Casi 2.5 millones de infectados de Covid-19 en Brasil
Acusan al gobierno de crear un
servicio de inteligenciaparalelo a los previstos por la Constitución
▲ Jair Bolsonaro paseó en su moto el fin de semana en Brasilia, luego de
que fue notificado que ya no está infectado de coronavirus.
Río de Janeiro., En medio al torbellino que vive Brasil
–al mediodía de ayer el número de infectados por Covid-19 sumó más de 2
millones 400 mil, y el de víctimas fatales se acercó a 90 mil–,
surgieron nuevas y graves denuncias contra el gobierno del
ultraderechista Jair Bolsonaro.
La más contundente fue la presentación, en el Tribunal Penal
Internacional de La Haya, de un documento que acusa Bolsonaro de haber
cometido
un crimen de lesa humanidad y genocidio.
Presentada la noche del domingo, la denuncia trae un peso extra:
viene firmada por un millón de trabajadores del sector salud, que
incluye enfermeros y médicos. Aunque el Tribunal de La Haya tarda meses
en decidir si acepta juzgar las denuncias recibidas, la repercusión ha
sido muy fuerte y podrá traer consecuencias.
Los 64 folios del documento están repletos de acusaciones detalladas y
de ejemplos impactantes. Su divulgación contribuye para corroer aún más
la ya de por sí desgastada imagen del ultraderechista y del país.
El domingo se presentó otra denuncia contra el gobierno brasileño,
esta vez en el ámbito de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
de la Organización de Estados Americanos (OEA), exigiendo inmediatas
informaciones y providencias.
Se trata de algo que fue creado en tiempos de Sergio Moro, el ex juez
que condenó al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva en un juicio
manipulado facilitando la elección de Bolsonaro, de quien luego fue
ministro de Justicia: la Seopi (Secretaría de Operaciones Integradas),
un servicio de inteligencia paralelo a los previstos por la Constitución
y la legislación vigente.
Luego de la salida de Moro del gobierno, el sucesor André Mendonça
transformó la Seopi en secretaría Nacional. De esa manera se consolidó
parte del deseo expresado en reiteradas ocasiones por Bolsonaro: tener
un esquema de inteligencia bajo su control directo.
La revelación de las verdaderas actividades del Seopi surgió a través
del periodista Rubens Valente, del grupo vinculado al diario Folha de Sao Paulo.
Valente reveló la existencia de intimidadoras
fichasidénticas a las de los órganos de represión de la dictadura militar (1964-1985) tan defendida por Bolsonaro y los uniformados esparcidos por su gobierno con nombres, fotos y direcciones en las redes sociales de 597 funcionarios públicos, tanto en activo como jubilados, definidos como
antifascistas.
Entre los nombres revelados llamaron la atención los de Luis Eduardo
Soares, quien ocupó el puesto de secretario nacional de Seguridad
Pública en el primer gobierno de Lula (2003-2006) y fue uno de los
guionistas de la película Tropa de élite, y principalmente el del embajador Paulo Sergio Pinheiro, ambos profesores universitarios.
Además de haber ocupado la Secretaría de Derechos Humanos durante el
gobierno de Fernando Henrique Cardoso, Pinheiro integró la Comisión de
la Verdad instituida durante el mandato de la ex presidenta Dilma
Rousseff. Nombrado por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, preside
desde 2011 la comisión independiente de la organización sobre derechos
humanos en Siria.
La revelación de la existencia de ese dosier confirma algo que se
insinuaba desde la llegada de Bolsonaro a la presidencia: la creación de
un aparato estatal destinado a persecución política e ideológica de
adversarios. Es fácil suponer la existencia de otros dosiers cuyo blanco
sean intelectuales, artistas, periodistas, activistas sociales,
ambientales y, claro, políticos opositores.
Al conocer la actividad de la Seopi, Paulo Sergio Pinheiro se dijo
absolutamente perplejo, y pidió una inmediata investigación tanto de la Fiscalía como del Congreso.
Luego de trazar la inevitable comparación con los tiempos de la dictadura, Pinheiro ironizó:
todo lo que hablo y escribo es público. Además de ilegales, esas prácticas ahora son inocuas. ¿Por qué gastar recursos para espiarme?
Foto Afp
Eric Nepomuceno
Especial Para La Jornada
Periódico La Jornada
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