de actitud en la población,
sobre todo en la generación actual que quiere un cambio de modelo y de
rumbo político, que rompa con el continuismo y dominio histórico de la
decadente, corrupta y criminal oligarquía colombiana.
Muchos
pueblos del continente esperan un estallido popular en Colombia, el
fantasma que recorre otras naciones no ha tenido contestación aquí por
ahora, pero nunca se sabe, la historia, esa nutria imperceptible, excava
siempre en lo más profundo de la conciencia de los pueblos haciendo su
trabajo de zapa. No nos sorprendamos, pues.
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